LA PREGUNTA
Lo importante es no dejar de preguntarse, basta con tratar de comprender una pequeña parte de lo que desconocemos cada día… Albert Einstein
Son tiempos en los que los seres humanos recibimos mucha
información y de manera constante, que no siempre comprendemos, por eso es tan
importante hacerse preguntas uno mismo acerca de lo debemos tomar como bueno y
lo que no.
Pensamos que tiene más dificultad responder
preguntas que el hecho creador de formularlas. ¿Acaso no resulta sumamente
valioso ser capaz de preguntar y preguntarse? en realidad, de la misma forma
que según la física, la materia nace al mismo tiempo que la antimateria, la
pregunta nace al mismo tiempo que la respuesta. Se puede afirmar que, para la
mente racional, toda cara tiene su cruz y todo veneno tiene su
antídoto.
¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? éstas han sido las preguntas fundamentales que, paso a paso, han abierto la mente del ser humano a lo largo de la historia. Ante tales cuestiones, la lucidez individual y colectiva ha generado multiplicidad de respuestas. Sin embargo, la diferencia entre unas y otras ha venido determinada por el grado de apertura de consciencia alcanzada.
Todas las preguntas que formulamos al universo no
tardan en ser contestadas, aunque, muchas veces, permanezcan escondidas allí
donde la intuición señala. En realidad, hay respuestas que la visión lógica no
puede satisfacer y aun así, llegan de igual modo a través de nuestro yo
profundo y sus sutilezas.
Llegan cuando uno se abre a sentir e intuir la
identidad espiritual que es la base de nuestra alma. En realidad, si somos
capaces de preguntar y formular, no tardarán en encontrarnos las
respuestas.
Cuanto más elevado es el rango de apertura y profundidad
de un ser humano, más sencillez y concreción hay en sus preguntas.
Cuanto más amor fluye por entre las venas de su
alma, más escucha sin corregir, sin opinar y sin evaluar las respuestas.
Cuando hemos superado el miedo a expresarnos
plenamente, el hecho de escuchar comienza a ser un arte que conlleva grandes
dosis de respeto empatía y ecuanimidad.
Si aprendemos a formular correctamente nuestras
preguntas, las respuestas tendrán su mismo nivel de precisión.
Se dice que cuando una persona es entrevistada,
tiende a crear respuestas que tan sólo alcanzan el mismo nivel del que
pregunta. De hecho, los entrevistadores sensibles y profundos suelen
posibilitar en sus interlocutores racimos de respuestas que resultan
increíbles, incluso para los mismos entrevistados que las expresan con
sorpresa.
Comprender cada día una parte de todo lo que nos
rodea y nos toca vivir, es abrir la mente a lo que realmente somos: seres
espirituales en evolución constante y con plenitud de conciencia.
Nuestro conocimiento interno no responde con
palabras, responde activando la lucidez y haciendo objetivas las sincronías cotidianas
en la que cada noche, el que quiere progresar se pregunta:
¿Qué ha sucedido de especial o significativo a lo
largo del día?
¿En qué he progresado hoy? ¿Cuál ha sido
mi propósito durante la jornada?
¿Qué he aprendido y en qué me ha beneficiado lo que
hoy no ha salido como yo quería?
El que pregunta correctamente lo hace desde su
neutralidad. Ha dejado de suponer. La pregunta es una auténtica invocación de la
fuerza cósmica que el universo siempre devuelve y contesta.
¿Puedo ayudarte?, es una buena pregunta. Todo está
en uno, no sólo están las preguntas, sino también las respuestas. Tal vez sean
todas necesarias en su momento y medida.
Uno es algo más que sus dudas y sus palabras. Uno es
algo más que cada parte observable de su mente inquieta. En realidad, el ser es
el testigo que observa a nuestra mente que crea, sin cesar, imágenes y
palabras.
http://lacienciadelespiritu.blogspot.com/2021/09/la-pregunta-como-elemento-de.html
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