SONRÍE, CONFUNDE A LA GENTE
Quien sonríe muestra cómo es. Relataba Fiódor Dostoievski en El Adolescente que si
queríamos conocer la verdadera alma de alguien debíamos fijarnos en su risa. La
risa, junto a las manos y los pies, son los rasgos más reveladores de una
persona.
Un día alguien puede estallar en una risa y
conocer su alma en un solo segundo. La risa puede ser contagiosa, natural, franca o sencillamente un fraude.
Hay gente que se ríe sin saber el porqué. Bien porque surge de una emoción
espontánea o, muy al contrario, porque surge de la necesidad de agradar en
respuesta a lo que los demás expresan.
“No comprendo más que una cosa: que la risa es la prueba más segura de un alma. Mirad a un niño; ciertos niños saben reír a la perfección, y por eso son irresistibles.
Un niño que llora me resulta odioso, pero el que ríe y se alegra es un rayo del paraíso, una revelación del porvenir en el que el hombre llegará a ser, por fin, tan puro e ingenuo como un niño” -Dostoievski-En una escala “evolutivamente inferior” en lo que al campo
de la franqueza emocional se refiere, topamos con la sonrisa. No tan amplia, no
tan llamativa. Ciertamente más austera en intensidad y más generosa en
frecuencia. La sonrisa es el logo
personal y psicológico de una morfología que viene ya de fábrica.
A veces es
tremendamente poderosa. Pruébalo. Sonríe y confunde a la gente. Pueden
sentirse tan agradecidos al ver una sonrisa en tu rostro, que al final del día
tu sonrisa desemboque en risas y carcajadas tan
irresistibles como las de un niño.
La sonrisa, la hija de la risa y nuestra aliada emocional
A veces, aunque
estemos rotos por dentro y llevemos días sin mostrarla, sería conveniente
empezar a esbozar una sonrisa. No por la absurda imposición de
mostrarte feliz si no lo estás, sino para brindarte la
oportunidad de desafiar lo que sientes haciendo lo que necesitas para empezar a
remontar.
Sonreír cuando a veces estamos tristes, cansados y desganados
es desafiar el dictado del malestar emocional interno y el dictado social de
que debemos sentirnos bien para hacer las cosas: es un cumplido a nosotros
mismos, contagioso y esperanzador. Es la señal externa de que preferimos
mantenernos en pie, pese a las tormentas internas.
No se trata de engañarte, sino de hacerte un favor a ti
mismo. Rompe los moldes y los dictados que te imponen tus emociones y
sentimientos de desesperanza. No debes mostrarte leal a ellos si eso implica
sentirte cada vez peor.
Esboza una sonrisa en tu rostro para mostrarte a ti mismo
que puedes ser más fuerte que una tristeza temporal. Prueba el reto de sonreír tan solo un momento
y mostrárselo a los demás, aunque lleves días sin ganas de
hacerlo. Reta a tus ganas con tus hechos.
Sonríe, rompe los moldes que tan férreamente te has
impuesto
A veces creemos que ser fieles con nosotros mismos es actuar
literalmente cómo nos sentimos. Esto no se corresponde exactamente con la
realidad y es negativo para nuestra vida y para la de los que nos rodean. Ser fiel a tus principios y a tus
valores es distinto a ser un esclavo de tus estados de ánimo, que
con tus actos pueden permanecer más tiempo en tu vida de lo que en un principio
cabría esperar.
Además es contradictorio, pues no nos hace más libres o más auténticos, sino que actuamos
siguiendo las órdenes de nuestra mente: “Como me siento mal me permito
el lujo de estar de mal humor. No puedo hacer nada. El resto tendrá que
soportarlo, porque si estoy de mal humor, triste o estresado, es lo que hay”.
El poder de tu sonrisa
Cumpliendo con esas directrices que señalábamos, en realidad
no eres más libre. Eres un esclavo de lo que piensas que tienes que
hacer sin remedio y además entras en un callejón sin salida. ¿Cómo salir? Muy fácil, sonríe y confunde
a la gente. Sonríe y mírate en el espejo, confúndete a ti mismo a
veces.
Es una contradicción con buenos frutos a largo plazo. Rompes
la monotonía de tu rostro y desafías a tu estado de ánimo. Te
demuestras que “levantarse con el pie izquierdo” no te obliga a cojear durante
todo el día. Demuestras a tu mundo interno que la realidad a veces puede
desafiarlo, con provecho para ti y los que te rodean.
Sonríe, confunde a
la gente que se ha acostumbrado a verte taciturna y sin ganas. Sonríe,
confúndete a ti misma y sé presa de esa contradicción, como un juego o un acertijo emocionante.
Sonríe, aunque te den vergüenza tus dientes imperfectos, tu estado de ánimo
triste y tus ganas escasas.
Sonríe, que nadie conoce el poder de su sonrisa hasta que la
emplea en su vida diaria. Hazle un favor al mundo, tan acostumbrado a recibir
hiel que se siente excitado al percibir la miel de tus labios. Sonríe que sin
darte cuenta del poder que desprendes, te veas envuelto en unas cuantas
carcajadas.
La alegría es espontánea, pero la sonrisa es el estímulo
que puede desencadenarla, en ti y en los demás.
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