12.2.13

La luna nueva no era más que el potencial que le llevaría de nuevo a su estimada luna llena que iluminaría su noche y su vida


LUNA NUEVA…TODO POR NACER

Era una noche invernal y especialmente oscura, no había luna o era simplemente invisible a sus ojos, aunque el gato la sentía en su interior! Seguramente como el día en que nació, en el que su vida empezaba y todo estaba por lograr en ella! Porque la luna nueva -pensó el gato, mientras cerraba sus ojos felinos- no era más que el potencial de un nuevo ciclo que le llevaría, una y otra vez, a su estimada luna llena que iluminaría la noche y su vida con su radiación y majestuosidad!

Y es que, el día en que se creó el Universo, todo era oscuro y negro como esta noche de luna nueva e invisible! El minuto antes de crearse el Sol y todo lo que su vista felina veía a su alrededor, empezaron una noche oscura que, aunque podía provocarle miedo y una cierta angustia, todo estaba por empezar! Bastaron minutos -o quizás millones de años- para que el Universo tomara forma y demostrara su enorme y fantástica grandiosidad! Y es que, tras las sombras de la noche, el alba anuncia siempre el inicio de un nuevo y reluciente nuevo día!

Y en esa noche de luna nueva el gato intentó imaginar todo lo que estaba apunto de aparecer, tras la oscuridad! Y se vio a sí mismo caminando sigilosamente hasta ese lugar encantado y lejano, donde nace el arco iris y habita su amor! Y se vio encaramándose en la ventana con los visillos corridos, desde donde como cada noche pudo admirar a sus niñas en brazos de su amada madre, cantando una canción infantil y meciéndolas para que durmieran ante la lumbre del hogar. Y vio la luz de esa lumbre bailando reflejándose en las paredes tapizadas de color ocre de la habitación. Y, a los pies de ellas, observó el rutinario sueño del ya viejo dálmata, buen amigo. Y, compartiendo la manta que les cubría, observó al orondo gato negro que dormitaba, aunque permanentemente pendiente de cualquier movimiento a su alrededor…


Y el gato, con sus ojos cerrados aún, siguió conmoviéndose ante tal hogareña escena de amor, compartido! Y sintió esa felicidad profunda que siempre había buscado… hasta que la encontró, junto al amor y la paz, de su interior!

Esa paz que inunda e ilumina cualquier noche oscura y sin luna, en la que el negro cielo se llena de estrellas tintineantes que parpadean sin parar…invitándonos a renacer!

Y el gato, desde su tejado preferido al que subía cada noche, se durmió con una leve sonrisa de felicidad en sus labios… que brotaba desde su corazón!

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