14 de Febrero: Reivindicando el amor
“Cuando la miró sintió
que sus huesos se le llenaban de espuma”.
La definición es de Gabriel
García Márquez en Cien años de soledad. Cuando la miró, cuando lo miró.
Así se inicia y así sigue (mientras dura) uno de los sentimientos más
maravillosos que puede embargar al ser humano: el amor, el enamoramiento. Nos
inundan hoy edulcorados llamamientos comerciales que invitan a celebrar San
Valentín, pero observo también con preocupación que los recortes han llegado
también a la pasión amorosa. “¿Fueron felices y comieron
perdices? Las frustraciones del mito del amor romántico” escribe hoy
mi apreciada colega Ana Requena, contando con las opiniones de expertas en
la materia. Siempre es saludable invitar a la racionalidad pero espero que no
para aguar una de las salsas de la vida, dicho sea sin acritud.
La ausencia de lógica
es consustancial al amor. Aún no se ha descubierto –al margen de todo el asunto
de las feromonas, oxitocinas y demás sustancias que segregamos que no
dan respuesta absoluta- porqué la atracción se desencadena con unas personas y
no con otras. Porqué ahí no podemos elegir “lo conveniente”. Porqué enfermamos
de sin razón. El amor en pareja no puede estar sujeto, en efecto, a las
hipotecas, al colegio de los niños o al “para toda la vida”, pero eso son cosas
que sucederían igual de formar una unidad de convivencia con los vecinos de al
lado. No culpemos al amor de la cotidianeidad de la vida.
No todas las personas son capaces de sentir,
de experimentar sentimientos, con la misma intensidad. Lo avalan los
científicos. Pero cuando has sentido que los huesos se te hacen espuma, lo
cambias por muy pocas cosas.
“Que no arranquen los coches,
que se detengan todas las factorías, que la ciudad se llene de largas noches y
calles frías, que se enciendan las velas, que se cierren los teatros y los
hoteles, que se queden dormidos los centinelas en los cuarteles… porque voy a
salir esta noche contigo”
decía Joaquín Sabina. Entre otras cosas.
Grandes escritores de todos los tiempos –incluso desde antes de que fuera
“autorizado” el amor romántico- se han volcado en expresar lo que no cabe en el
pecho, desde la felicidad al dolor de la pérdida.
Ni la crisis, ni
objetivos de compromisos sociales elevados, pueden con el amor. Están en
distinto plano. Compatible. El amor aporta incluso fuerza. Cierto que dar con
la persona idónea, o las sucesivas personas idóneas al momento vital, no
es fácil. Y que se termina entendiendo que es preferible estar solo a mal
acompañado. Que es preferible contar con algo así como con los vecinos a los
que aludía o una red de afectos que con quien no se acompasa a tu camino. Pero
de ahí a pensar el amor es un mito a racionalizar también va un largo trecho.
No culpemos al amor de lo que no le compete.
El amor es lo que hoy
tienen hasta personas atenazadas por graves problemas económicos. Es hasta
saludable. Tanto que se añora cuando en la paz del limbo se piensa en cómo se
podría crear en un momento la Vía Láctea.
Nueva teoría del Big Bang
El
Big Bang fue el orgasmo primigenio:
Orgasmo
de los Dioses amándose en la nada.
Cada vez
que te amo repito la génesis universal
protones y
neutrones, neutrinos y fotones
saltan
de mi encendidos a crear nuevos mundos
centellas
y meteoros se cruzan con mis gritos
te amo
mientras mis pulmones crean la Vía Láctea de nuevo
y el sol
vuelve a nacer redondo y amarillo de mi boca
la luna
se me suelta de los dedos
Marte,
Plutón, Neptuno, Venus, Saturno y sus anillos
las
novas, súper novas, los agujeros negros
anillos
concéntricos de galaxias innombrables
se
desgajan de mis contorsiones.
Soy
Gaia, soy todas las Diosas explotando.
Entre
luz de centellas tu planeta de fuego
prende
mis luces todas
brotan
mundos cometas meteoros se hacen trizas
lluvias
de estrellas danzan en el arco del éter
nace por
fin la tierra sus edades de magma y cataclismos
la
primera partícula de vida moviéndose en la hierba
su
cilicio
y luego
es el silencio
velocidad
de materia que se dispersa en círculos
tus
soles y mis soles se asientan en su espacio
es el
frío la grandeza del tiempo
la
eternidad el azul y el rojo
los
sonidos, la estática
el amor
insondable tu amor tierno tus manos en mi frente
las campanas a lo lejos
bing bang bing bang bing bang
bing bang
Big Bang
Gioconda Belli
(escritora nicaragüense)
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