¿TE ATREVERÍAS A INVERTIR LOS REFRANES?
La sabiduría popular
está muy presente en nuestra concepción del mundo, de
nuestros sentimientos y de las emociones.
El refranero español,
está provisto de una serie de “guías” o consejos a la hora de afrontar
diferentes situaciones en nuestras vidas. Esta sabiduría popular nos
marca patrones de conducta inconscientemente, escuchando como
la citan continuamente personas que en el fondo quieren lo mejor para nosotros.
Sin ir más lejos, a todos nos sonará: “Más vale pájaro en mano que ciento volando”
Pues bien. Os digo que
no.
Que apostéis por esos
cientos de pájaros volando, puesto que puede que vuelen tan lejos que quizá nunca más vuelvan a pasar cerca de tu mano.
Esas bandadas que
pasan a lo lejos, por encima de tu cabeza, y que ignoras mirar porque te acuerdas de tu pájaro
enjaulado.
El concepto de ambición,
habitualmente se entiende desde la connotación negativa. Asumimos que una
persona ambiciosa es fría, egoísta, y es capaz de pasar por encima de quien se
le ponga delante para conseguir sus fines.
Está menos extendido el concepto de ambición entendido sanamente, como una de
las capacidades resilientes del ser humano que
más nos pueden ayudar a la hora de enfocar nuestras vidas, marcarnos unos
objetivos factibles, y ayudarnos en la búsqueda de nuestra felicidad.
Una persona ambiciosa
se atreve a salir de su zona de confort, busca continuamente nuevos retos, y se reinventa ante la adversidad.
Muchas veces nos ocurre que ante un tropiezo,
nos volvemos más cautelosos. Eso está bien, somos animales que aprendemos a
base de ensayo y error.
Lo importante es que
sigamos ensayando.
Una y mil veces.
Hasta que nos duela y no podamos más.
Hasta que nos duela y no podamos más.
Otro refrán muy
conocido y que sutilmente nos alenta a mantener la seguridad de la rutina, es
el siguiente: “Más vale malo conocido, que bueno por conocer”.
Pues yo otra vez os digo que no.
Que las cosas buenas están ahí, al alcance de
cualquiera que se arriesgue a conseguirlas, sin mirar atrás o quedarse
maldiciendo lo que se deja en el camino.
Pero eso sólo está disponible para los valientes.
Para los que vencen su miedo. O que lo
intentan a pesar de él.
Para ellos son las
cosas buenas por conocer.
Pero tened cuidado,
porque los que prefieren lo malo conocido, más que probable intentarán
convencerte a ti de lo mismo. Tu valentía les asusta, puesto
que los enfrenta a sus propios sueños, y se sienten incómodos. Porque tienen
miedo.
Todo se rige en base al MIEDO.
Todo se rige en base al MIEDO.
Miedo a dejar una relación afectiva que no nos
llena por el miedo a la soledad, o el pánico a dejar un trabajo en el que no
nos sentimos realizados, y no apostar por nuestro bienestar.
Miedo a coger el timón
de nuestras vidas y empezar a elegir el
rumbo nosotros.
¿Y este miedo que nos
paraliza, qué es? Es miedo al fracaso, simple y llanamente.
Hemos sido educados en una sociedad en la que
el fracaso no se contempla como aprendizaje, sino como frustración, vergüenza o
incapacidad.
Sin embargo el fracaso
demuestra que hemos intentado algo, que hemos apostado por algo, y lo más
importante de todo, QUE LO HEMOS LLEVADO A CABO. El
fracaso no existe para aquel que no lo intenta. La persona que
se plantea un cambio, un reto, o afrontar una dificultad únicamente en su
mente, no tiene la posibilidad de fracasar, pero tristemente, tampoco la de
triunfar.
Así, muchas personas
viven en una constante marea de indecisión, sin atreverse a apartar el miedo al fracaso de un
manotazo y agarrar firmemente el timón de sus propios barcos.
Dice el refranero que “Más
vale camino viejo que sendero nuevo”
Yo os animo a que busquéis el sendero nuevo,
cuesta arriba, con más piedras y barro.
El sendero que no tiene señales ni carteles de
cuanto te queda, o dónde está el pueblo más próximo.
El que abruptamente se
corte en un precipicio y
tengas que dar un rodeo para continuar tu camino.
Ese que tiene animales
acechando en las laderas, para que siempre estés alerta.
Es posible que te
encuentres a otros caminantes, pero serán escasos. Aún así, te
darán buenos consejos para
sortear las adversidades. No te dirán que es imposible, te dirán que sigas
intentándolo pese a tener llagas en tus pies.
Pensarás en los otros,
los del miedo al fracaso. Ésos han cogido el camino viejo, o
directamente se han quedado en la aldea, con su pájaro enjaulado.
Por el sendero nuevo no oirás “está loco…”,
verás sonrisas de complicidad.
¿Te atreverás a invertir los
refranes?
Sigue a los cien
pájaros volando, suelta al de la jaula para que se una a ellos, síguelos
corriendo, sin mirar atrás, y llegarás a ese sendero, el nuevo y excitante,
que recorrerás día tras día, encontrando en el camino esas cosas buenas que
estaban por llegar.
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