LA BELLEZA DE LAS COSAS
SIMPLES
Me gustan las cosas
simples: un abrazo, un «gracias», un «cuidado». Me considero un
admirador fiel de las personas simples, porque para mí son las más bellas, son
las que se dejan guiar por el sentido común, la intuición y un corazón que no
sabe de mentiras.
Es curioso saber que, hoy en día, está de moda recuperar el valor de la simplicidad, tanto en el desarrollo personal como en el contexto de las grandes organizaciones. De hecho, muchos expertos en marketing han adoptado un lema casi infalible: «hazlo simplemente y lo obtendrás».
Me gusta
el olor de la gente sencilla, el aroma del respeto,
la sonrisa de «buenos días», la sincera «atención». No hay
falsedad en su aspecto bello y ni siquiera en su alma.
El autor español
Antonio Machado afirmó que «es típico de los hombres con cabezas pequeñas
atacar todo lo que no entra en sus cabezas». Este es sin duda un buen
ejemplo para describir tales personalidades, por lo que las cosas simples no
tienen sentido. Confunden simplicidad con superficialidad; bueno, la
simplicidad no tiene nada que ver con la ingenuidad, y mucho menos con la
necedad.
De hecho, este
concepto tiene un gran poder del que apenas somos conscientes.
El poder de la simplicidad, el poder de las emociones y
la inteligencia.
En realidad, cuando
buscas simplicidad, te paras junto a los mejores pensadores del mundo. Porque,
como dijo Winston Churchill, «de las
complejidades más intensas nace la simplicidad más bella».
La belleza de la simplicidad en los gestos cotidianos.
A menudo se dice que
la vida es como una telaraña. Nuestras líneas se entrelazan en rincones
extraños, tomamos caminos equivocados, nuestros esfuerzos no
coinciden con nuestros éxitos y, al final, seguimos apegados a estas realidades
terriblemente complejas y desalentadoras.
«La ausencia de simplicidad lo arruina todo» -Miguel de Unamuno
¿Por qué, entonces,
nos resulta tan difícil deleitarnos con la simplicidad de los gestos
cotidianos? ¿Por qué hacemos la vida tan complicada? En cierto
sentido, está conectado con lo que dijimos hace un momento. El alma simple y la mirada humilde
son dimensiones que están un poco fuera de lugar en una sociedad que asocia la
complejidad con la efectividad y, por lo tanto, con la felicidad.
Un gesto simple: un abrazo. Me gustan las cosas simples
Una cosa que siempre
debemos recordar es que las cosas grandes suceden cuando hacemos bien las
pequeñas y, para este propósito, no hay nada mejor que practicar el arte de la
simplicidad en nuestros gestos diarios.
Muévanse lentamente,
consciente de lo que nos rodea, utilizando el sentido común y la intuición.
Esta es sin duda la mejor estrategia para deshacerse de todos los nudos de la
complejidad diaria. Debemos confiar más en nuestros instintos y ser
receptivos a la voz del corazón.
Apuesta por las cosas simples
A menudo dejamos que
una gran parte de nuestras vidas se salga de control, inmersos en esfuerzos
fallidos que nos alejan de nuestra verdadera esencia.
Recuerde que la
complejidad no es admirable, debe evitarse, porque saber a lo que podemos
renunciar es la única forma que nos permitirá obtener lo que realmente
merecemos.
¿Quieres saber de
qué se trata? Amor, libertad, integridad y realización personal.
https://lacienciadelespiritu.blogspot.com/2023/03/la-belleza-de-las-cosas-simples.html
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