¿INSISTIR O DESISTIR?
¿Insistir o desistir? ¿Seguir adelante o renunciar? ¿Tirar
la toalla o seguir avanzando? ¿Cuándo sabes si lo has intentado lo suficiente?
¿Cómo se sabe si el camino por el que estás avanzando es tu camino o deberías
darte cuenta de que hay otras opciones que no estás viendo? ¿Cómo saber cuándo
decir basta y rendirse para no quedar roto y desgastado por algo que queda
claro que no es? ¿Y si no llega nunca y pierdes un tiempo precioso esperando?
¿Y si lo dejas justo a cinco minutos de lograrlo?
¿Realmente persistir nos lleva a conseguir lo que deseamos? Al menos eso es lo que nos han vendido muchas veces. En innumerables ocasiones yo me he sentido muy culpable por no haber conseguido aquello que tanto deseaba y por lo que tanto había luchado por pensar que tal vez no había insistido suficiente. Por creer que me había fallado a mí misma flaqueando en algún momento o no demostrándole a la vida que realmente era lo que deseaba.
¿Qué nos lleva a conseguir nuestros sueños? ¿Es lo que hacemos?
¿Es la actitud? ¿Es lo que pensamos? ¿Es el esfuerzo? ¿Son las circunstancias?
¿Existe la suerte o la forjamos nosotros? ¿Los que se lanzan son los que
llegan? ¿Los que tienen paciencia y perseverancia llegan a la meta al final?
Los sueños y los objetivos tienen un papel muy importante en
nuestra vida porque nos estimulan a seguir cuando muchas veces nuestro día a
día y lo que nos rodea es un desierto de motivación. Necesitamos tanto
aferrarnos a algo que nos olvidamos de nosotros mismos. Ponemos absolutamente
todo el valor en el objetivo, en el premio, la recompensa por ese esfuerzo y
nos atrevemos a pensar que si no lo alcanzamos no somos nada, no somos nadie. Aunque
la verdadera motivación es algo interno, lo que está ahí afuera importa. No
podemos negarlo.
Sería como decir que no queremos una vida llena de cosas
hermosas y no sería cierto. Es importante tener metas y retos que asumir, pero
lo más importante realmente es no perder de vista quiénes somos. Tener claro
que nuestro valor no depende de hasta dónde llegamos, ni qué metas alcanzamos.
Darnos cuenta de que muchas veces la vida te pone ante un desierto para que te
veas obligado a mirar dentro de ti y encontrar esa motivación que te falta en
tus propias ganas, para que tengas que descubrir tu talento, tu fuerza y
maravillarte de tu gran valor. Para que veas lo mucho que importa un detalle,
un café, una risa, una mirada, un paseo a media tarde, una ráfaga de viento,
una conversación sincera entre amigos…
Porque la vida también está en todas esas cosas que parecen
pequeñas, pero que en realidad son inmensas. Y en muchas otras que pueden
cambiar y que solo dependen de ti porque necesitas darle la vuelta a tu forma
de pensar. Dependen de lo que tú realmente puedes hacer, por dentro y por
fuera… De tu capacidad para entrenar tus pensamientos y cambiarlos. De tus
ganas de superar y atravesar tus miedos. De tu empeño en reconocer esas
creencias que te están limitando y decidir cuestionarlas hasta ver que eran
ridículas y perdonarte por haberlas sustentado tanto tiempo. De ser capaz de
decir en voz alta lo que te duele y asusta y ser inmensamente honesto justo
ahora contigo.
Pensamos que si no tenemos metas no tenemos vida, pero la
vida en realidad es todo lo que nos pasa y lo que sentimos cuando nos damos
cuenta de que no hay nada ahí afuera que vaya a salvarnos, ni hacer que seamos
mejores. Ya somos lo que necesitamos, pero lo ignoramos. No hay sueño que nos
haga mejores. Aunque en el camino hacia muchos sueños podemos descubrir quienes
realmente somos si nos permitimos andarlo desde el amor a nosotros mismos, sin
maltratarnos ni presionarnos demasiado.
A veces, la vida parece que te ponga a propósito las cosas
difíciles y complicadas cuando estás intentando llegar hasta algo que amas… Que
te ponga muchos obstáculos y parezca que te susurre «insiste, persiste, no te
rindas» y otras veces, sin embargo, te das cuenta de que con tanta dificultad
tal vez te está insinuando «que no es por ahí, que dejes de insistir» que »no
te has dado cuenta que en el camino te han aparecido muchas otras opciones y
oportunidades que también eran muy válidas».
Y para ti a veces es difícil ver la diferencia. Para mí
también, siempre me pierdo en ese punto, la verdad. No se ve claro si los
obstáculos que te pone la vida son para que te des cuenta de que no es por ahí o
no es en este momento de tu vida y tienes que parar y respirar… O darte cuenta
de que lo que te está pidiendo, gracias a esos obstáculos, es que te reafirmes y
confíes más en ti y seas capaz de decir «yo sí que quiero ir por aquí, porque
me lo merezco». ¿Te pide rendición o te pide más fuerza para seguir?
¿Sabes cómo se nota la diferencia? Muy dentro de ti, desde
el amor propio. Hacerlo amándote y tratándote bien. Parando si duele y
cambiando de estrategia si no te sirve… Haciendo que el baremo no sea el
resultado sino el camino… Que importe más que nada cómo te sientes y si te
haces bien… Que la vara de medir no sea el logro sino el amor que sientes por
ti y el disfrute del viaje. Quiérete y, a partir de ahí, ya sentirás si tienes
que seguir intentándolo o no… Y si lo haces, que sea desde ese amor propio
porque cuando haces las cosas no para ser valorado, no para ser aceptado, no
para ser querido, ni reconocido sino porque sientes que te las mereces funciona
siempre. Cuando intentas conseguirlas porque son tus sueños y realmente te
enamoran, el resultado nunca es el premio, es el camino… Porque el premio eres
tú. Entonces sabes si los obstáculos eran para decirte sí o no, pero realmente
da igual porque te has transformado.
Te das cuenta de que has hecho un gran aprendizaje y el camino
ha sido valioso para ti. Y tal vez los impedimentos que encontraste eran para
reafirmarte y aprender a confiar y seguir adelante y darte cuenta de que no
creías en ti lo suficiente todavía. Eran una representación física de tus
pensamientos más limitantes, un reflejo fiel de las barreras que tú te pones
para valorarte y creer en ti. Cuando descubres que la meta eres tú, siempre hay
recompensa. El resultado no es la meta ni el objetivo, es el trabajo
maravilloso que has hecho internamente contigo mismo.
Si transitas ese camino y te acercas a la meta desde el amor
propio, desde la autoestima, desde el reconocimiento por lo que eres siempre
ganas. No importa si era para ti o no era para ti porque lo que era para ti era
ese amor que has descubierto que llevabas dentro por explorar. Desde hace años
tengo claro que si tus sueños te están haciendo sufrir por el camino es una
señal para que cambies tus sueños o cambies tú la forma de acercarte a ellos…
¿Insistir o desistir? Es una pregunta formulada en base al
objetivo y no al verdadero reto que siempre es darse cuenta del propio valor
durante el trayecto. El logro es adquirir la confianza, llegar a creer en ti y
tu capacidad y valor, revelar tu talento y entereza, y sentirte merecedor de
alcanzar tu sueño, llegue o no llegue.
¿Insistir o desistir? No importa realmente, lo único
importante es ser honesto contigo y con las personas que te rodean y acercarte
a lo que deseas con todas las ganas que acumulas, pero sabiendo que tu valor no
depende de que lo consigas. Notar si seguir en el camino te aparta de ti o te
acerca a valorarte realmente. Saber si estás insistiendo porque te sientes bien
y te compensa o para demostrar algo ante el mundo… Dejar de boicotearte y de
ponerte la zancadilla con tus pensamientos… Darte cuenta de qué deseas realmente…
¿Insistir o desistir? Qué más da… Lo que importa es cómo te
sientes tú mientras lo haces. Si te conduce a la verdadera meta que es darte tu
lugar en el mundo y en tu vida. Y sin olvidar nunca que mereces lo mejor,
alcances o no tus metas.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2024/01/29/insistir-o-desistir/
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