SÓLO UNA HORA PARA SALVAR EL MUNDO
Si tuviera sólo una
hora para salvar el mundo, dedicaría 55 minutos a definir bien el problema
A pesar de que esta frase pertenece a un científico, aparece
citada muchas veces en sitios web dedicados temas de negocios o de organización
de empresas. Es que con frecuencia las compañías no tienen la capacidad de
reconocer y de formular con claridad cuáles son los problemas básicos que deben
enfrentar y dónde tienen que concentrar sus esfuerzos. 
A veces se trata de grandes empresas, que coordinan el trabajo de muchas personas y que cuentan con enormes recursos, pero que en algún momento de su desarrollo olvidan el problema que es su misión resolver o lo definen de una manera equivocada, y confunden el camino. Entonces sus balances comienzan a ser negativos, el valor de sus acciones se desploma y finalmente quiebran o son absorbidas por otras empresas, normalmente de sus propios competidores.
Hay infinidad de compañías muy grandes que han fracasado por
no definir correctamente los problemas básicos que debían enfrentar. Tres
buenos ejemplos son Kodak, Olivetti y Blockbuster.
Para expresar la idea con la mayor claridad posible, voy a
describir las razones que condujeron a la caída de estas compañías de manera
muy simplificada. Kodak cometió el error de definir su actividad como la
fabricación de rollos de película fotográfica (y cámaras para ese tipo de
película) pero luego surgió rápidamente la fotografía digital y quedó fuera de
ese nuevo mercado. Olivetti consideró que su actividad era exclusivamente la
fabricación de máquinas de escribir, que luego resultaron obsoletas al popularizarse
las computadoras personales. Y el modelo de negocio de Blockbuster, una cadena
de locales donde se podía alquilar películas, no pudo competir con la
televisión por cable y otras opciones que llegaron con Internet.
En cambio, si estas compañías hubieran definido mejor el
problema al que debían abocarse, tal vez todavía seguirían siendo exitosas. Si
hubieran incluido en su misión el desarrollo y la incorporación de nuevas
tecnologías, cada una en su área específica, quizás hoy todavía seguirían siendo
líderes indiscutidas.
Definir con precisión un problema, entonces, es fundamental
para poder resolverlo y evolucionar. Y esto no sólo vale para las empresas, es
igual de cierto para las personas, para cada uno de nosotros.
Entonces, ¿cuál es nuestro problema?
Nuestros problemas parecen ser muchos y sentimos que cada
uno representa un obstáculo, pequeño o grande, que nos impide ser plenamente
felices. Y nuestra vida adulta suele parecerse, entonces, a una carrera de
obstáculos, en la que tratamos de superar sucesivamente cada uno de estos
problemas.
Pero en realidad no son los problemas los que afectan
nuestro estado de ánimo, los que nos impiden ser felices, sino los pensamientos
que tenemos, una y otra vez, respecto de esos problemas.
Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor.
Lo único que nos impide sentirnos bien siempre, en todo
momento, es la actividad de pensar de manera compulsiva. Es el simple hecho de
estar pensando todo el tiempo, encadenando sin descanso un pensamiento
(normalmente negativo) a continuación de otro.
Me voy a adelantar a posibles objeciones ante a una
afirmación tan categórica.
- ¿Seguro
     que esta afirmación vale para todo el mundo?
Bien. Vale para tantas personas que se justifica escribirla así, sin salvedades, sin mencionar casos muy particulares. Vale para todas las personas que llamaríamos comunes y que están viviendo en circunstancias que consideraríamos normales. En cambio, no se aplica a personas que están padeciendo dolor físico intenso, ni a personas que acaban de experimentar la pérdida de un ser querido, ni a personas que padecen alguna patología psiquiátrica. Seguramente no se aplica tampoco en otros casos excepcionales, pero seguirá siendo cierta para casi todas las personas. - Pero,
     ¿qué pasa con los problemas serios y reales que podamos padecer? ¿Qué pasa
     si no tenemos trabajo, si estamos envueltos en conflictos graves, si somos
     víctimas de alguna injusticia? ¿Es posible sentirse bien en medio de esos
     problemas?
Sí, es posible sentirse bien en medio de casi cualquier problema. No voy a argumentar aquí respecto de este asunto, sólo diré que lo que nos produce dolor emocional no es el problema en sí, sino nuestros reiterados pensamientos negativos acerca del problema. En realidad no nos perturban los problemas, nos perturbamos a nosotros mismos con nuestros pensamientos acerca de esos problemas. - ¿Cómo
     podría alguien sentirse bien todo el tiempo? Es poco realista. Sólo nos
     sentimos bien cuando nos suceden cosas agradables, cuando se cumple alguno
     de nuestros deseos.
Claro que nos sentimos bien cuando sucede algo que nos gusta… pero sólo por un tiempo. Luego nos olvidamos de la novedad o nos acostumbramos al cambio positivo y nuestro estado de ánimo vuelve a ser el de siempre. En cambio, sí es posible sentirse bien siempre, sin necesidad de que se cumplan primero ciertas condiciones. Pero antes debemos cambiar nuestros hábitos de pensamiento. - Si
     esta afirmación fuera cierta, si fuera posible sentirse bien en todo
     momento, veríamos por todas partes a personas en este maravilloso estado
     de bienestar.
Falso… Vivimos una triste realidad: todos podríamos ser plenamente felices ahora mismo, pero casi nadie lo comprende. Simplemente así sucede. - La
     vida de casi todas las personas es monótona y aburrida. El dinero nos
     limita, el trabajo nos agota, la familia nos exige, la sociedad nos
     condiciona. ¿Cómo alguien podría estar siempre feliz en un entorno así?
Es que el bienestar al que me refiero no se relaciona con ese mundo «externo», sino que surge de nuestro mundo «interno». Sentirnos bien sólo depende de la manera en que funcione nuestra mente. 
La solución:
experimentar en vez de pensar
¿De qué sirve trabajar duro cada día, muchas veces
ocupándonos sólo de los asuntos urgentes, si no estamos avanzando en la
dirección correcta?
Mientras sigamos actuando de esta manera, tratando de
resolver sin éxito los mismos problemas «urgentes» de siempre, seremos como
esas grandes compañías que finalmente fueron a la quiebra.
La manera en la que vivimos el momento presente es clave
para sentirnos bien y, luego, para definir correctamente cuáles son esos
asuntos que requieren nuestra atención.
Estar relajados y permanecer centrados en el momento
presente, es la mejor actitud para enfrentar cualquier dificultad, para
resolver cualquier problema. En ese estado somos mucho más productivos, es
cuando nos sentimos realmente inspirados y así es como «recibimos» nuestras
mejores ideas.
La clave está «escondida» en el momento presente. Si nos
decidimos a dejar de lado los pensamientos que habitualmente nos abruman y nos
concentramos en actuar de manera consciente, llevando a cabo con toda nuestra
atención cualquier tarea que nos toque hacer, podremos acceder a una poderosa
fuente de energía a la que casi nunca recurrimos, volveremos a conectarnos con
esa profunda sabiduría interior a la que pocas veces escuchamos y que está
siempre esperándonos para llevarnos a un nuevo nivel de bienestar.
Axel Piskulic
https://www.amarseaunomismo.com/solo-una-hora-para-salvar-el-mundo/

No hay comentarios:
Publicar un comentario