HEMOS VENIDO A SER BAILADOS
En muchas sociedades chamánicas si te acercas a un hombre medicina quejándote de desamor, desaliento o depresión te hará alguna de las siguientes preguntas:
¿Cuándo dejaste de bailar?
¿Cuándo dejaste de cantar?
¿Cuándo dejaste de sentirte embelesado por las historias?
¿Cuándo dejaste de sentirte a gusto en el acogedor terreno de tu soledad?
Quizás parezcan preguntas sencillas pero el ritmo de nuestro cuerpo, las posturas que conforman nuestra actitud o nuestra capacidad de imaginar otras realidades tienen un poderoso efecto sanador.
A veces, sumidos en el incesante parloteo mental, olvidamos escuchar a nuestro sabio interior. Ese que late con fuerza de forma natural y espontánea. Sin embargo, pocas veces le prestamos atención y solo en la quietud del silencio alcanzamos a entender lo que nos dice. Es en ese instante, al alinearnos con su intención cuando nuestra vida empieza a cambiar y nos convertimos realmente en creadores.
La magia se reestablece al creer en nuestro potencial y confiar en ese latido de certeza que llevamos dentro. El cuerpo, con su propio lenguaje, puede hablarnos a través de la enfermedad pero lo hace para despertarnos y que aprendamos a ser más fuertes que el miedo.
Al confiar en la vida y en su magia entendemos la razón de estar aquí,
entendemos
que hemos venido a bailar con cada pequeño obstáculo,
con
cada una de las adversidades que nos plantea el día a día.
Esta es una danza despierta y contagiosa que tenemos que compartir con el viento en cada respiración, vivir cada instante bailando porque hemos venido aquí para ser bailados, bailados por una vida misteriosa y mágica.
Esta es una danza despierta y contagiosa que tenemos que compartir con el viento en cada respiración, vivir cada instante bailando porque hemos venido aquí para ser bailados, bailados por una vida misteriosa y mágica.
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