PARA LLEGAR LEJOS, HAY QUE APASIONARSE
Los seres
humanos nos
hemos acostumbrado a vivir en un mundo de exigencias absolutistas y
obligaciones absurdas.
Nos provocamos a nosotros mismos una presión enorme y finalizamos nuestro día a
día llenos de tensión y ansiedad.
La sociedad en
la que vivimos nos dice que debemos
o tenemos que hacer ciertas cosas, tener tal trabajo o ser de una manera en
concreto para ser alguien valioso, y nos lo insufla como un
dogma absolutista.
Si nosotros
decidimos comprar este dogma tan antinatural, absurdo e irreal, nos sentiremos
constantemente presionados porque nos diremos: ¡Debo ser guapo!, ¡debo ser un profesional de
renombre!, ¡debo educar a mis hijos perfectamente!, ¡debo pintar el cuadro
perfecto!, etc..
Curiosamente, cuando nos dejamos llevar por la
fuerza de la obligación, nos producimos a nosotros mismos lo que se denominan
en psicología bloqueos mentales. Es decir, de tanto
presionarme y darle tanta importancia a ese hecho que tengo que emprender, como
si me fuera la vida en ello, al final fracaso o no sale de la mejor manera, o
quizá no soy capaz ni de llevarlo a cabo por miedo a fracasar.
Cuando se llevan a cabo proyectos
o planes con ansiedad y tensión, al final el resultado suele ser mediocre. Lo que a su vez retroalimenta los
pensamientos negativos sobre nosotros mismos, volviéndonos a exigir porque ¡eso
me debería de haber salido bien!
La clave para
salir de este círculo vicioso es empezar a darse cuenta de que las
obligaciones te las autoimpones tú y solo tú. Es verdad que
nuestra cultura, desgraciadamente, nos manda ciertos mensajes superficiales de
cómo tenemos que ser o cómo deberíamos actuar, pero al final, eres tú quien decide si
apegarse a esas ideas o no.
Está demostrado
que aquel que emprende un proyecto, personal o
profesional, sin exigirse, solo divirtiéndose y poniéndole pasión, llega mucho
más lejos que
aquel que se presiona constantemente.
El apasionado
trabaja y se esfuerza, por supuesto, pero lo hace con amor, porque quiere
disfrutar de lo que hace, esa es su meta. Si las
cosas le salen bien, mejor que mejor, pero si no salen del todo bien o fracasa,
sabe que no es el fin del mundo.
Fracasar supone un
aprendizaje y un pasaporte hacia el éxito. Y si aún así, tras muchos fracasos, si
no consiguiera ninguna meta interesante, tampoco sería el fin del mundo, pues la
vida ofrece millones de alternativas interesantes donde uno puede
desarrollarse, ¡pero
siempre, disfrutando!
Es tan importante
comprender que dentro de nosotros lo que hay es un niño que quiere
pasárselo bien con la vida y con el resto del mundo…
Al final, el
objetivo más importante del ser humano es ser feliz y para
ser feliz uno tiene que quitarse lastres y piedras de la mochila, quitarse
esos “yo debería”, “yo tendría que” porque
nadie tiene, ni debe nada.
Cuando uno se
libera de esas cadenas mentales a las que uno mismo ha decidido encadenarse,
descubre que vivir y ser feliz es la cosa más fácil del mundo. Uno
sale a hacer lo que quiere hacer, sin miedo a nada.
Sin miedo a la opinión o aprobación de la sociedad, sin miedo al
fracaso…simplemente se lo pasa en grande y hace lo que tenga que hacer porque
le apetece hacerlo, sin más.
De repente, te
das cuenta que tu niño interior se ríe de todo y con todo porque en
cualquier situación hay algo para reír y con lo que jugar. La
vida es eso, un juego y jugar implica diversión, satisfacción, amar la vida tal
y como se presente, sin exigir, sin imponer.
Mírate… ¿tienes brazos? ¿piernas? ¿una
cabeza sana para pensar?, ¿comida y bebida? y ¿más cosas aún?
Si tienes todo
esto y más, eres un afortunado. Ya lo
tienes todo para dejarte guiar por la fuerza del disfrute y para hacer lo que
te apetezca hacer con calma.
Haz las cosas porque quieres, porque deseas, porque te apasionan
y no por obtener nada a cambio, sino solo tu propio bienestar.
¡Deja tu trabajo de oficina si lo que te apasiona es ser
escultor!, ¡o al menos intenta abrirte camino con aquello que te gusta!, ¡deja
a esa pareja que sabes que te está haciendo daño!
Nadie te obliga a
permanecer donde no quieres estar
Sé consciente
de que si tu día a día, con lo básico, ya está solucionado, no hay nada que
temer y lo que obtendrás será lo más gratificante que podrás obtener jamás:
tu
propia felicidad.
Por lo tanto, la lectura que has de
sacar es:
“A partir de ahora, me dejaré llevar por la fuerza de la pasión
y dejaré a un lado la fuerza de la obligación,
porque para llegar lejos, hay que apasionarse”
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