ACEPTANDO LO QUE NO PUEDO CAMBIAR, ME SIENTO LIBRE
Sabio es quien termina aceptando que hay cosas, personas y acontecimientos que no se pueden cambiar. Valiente es quien lejos de negar esas realidades o enfadarse ante lo que no puede controlar, elige aprender en silencio y seguir avanzando.
Cuando acepto lo que no puedo cambiar se reduce mi
sufrimiento y solo entonces me centro en aquello que sí puedo controlar.
Porque la vida tiene ese componente caótico e inesperado que a menudo, escapa
de nuestras manos, que surge libre, que nos sorprende con sus sinsentidos y su
azar. Asumir este principio existencial es una herramienta para nuestra salud
mental.
Admitámoslo, a lo largo de nuestra existencia nos han ocurrido cosas que jamás hubiéramos previsto. Aún más, algo que suele desesperarnos es ver cómo algunas personas actúan de pronto de un modo inesperado. Tanto, que es inevitable experimentar cierta decepción. Todas estas situaciones pueden hacernos creer que nada, absolutamente nada está bajo nuestro control.