¿QUIÉN NECESITA SUEÑOS?
Nos protegemos tanto de la vida que, a veces, no podemos
vivirla.
Es fácil entender por qué cuando has recibido muchas decepciones decides no
avanzar. Cuando te has sentido muy traicionado escoges no confiar. Nos ponemos
una armadura para evitar que nos hagan daño las miradas, las palabras, las
acciones de los demás. Y desde ahí nada duele pero tampoco nada ilusiona…
Sin embargo, la inmensa mayoría de veces cuando decidimos
quedarnos quietos en el mismo sitio y no arriesgar absolutamente nada nuestra
actitud tiene más que ver con nuestras creencias y nuestras heridas emocionales
que con nuestra experiencia.
Es más, nuestra experiencia solamente acaba reafirmando aquello que nuestras heridas y nuestras creencias habían vaticinado. Y nuestra vida se convierte en una profecía cumplida.
Lo que pensamos transforma la realidad y nos hace percibir el mundo como un lugar hostil y nos lleva a estar siempre en modo supervivencia.Soñamos, pero no nos atrevemos a vivir nuestros sueños y
nuestros deseos. No nos acercamos por si los demás nos arañan. Abandonamos por
si nos abandonan. Rechazamos antes de ser rechazados. Vivimos de ganas
contenidas y de ansiedad. Incluso nos inventamos sueños que ni siquiera son
nuestros para tener metas aunque sean ficticias que nos motiven y nos inspiren
a seguir. Nos dejamos la salud por un sueldo que ni siquiera nos permite
comprar lo que necesitamos. Nos apegamos a personas que no nos dan lo que
merecemos…
A veces, la inmensa mayoría de nuestros sueños no son nuestros
anhelos de verdad sino unas historias que nos contamos para mitigar el dolor de
saber que no nos atrevemos a vivir la vida como queremos vivirla. Y los usamos
a modo de placebo para encontrar ahí afuera una fuerza que no tenemos
internamente y así poder seguir caminando. Buscamos la motivación donde solo
hay sufrimiento, exigencia y carencia.
Y los sueños son maravillosos e importantes, pero el
verdadero combustible de la vida es el reconocimiento de uno mismo. El amor que
somos capaces de dar y de darnos. Los verdaderos sueños no son una invención
para arrastrarnos y obligarnos a salir de la cueva, sino una extensión de la
deliciosa sensación que se tiene cuando te descubres a ti mismo y juegas a
diseñar la vida que realmente te hace sentir pleno.
La plenitud no es una meta, ni una medalla. La plenitud es
la grata sensación de sentirse merecedor de la vida que anhelas sin tener que
demostrar nada al mundo desde el sacrificio.
Huimos del dolor y acabamos generándonos muchísimo dolor porque nuestra huida
no es más que un recuerdo a nivel interno de nuestra supuesta incapacidad e
indignidad.
Cuando decidimos no dar la cara, no apostar por nosotros, no
atrevernos a algo que nos apetece pero que nos asusta, internamente nos estamos
recordando que no lo merecemos. Nos estamos rechazando nosotros mismos para
evitar el rechazo de los demás. Y ese rechazo propio es tan intenso que lo
inunda todo, lo abarca todo, lo convierte todo en un NO gigante que nos
persigue a todas horas vayamos a donde vayamos.
Que nos rechacemos a nosotros mismos no exime a los demás de
habernos rechazado y habernos hecho daño tal vez, pero no hay un no tan rotundo
como el no que nos damos a nosotros mismos cada día de nuestra vida cuando no
nos elegimos. Cuando entre apostar por nosotros y tomar un riesgo o escondernos
en esa cueva interna en la que falsamente nos sentimos protegidos decidimos no
hacer nada. Cuando nos pisamos y maltratamos diciéndonos que no valemos.
El día en que te decides a dar un paso con tanto miedo que
apenas te sostienes, descubres que el no de los demás no tiene nada que ver
contigo. A veces, es sencillamente el espejo directo del no que te has dado
previamente tú. Otras tiene que ver con su propia incapacidad para avanzar y su
miedo. Y muchas, veces, la mayoría de ellas, ni siquiera tiene que ver contigo.
No es personal. Es un efecto de su lucha interna contra la vida. Otro reflejo
de tu propia lucha contra la vida, que por su lado, no hace más que invitarte
de nuevo a soltar y vivir.
Aunque no lo ves, no lo vemos, porque estamos demasiado ocupados
oponiéndonos a ella e intentando demostrar un valor que no creemos tener y que
nunca se va a reflejar ahí afuera porque no lo hemos reconocido dentro. Cuando
a pesar del miedo y con miedo decides avanzar y decir sí a lo que deseas,
descubres que durante muchos años el carcelero y el encarcelado eran la misma
persona. Tú.
Y ahora no voy a decirte que cuando cambies tus creencias y
tus heridas la vida será un paraíso y vas a poder conseguir todo absolutamente
todo lo que deseas. No va de eso lo que quiero compartir. Voy a decirte que
cuando decidas seguir adelante a pesar del miedo y con miedo sentirás algo
infinitamente mayor y más valioso que conseguir todo lo que deseas. Sentirás
que lo mereces. Sentirás tu valor inmenso. Sentirás que te respetas.
Y a partir de ahí ¿Quién necesita sueños?
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2023/12/11/quien-necesita-suenos/
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