INCONDICIONAL
Mi fortaleza no viene de todos y cada uno de los intentos
que hice para ser perfecta, sino de haber asumido que no hace falta.
No me siento mejor conmigo misma porque haya conseguido mis
sueños, sino porque me respeto incluso cuando no consigo nada. Porque valorarse
a uno mismo es realmente el gran logro.
No soy feliz porque tengo momentos de gran alegría en los que pasa lo que deseo que pase, sino porque estoy en paz conmigo cuando pasa y cuando no pasa. Porque he aprendido que la felicidad no es un chute de nada sino una forma de vivir. Y que la magia consiste en dejar de huir de la tristeza porque es la única forma de aprender algo de ella.
No confío en la vida y en mí porque mis pensamientos sean
siempre positivos. Lo hago porque he dejado hace tiempo de creerme mis
pensamientos. Porque cada vez necesito menos esa versión edulcorada de la vida.
Porque acepto más y necesito menos. Porque deseo lo mejor pero comprendo que no
tengo el control de casi nada.
Mi poder no consiste en cambiar el mundo porque no soy nadie
para decidir cómo debe ser. Mi poder es haberme dado cuenta de que lo único que
está a mi alcance es cambiar yo. Y hacerlo desde el amor y respeto, no desde la
culpa y el reproche.
Mi gran impulso para seguir no viene de nada ni de nadie ahí
afuera que vaya a salvarme, ni de una sensación falsa de seguridad, sino de
estar en mí y darme la mano.
Mi certeza no se basa en esquivar la incertidumbre sino en
haberme hecho amiga suya y hacerle un hueco en mi vida para sujetarme yo misma.
No se trata de pisar siempre suelo firme sino de sentirse firme cuando todo se
tambalea. De ser tu propia luz en plena oscuridad.
Mi transformación no llega gracias a mis retos alcanzados ni
por los que están por conseguir sino de haberme permitido soñar y creer en mí.
Por aceptar que no todo lo que deseo va a suceder y valorar más ese cambio
interno que me lleva a valorarme como soy más que a los resultados obtenidos en
mi vida.
Lo maravilloso no es felicitarse en los días buenos, es ser
amable con uno mismo en esos días terribles cuando todo está al revés y te das
cuenta de que es cuando más te necesitas…
La imagen que tengo de mí no depende de otros ni de cómo me
miran. No necesito que me vean ni me den un lugar en sus vidas. Soy yo quien me
doy mi lugar y no permito que otros me alejen de él digan lo que digan. Porque
esa es la única forma de dejar de hacerme trampas y culpar a otros por no estar
bien y no ponerme nunca más la zancadilla.
Mi valor no viene de acumular méritos, ni ganar medallas, ni
de tener un currículum brillante sino de haber decidido que estoy de mi parte y
me respeto pase lo que pase, haga lo que haga… En la incertidumbre más intensa,
en la oscuridad más atroz, en las circunstancias más adversas tengo un
compromiso conmigo. Me amo… Y ese amor es incondicional.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2024/05/06/incondicional/
No hay comentarios:
Publicar un comentario