EL DISCERNIMIENTO
UNA GUÍA ÉTICA CONTRA LA CONFUSIÓN
Estamos perdiendo la batalla de la libertad interior en
manos de la desidia, el desencanto y la confusión. Por eso es urgente entrenar
la capacidad de discernir, a fin de evitar que nos manejen a su antojo quienes
solo nos ven como sumisos consumidores
Dice el filósofo José Antonio Marina que la juventud está intoxicada de
comodidad y pantallas: “La libertad viene de la capacidad de autonomía, de
la capacidad de pensar por tu cuenta, de tomar decisiones, no de delegar las
decisiones o los razonamientos al sistema o a los influencers” (1).
Jóvenes o mayores, quienes tratan de mantener el pensamiento claro y sereno para lograr una mayor conciencia y calidad humana, no lo tienen fácil.
El mundo está gobernado por intereses que nos quieren adictos al confort de no pensar, aturdidos por el ruido exterior, enganchados al relativismo ético, a los bulos, a las teorías conspiratorias absurdas, a los miedos paralizantes, a los charlatanes y falsos gurús… Desarmados moralmente, solo queda que nos agiten nuestros sentimientos más primitivos para que la división y el enfrentamiento entre nosotros acabe de sembrar el desconcierto.Sí, se nos permite, e incluso se promueve, el recurso
infantil al pataleo contra todo y contra todos, la bronca maximalista, la queja
de trazo grueso sobre lo todo lo que nos falta a unos y les sobra a otros. Pero
es una indignación impotente y
tóxica que solo nos mantiene distraídos y aumenta aún más el
barullo del circo mediático y el desafecto hacia las instituciones que se
crearon para proteger nuestros derechos.
Lo cierto es que la queja compulsiva y la desconfianza hacia
todo no hace más que alejarnos del pensamiento
crítico construido sobre la base del conocimiento, la ponderación y el
discernimiento, que es nuestro personal escudo protector.
El discernimiento y el yoga
Hace mucho tiempo que los propagandistas en nómina de los
grupos de poder se dieron cuenta –como mucho antes, los yoguis antiguos– que la psique agitada y confusa es incapaz de
pensar con lucidez. Un hallazgo simple pero definitivo que hoy, con
el protagonismo de las redes sociales, se maneja magistralmente mediante
campañas de ruido y desinformación que deprimen cada vez más nuestro sistema defensivo mental, basado en la
atención y la capacidad de discernir, mientras aumenta más y
más nuestra sensación de impotencia.
El discernimiento es
la facultad de analizar y distinguir algo de otra cosa, señalando las
diferencias e identificando los sesgos y patrones que subyacen tras un
pensamiento o creencia. Sin
atención y sin el escáner de la consciencia, esa chispa de inteligencia
valorativa, función de la mente superior, no puede encenderse.
Dice Alistair
Shearer (2) en su libro Historia del yoga: “Buddhi
es el poder de discriminación o distinción, el músculo, como quien dice, de la
elección, y como todo músculo, cuanto más se use, más se fortalece. En el nuevo mundo feliz de las instrucciones
algorítmicas que invaden insistentemente nuestra conciencia, el discernimiento
está adquiriendo cada vez más importancia. Al final, la atención es
el don humano más preciado y el yoga nos enseña cómo administrarla
prudentemente porque, entre otras cosas, cuando centramos la atención en algo,
le otorgamos a nuestro objetivo más vida, más relevancia”.
La atención secuestrada
Los sesgos
cognitivos son “atajos” para procesar rápidamente la información
que llega al cerebro, ante la necesidad de formarnos juicios al instante o
tomar decisiones inminentes. Nuestras mentes, sobrecargadas de información, ya
están formateadas por el hábito no consciente de recurrir a ellos a la hora de
evaluar y razonar.
Desde los sesgos más conocidos como el de generalización
(extraemos una conclusión general a partir de una anécdota) o el de
confirmación (damos por cierto lo que coincide con nuestras creencias), cientos
de estas interpretaciones inconscientes (ver
50 de ellas) colonizan nuestros análisis de la realidad.
Y las redes sociales
no han hecho más que agravar este fenómeno, secuestrando nuestra atención y la
capacidad de evaluar argumentos y distinguir lo real y lo importante de lo
falso y lo banal. (Nos conviene mucho conocer estos sesgos para
tomar conciencia de cuándo los estamos empleando).
Como cualquier otra función de nuestra psique, la capacidad
de discernir gana eficiencia con la práctica cuando se nos plantea un problema
o una duda y tenemos que decidir la acción a tomar. Es terrible que esa facultad, sin duda la más valiosa en
cuanto que permite ejercer correctamente la libertad interior, asumir la
responsabilidad de nuestras decisiones y dar con las soluciones correctas a
nuestros problemas, acabe siendo erosionada por el visionado compulsivo
de la banalidad de Tiktok o Intagram, o manipulada por las campañas
desinformativas de quienes solo persiguen el poder o el dinero fácil.
La responsabilidad de elegir y actuar
Entre la credulidad ingenua y la desconfianza crónica hacia
lo que nos cuentan, solo nuestro
criterio personal marca el camino a seguir. Y es una responsabilidad
importante de cada uno formarlo
acudiendo a fuentes honestas, fiables, expertas. Si erramos, lo
asumiremos y aprenderemos la lección, pero lo peor es equivocarse por seguir
con ojos cerrados a los indocumentados pescadores de ríos revueltos.
La práctica de la
atención plena y la meditación, en cuanto sistema de calma y purificación de la
mente, son sin duda maravillosas herramientas para hacer aflorar la intuición y
sabiduría interior y profundizar en la capacidad de discernir. Nos
ayudan a ver más claro en la oscuridad y en la confusión para elegir, que no evadir, la acción
correcta.
Con todos sus defectos, en nuestra sociedad aún podemos
elegir muchas cosas, como por ejemplo de qué lado ponernos o hasta dónde llegar
en un dilema ético. Porque solo sabremos si una decisión o una interpretación
es cabal, justa o virtuosa si sintoniza con nuestro sentido de la integridad y
nuestra sensibilidad; es decir, si mantenemos nuestra ética como guía. “El discernimiento ético es el fundamental, la base de toda la
práctica de yoga”, ha escrito Javier Ruiz Calderón.
Y es que no hay evolución personal ni espiritual posible sin
rectitud e integridad, es decir, sin valores éticos que sean luces de
referencia a la hora de autoindagar sobre uno mismo y sobre lo que se nos
ofrece en el mundo que nos rodea.
Pepa Castro
Codirectora de Yoga en Red
(1) Ver entrevista completa de Ethic.
(2) Reseña informativa aquí.
https://tumismo.es/articulos/interiores/el-discernimiento-una-guia-etica-contra-la-confusion/
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