LA AVENTURA
DE LA VIDA
¡Que oscuridad tan densa!
¡Que raro! No entra luz por la ventana y no se oye ningún ruido en el exterior.
Intento levantarme pero mis miembros no responden. ¡No funcionan mis sentidos!
Sin embargo, mi mente está activa, ¡puedo pensar!.
Quiero gritar y no puedo.
No sé dónde estoy. Al fin veo con terror una escena patética: mi cuerpo tumbado
y sin vida, en la cama de mi habitación. Mi espíritu, de pronto, se ve atraído
por una espiral que gira y gira, como un huracán que me absorbe y aleja de mi
entorno.
Cuando todo pasa, siento
cómo mi espíritu vaga sin rumbo por un laberinto indescifrable. De repente, una
fuerte luz cegadora ilumina el sendero y observo con claridad un pasillo, al
final del cual, unas sombras parecen llamarme. Antes de llegar al final del
pasillo, por mi imaginación pasan con rapidez, como si de una película se
tratase, las escenas más importantes de mi vida: mi infancia, mi primer amor,
cuando terminé los estudios...
Poco a poco parece que esa
secuencia de imágenes se va ralentizando y empiezo a visionar escenas que no
tienen que ver ni con el espacio ni con el tiempo, sino más bien con la
apreciación de los sentidos:
- El murmullo del mar al golpear los acantilados, ¡oído!
- Un bosque en otoño con toda su gama de tonos pastel, ¡vista!
- La fragancia de un aroma de mujer, ¡olfato!
- El sabor de una copa de champán, ¡gusto!
- El roce de unos labios sensuales, ¡tacto!
En mi imaginación ha ido
apareciendo simultáneamente con dichas imágenes una palabra que para mí ha
tenido mucho significado en la vida y que tiene relación con todos los
sentidos, por que se ve, se huele, se oye, se palpa y por último se saborea.
Esa palabra es como un sexto sentido innato en la naturaleza del hombre, me
refiero a la ¡AVENTURA!.
¿Qué es para
ti la Aventura?
- Aventura es vivir emociones fuera de lo corriente que nos hagan olvidar la rutina diaria.
- Aventura es buscar los secretos que la Naturaleza tiene celosamente guardados y que están reservados a los mas atrevidos e intrépidos aventureros.
- Aventura es descubrir, o redescubrir en muchos casos, la Naturaleza que teníamos olvidada por el paso de la "civilización".
- Aventura es convivir con otras etnias y aprender de su cultura y costumbres, respetando sus creencias y tabúes.
- Aventura es respetar la naturaleza en todas sus formas, allá donde pasemos.
- Aventura es un reto con uno mismo ya que hay que estar lo suficientemente preparado para abordarla, tanto física como psicológicamente.
- Aventura es aprender a tomar decisiones de vital importancia y a tener confianza en uno mismo y en los demás.
- Aventura es trabajar en grupo y aunar esfuerzos para que cada cual aporte sus conocimientos técnicos en pro del objetivo marcado.
- Aventura es saber renunciar a una expedición cuando se puede poner en peligro la vida de uno de sus componentes.
- Aventura es ayudar física y moralmente a los componentes del grupo o personas necesitadas, más débiles o decaídas, aunque ello suponga no poder conseguir el objetivo marcado.
Aventura no
es competir, sino compartir, entre otras cosas:
- Las experiencias vividas durante el día y recordadas con cariño al anochecer.
- La alegría de encontrar el camino perdido.
- El triunfo de haber conseguido el objetivo marcado.
- La amargura del fracaso.
- Las responsabilidades asignadas a cada uno de una forma natural.
- El cansancio, la fatiga, el esfuerzo agotador…
El espíritu de aventura me
llena de recuerdos agradables, en especial el parapente. Esa sensación de
libertad que el hombre tiene cuando se encuentra volando a cierta altura, sin
que nada le ate al mundo que le rodea, salvo el arnés y los mandos que le
permiten gozar de un vuelo como si de un águila imperial se tratase.
Recuerdo con entusiasmo mi
primer vuelo: pocos instantes antes de inflar la vela y comenzar la carrera, mi
cerebro se entretiene en recordar torpemente las instrucciones aprendidas de
forma teórica y una serie de palabras, que de momento no tienen ningún
significado para mí, pero que considero vitales: chequeo prevuelo, viento de
cara, mirar la manga, efecto "Venturi", parachutaje, térmica...
Mis pensamientos se ven
interrumpidos por la voz del monitor que grita: ¡corre, corre, corre... no te
pares! Mi cuerpo, al igual que una flecha, sale disparado y en pocos segundos,
después de comprobar que la campana está correctamente inflada, me encuentro
corriendo en el aire. ¡Por fin he despegado!
El miedo y el nerviosismo
han dado paso a la tranquilidad y a la relajación. ¡Que paz! No se escucha
ningún ruido, salvo el viento que revoletea con los "suspender" y
juega con el borde de ataque del parapente.
La visión de la tierra
desde esa altura es como contemplar un mapa en relieve o un cuadro multicolor,
donde cada casa, cada árbol y cada sembrado aporta el matiz correspondiente
para lograr la armonía del conjunto. ¡Qué sensación! El sueño de Leonardo Da
Vinci hecho realidad.
Disfruto de un breve vuelo
antes de que mis pies y mi trasero rocen de nuevo la tierra. Cuando me
incorporé y me di cuenta desde donde había volado, mis piernas temblaron, pero
mis pensamientos fueron unánimes en su decisión: ¡Quiero volver a volar!
¡Que pena! Ya todo se ha
acabado para mí, ya no podré volver a volar en parapente, ni realizar esas
aventuras con las que siempre soñé: surcar el cielo montado en la barquilla de
un globo, bucear en los mares tropicales del Caribe, alcanzar a pie la cumbre
nevada del Kilimanjaro, atravesar el continente africano en un todoterreno...
Pero... ¿Qué pasa? ¿Qué
temblor sacude mi gélido cuerpo? ¿A qué obedece ese ruido ensordecedor? Parece
como si fuese un terremoto o la explosión de un volcán. De pronto mis oídos
parecen recuperar el sentido perdido y escucho unos ruidos y voces que parecen
provenir del mismísimo infierno. - ¡Ring!, ¡Ring!, ¡Ring! ¡Rafa, despierta de una vez, ya es la hora y
vas a llegar tarde a trabajar!
Mi cerebro reacciona al
instante como si de un jarro de agua helada hubiese caído sobre mi cabeza. Mis
labios únicamente son capaces de gesticular dos palabras: ¡Estoy Vivo! A lo que
mi compañera responde con cierto reproche: ¿todavía te dura la resaca del
viernes?
Mis oídos hacen caso omiso
de ésta y otras frases pronunciadas con idéntica ironía, ya que nadie puede
imaginar la alegría interior que me embarga al descubrir que todo era un sueño
y que algún día podría realizar todas mis ilusiones pendientes.
Me aseo, me enfundo el
traje de ejecutivo, comprado en las rebajas de unos grandes almacenes, guardo
en el maletín el informe técnico, elaborado la noche anterior, causante de mi
pesadilla y, poco a poco, me sumerjo en la jungla de la gran ciudad, también
denominada, equivocadamente por algunos: ¡Civilización!.
Esa jungla que no carece de
Aventuras está llena de obstáculos que día a día hay que superar: atascos,
incomodidad en los transportes, drogadicción, violencia, hurtos... En fin todo
aquello que se podría definir como "LA AVENTURA DE LA VIDA", una
aventura rutinaria y habitual en la que participan, como si de un Treking por
el Himalaya se tratase, miles de resignados y sufridos ciudadanos que, desde
"ciudades dormitorio" de la zona SUR, tienen que trabajar en
polígonos industriales de la zona NORTE, o viceversa.
¡Esa Aventura
si que requiere Valor!
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