Todos generamos sueños durante nuestras vidas. También deseamos creer,
en lo más profundo de nuestro ser, que hemos adquirido poderes especiales,
talentos innatos. Que somos diferentes, que podemos lograr lo que queremos y
hacer de este mundo algo mejor.
En algún momento de nuestras vidas todos tenemos una visión acerca de
la calidad de vida que creemos merecer. Sin embargo, no siempre conseguimos lo
que queremos y nos vemos envueltos en frustraciones y rutinas de la vida
cotidiana, hasta el punto de dejar pasar la existencia sin hacer ningún
esfuerzo para cambiar ese status. Los sueños que alguna vez se tuvieron se han
desvanecido para las mayorías, y con éstos la voluntad que teníamos para
configurar nuestro propio destino.
Tengo la creencia de que todos estamos aquí para contribuir en algo
único, que en lo más profundo de nosotros mismos yace un don especial. Creo
verdaderamente que en todos nosotros hay un gigante dormido. Quizá sea un
talento que coincide con una competencia, o una afición que puede contribuir a
nuestros sueños. Puede tratarse de una forma especial de relacionarse con las
personas, una actividad genial para la venta o la innovación tecnológica.
La cuestión es cómo despertar ese gigante interior y así poder salir,
quizá, de nuestro círculo vicioso, o tal vez reinventar nuestro círculo
virtuoso. Usted y yo tenemos que prepararnos para el cambio y convertirnos en
nuestros propios asesores y dominar nuestras propias vidas.
Un proverbio chino dice:
Siembra un pensamiento, cosecha una acción.
Siembra una acción, cosecha un hábito.
Siembra un hábito, cosecha un carácter.
Siembra un carácter, cosecha un destino.
Para lograr este cambio requerimos congelar nuestro sistema de
creencias de lo que no somos capaces de hacer, ya que todos los progresos
personales empiezan con un cambio en las creencias. Hay mucha gente que llega
al final de sus vidas preguntándose qué podría haber llegado a ser... No
permita que eso le suceda también a usted.
Quizás el ser consistente sea un elemento importante en nuestras
vidas. ¿Acaso no es eso lo que todos andamos buscando? Creo que no queremos
crear resultados positivos de vez en cuando: no queremos sentirnos alegres y
realizados solo un momento, ni ser los mejores sólo esporádicamente. Lo que
buscamos es la consistencia, y la verdadera consistencia queda establecida por
nuestros hábitos. Somos lo que hacemos consistentemente
Si todos los días tenemos el hábito de contentarnos con informarnos a
través de las noticias de las nueve y dando una ojeada a un diario, nuestra
opinión sobre el acontecer será igual a la de los otros. En este caso, nuestro
hábito es menor, por lo tanto nuestro carácter también lo es. Si no nos
motivamos nosotros con nuestras realizaciones, menos podemos hacerlo con otros.
El hábito es el mejor de los sirvientes, o el peor de los amos.
Se cuenta la siguiente historia:
“El rey mandó llamar curanderos y sanadores de todo tipo para que
hicieran volar al halcón que le habían regalado, y que por alguna razón
desconocida no quería volar. Después de muchos intentos, nadie lo logró.
Publicó por fin un edicto entre sus súbditos explicando lo que necesitaba. A la
mañana siguiente, vio al halcón sobrevolando ágilmente sobre los jardines.
– Traedme al autor de ese milagro, dijo.
Enseguida le presentaron a un campesino ¿Tú hiciste volar al halcón?
¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago, acaso? El hombrecito sólo explico:
– No fue difícil, su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio
cuenta, comprendió que tenía alas y se largó a volar.”
Todo está abierto para que lo exploremos. Puede hacernos sentir un
poco temblorosos al comienzo. Está bien, y es natural sentirse así, pero no
deje usted que eso ensombrezca la oportunidad de experimentar la aventura que
se le ofrece, junto con el temor. Muévase con suavidad, sienta el aleteo en su
interior, extienda las alas y sea libre. Simplemente deje de aferrarse a la
seguridad de la rama, salga de ella y todo el firmamento será suyo.
¿Sabe que puede volar? ¿Qué está esperando su rama para romperse?
¿Quién o qué la puede cortar?