UNA PERSONA COMO TÚ
Cada día un pequeño gesto. Un pequeño paso… Algo que te
lleve a salir de ti. Del aire viciado. Del pensamiento automático y compulsivo.
De ese miedo al miedo que te lleva a encerrarte y fingir que no sientes y no
ves, que no te das cuenta de que por dentro estás suplicando un cambio. Salir
de la cárcel que construiste tú y de la que eres el preso, el guardián y la
misma celda.
Un pequeño cambio. No importa qué sea. Cuestionarse algo hasta hoy incuestionable. Abrirse a pensar distinto. Escuchar sin estar pensando qué contestar. Pasar por ese camino por el que nunca pasas… Hacer eso que te hace sentir incómodo, minúsculo, insuficiente. Eso de lo que siempre huyes porque te recuerda lo pendiente de revisar dentro de ti. Sentirte ridículo y darte cuenta que no importa. Dejar de ser invisible un rato y descubrir que no pasa nada si te miran.
Cada día un paso más. Algunas veces hacia delante. Otras
hacia atrás. Tal vez desviarse del camino para comprobar que vas por buen
camino. O porque te has dado cuenta de que no era tu camino y allí no hacías
nada más que dar vueltas para que pareciera que te movías y eras productivo.
Porque a veces parece que el mundo pasa revista y si no estás haciendo algo te
condena, te señala con el dedo, te destierra a la isla de los inútiles.
Cuando vas exponiéndote a vivir, a sentir, a reconocer en ti
algunas cosas que estaban dormidas, cambias y tu camino cambia.
A veces, el entorno te acompaña en ese cambio. Otras veces,
no.
Es una de esas renuncias que hacemos por evolucionar y
transformarnos.
Para poder abrazar una nueva vida hay que soltar la
anterior.
Para dar un paso adelante hay que dejar atrás un camino.
A veces duele, duele mucho porque implica mirar a los ojos a
tus miedos y reconocer tu frustración, tu inseguridad, tu desconfianza hacia lo
que te espera.
Implica besar lo que eres y amar lo que vives como si lo
hubieras elegido.
Dejar de ir por la vida con un manual y un recorrido
predeterminado y dejarse llevar un poco por lo que ves y sientes.
Soltar a personas que tal vez no se queden en tu vida o no
de la misma forma y arriesgarse a que se enfaden y ya no vuelvan.
Y cuando pisas firme y respiras hondo otra vez, dar un paso
más.
Atreverse a hacer eso que deseas con todas tus fuerzas y
nunca hiciste. Algo que haría tu verdadera esencia si no tuvieras miedo. Si no
te sintieras tan insignificante y poco merecedor de todo lo que sueñas.
Algo que haría una persona que se valora y respeta.
Esa persona eres tú. Y la que hasta ahora no se ha atrevido
también.
Tu gran aliado y tu gran enemigo.
El veneno y el antídoto.
Tu juez más severo y tu amigo más compasivo.
Tu infierno y tu paz.
Cada día un paso. Algo minúsculo. Hasta que en un tiempo
miras atrás y te quedas alucinado contigo mismo. Te miras a ti y te ves más que
nunca. Te reconoces. Te encuentras en todo lo que haces y dices y piensas…
Tocas eso tan preciado y a veces difícil de conseguir
llamado coherencia.
Eso tan dulce y necesario que se llama calma.
Eso tan apreciado y mágico que se llama ganas de vivir.
Vivir siendo tú. Sin estar atado a una correa que tira de ti
cuando te pasas de largo y sales del camino marcado.
Sin sentir esa culpa por tus errores en lugar de amarlos y
usarlos para seguir adelante.
Sin buscar fuera lo que llevas dentro.
Cada día un paso más. Sobre todo en tu mente. Un nuevo
pensamiento, una creencia absurda y limitante superada, una angustia que se
transforma en paz…
Sin forzar, sin reproches, sin culpas, sin más planes que el
plan de seguir adelante vayas a donde vayas. Soltando lastre y fardo pesado.
Y ante cualquier situación complicada, haciéndote esta
pregunta:
¿Qué haría ahora alguien que se respeta, que se ama, que se
reconoce, que sabe quién realmente es?
Una persona como tú que ahora ha descubierto su valor… Pues
eso, ya sabes que toca… Adelante.
No has venido a la vida a convertirte en alguien
maravilloso, has venido a recordar que ya lo eres.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2021/05/24/una-persona-como-tu/
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