COMPROMISO Y AUTOESTIMA
Los siguientes videos de animación son muy
originales y divertidos, y los dos cuentan una breve historia de amor. Pero
tienen también otra característica en común. En los dos se evidencia el
compromiso incondicional que es un rasgo central del amor verdadero. En ambas
historias vemos actuar a los protagonistas sin dudas ni vacilaciones para
defender a su compañero de cualquier peligro. ¡Como debe ser!
“Oktapodi”, de Gobelins, ganador del Oscar2009
Cortometraje “Meet Buck” (Conocer a Buck).
Estas dos “fábulas
modernas” son efectivas precisamente porque los protagonistas se muestran
naturalmente dispuestos a cuidar amorosamente del otro, en cualquier
circunstancia y hasta las últimas consecuencias. Es esa característica de ser
incondicional lo que diferencia al auténtico amor de otras emociones menos
profundas con las que a veces lo confundimos. Y claro, ese compromiso y esa
fidelidad son esenciales para que las dos historias tengan sentido y para que
merezcan ser contadas.
Del mismo modo, sin ese
amor incondicional por nosotros mismos nuestra propia historia se convierte en
una historia triste, o por lo menos intrascendente. Solo queriéndonos y
aceptándonos sin condiciones estamos preparados para disfrutar plenamente de la
experiencia de vivir y para convertir nuestra historia en algo realmente
interesante.
La realidad exterior en la que vivimos es una
proyección de nuestro mundo interno. La relación que tenemos con nosotros
mismos se refleja en todas las interacciones que tenemos con los demás, en cada
situación o experiencia que nos toca vivir.
A todos nos gusta ser bien tratados, que se
respeten nuestras necesidades y, en el caso de nuestra familia, que nos quieran
incondicionalmente. Y aunque no lo pensemos con mucha claridad, solemos creer
que si tratamos así a los demás, merecemos recibir “a cambio” el mismo tratamiento…
como si se tratara de un acuerdo universalmente aceptado. Pero nos duele ver
que con frecuencia los demás no respetan este “acuerdo”.
La vida te trata tal y como tú te
tratas a ti mismo.
(Louise L. Hay)
(Louise L. Hay)
Para los que comprendemos esta idea, se convierte
en prioridad aprender a apreciarnos de manera positiva en toda situación, es
decir, incrementar nuestro nivel de autoestima. La autocrítica sin amor no
resuelve problemas, sólo los atrae. Si aprendemos a sentimos a gusto tal como
somos, si tenemos una relación saludable con nosotros mismos, si somos capaces
de vernos amorosamente en cualquier circunstancia, si tenemos un alto nivel de
autoestima, es decir, si nos queremos sin condiciones, entonces nos sentiremos
naturalmente merecedores de todo lo bueno, de cualquier cosa que anhelemos. Y
ejerciendo nuestra milagrosa facultad de crear, haremos que nuestra vida y
nuestras relaciones reflejen la plenitud, el bienestar y el amor que
desarrollamos primero en nuestro mundo interior.
Compromiso con el momento presente
Del mismo modo que de
todas nuestras relaciones es prioritario que sanemos la que tenemos con
nosotros mismos, de todas las nuestras actividades hay una que requiere toda
nuestra atención: experimentar conscientemente el momento presente.
El origen de cualquier dolor emocional siempre
parece ser el mismo: la realidad no se ajusta a nuestras expectativas y esto
nos produce un cierto grado de frustración. Consciente o inconscientemente
asignamos a nuestros deseos una importancia tan exagerada que sentimos que no
podemos ser felices si no se cumplen. Pero esto es sólo un engaño de nuestro
ego, de nuestro falso yo. Salvo en casos extremos, la felicidad es un estado
interno que no depende de nada exterior y la única condición previa para
alcanzarla es experimentar plenamente, conscientemente, el momento presente.
El siguiente video muestra lo que sucede en una
cierta estación de subterráneo en la que una de sus escaleras tiene un escalón
cuya altura es apenas superior a la de los demás (los textos en inglés al
comienzo del video son solo una sencilla introducción).
“Escaleras del subterráneo de Nueva York”
Cualquiera podría decir
(y tendría razón, claro!) que la gente tropieza porque la escalera tiene una
pequeña falla. Pero el video también muestra otra verdad más profunda, mucho
más importante, que resulta evidente pero que a la vez pasamos fácilmente por
alto: que la gente que sube esa escalera lo hace de manera mecánica, sin
prestar atención a lo que está haciendo, mientras va pensando en otras cosas,
muchas veces preocupada por lo que pasó o por lo que podría llegar a pasar.
Actuar de manera inconsciente o realizar de
manera mecánica cualquier actividad, aunque se trate de una tarea rutinaria,
nos debilita, nos quita entusiasmo, nos resta energía. Y le permite a nuestro
ego distraernos de la realidad del momento presente con su constante flujo de
pensamientos desgastantes.
Nuestro compromiso es, entonces, doble: amarnos
y despertar…
Axel Piskulic
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