EL UMBRAL DE NUESTRO BIENESTAR
 Todos somos
 conscientes que no corren buenos tiempos, para casi nadie, son
 momentos donde reina la confusión, el miedo a un futuro que pinta
 incierto, las consecuencias de una crisis económica de la que aún
 no hemos salido, la inestabilidad laboral …
 En esta
 situación es muy normal que a veces nos parezca que nos falta la
 vida. Que todo es demasiado pesado y que uno va demasiado lento.
 A veces uno
 siente que el ruido de afuera nada tiene que ver con lo que pasa en
 nuestro interior y hasta las risas de otros, nos molestan. Nos
 molestan los gritos, lo rápido, lo novedoso, lo diferente y hasta
 que nos cambien las cosas de lugar dentro de nuestras pequeñas
 rutinas. 
 Cuando se
 pierde ese ánimo que alegra nuestra existencia, todo parece caer en
 un vertiginoso descenso imparable hasta el fondo del alma.
 A veces no
 sabemos por qué perdemos fuerza en nuestro ánimo, otras sabemos
 muy bien las razones. En cualquier caso abrimos la puerta a la
 debilidad corporal y a la flaqueza mental por lo que estamos
 expuestos a cualquier quiebro de la salud tanto la física como la
 emocional.
 Es como si
 dijésemos al cuerpo: …” Aquí estoy, derrotado y vencido. Tengo
 la seguridad que todo sale mal a mi alrededor, que soy la causa de
 un cúmulo de problemas que no terminan de resolverse y que en esta
 situación solamente puedo empeorar.”
 De este modo,
 puede resumirse nuestro estado de ánimo cuando estamos por debajo
 del umbral de nuestro bienestar.
 Sin embargo,
 estaría bien hacer un listado de las cosas que nos gustaban, de
 aquello que nos ilusionaba, de nuestro secreto deleite o de lo que
 antes nos motivaba y de lo que aportaba felicidad a nuestra vida.
 Hay que hacer un esfuerzo por salir de ese estado de hundimiento,
 del malestar crónico.
 Una buena
 forma de empezar es hacer pequeños cambios, en el día a día,
 cambia de corte de pelo, viste distinto, prueba otra colonia,
 respira aire en otro lugar, llama a esa persona de la que siempre te
 acuerdas y a la que nunca acudes, tómate un buen café con quien
 desees, habla, escucha, siente y deja que todo suceda, que todo
 fluya lentamente.
 En ocasiones,
 simplemente con creer en que estas dando un paso adelante en la
 mejoría, es suficiente. Mañana serán dos. Muy pronto te
 encontrarás siendo él o la de siempre, incluso mejor.
 Recuerda que
 nadie puede hacerlo por ti, por mucho que te quieran, por mucho que
 intenten ayudarte, tú eres el único dueño de ti mismo y de tu
 sentir. Hasta que tú no des el primer paso, nadie puede ayudarte,
 cuando hagas el primer cambio por mínimo que sea, ya has empezado a
 ganar.
 Date el
 tiempo que necesites para que todo se recomponga. espera.
 observa. siente cómo todo sucede. y luego da las gracias, porque
 siempre hay que ser agradecido. ¿a quién? qué más da… a quien
 corresponda, pero da las gracias.

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