ANTES Y AHORA
Antes no me gustaba que me tomasen el pelo.
Ahora, me da igual: apenas tengo pelo.
Antes siempre tenía que encontrar al responsable de
cualquier cosa que me parecía que estaba mal hecha.
Ahora, ya no lo busco.
Antes me enfadaba por demasiadas cosas.
Ahora, quizás me tomo demasiadas cosas a broma.
Antes, si prometía algo, me desvivía por cumplirlo.
Ahora ya, pido más veces disculpas.
Antes pensaba que el mundo era mejorable.
Ahora pienso que yo soy
mejorable.
Antes pasaba más tiempo educando a mis hijos.
Ahora procuro pasar más tiempo cultivando nuestra
amistad.
Antes, cuando se estropeaba algo en casa, quería que
fuese arreglado rápidamente.
Ahora, la mayoría de las cosas, si no son
imprescindibles, esperan ahí: su momento oportuno.
Antes me complacía ser el mejor.
Ahora, me gusta simplemente ser.
Antes no me gustaba que quedasen "flecos
sueltos".
Ahora, esos "flecos sueltos" componen por
sí mismos otros nuevos asuntos, más simples y postergables.
Antes sentía miedo a hacer el ridículo.
Ahora, si lo hago, al menos hago algo.
Antes buscaba un sitio para cada objeto.
Ahora cada objeto busca (y encuentra) su propio
sitio.
Antes me preocupaba mucho por el qué dirán.
Ahora, apenas me preocupa que digan.
Antes, cuando iba a salir, tenía que dejar todas las
tareas terminadas.
Ahora, salgo cuando me conviene y, que esperen las
tareas.
Antes no dejaba para mañana lo que podía hacer hoy.
Ahora, no hago hoy lo que pueda dejar para mañana (o
pasado...)
Antes, si no recibía llamadas, visitas, cartas...,
me sentía solo.
Ahora, ya tengo toda la compañía que deseo.
Antes buscaba explicaciones, significados
"ocultos", en los gestos y palabras de los demás.
Ahora, los acepto, sin más.
Todo
lo anterior
se puede resumir en dos:
*
Sonreír es mucho más fácil y, por supuesto más sano, que enfadarse.
*
Seguramente, me quedan muchos más "antes" y "ahoras" que
desvelar.
Que así sea.
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