EMPIEZA POR LO QUE NO QUIERES
Si desconoces el camino, descarta senderos
Qué difícil es saber
lo que uno quiere.
Espinosa situación se presenta ante las personas cuando llama a la puerta el
apresurado y siempre estresado concepto de la elección. Eso ocurre si no tienes
las ideas claras, y si las tienes, deberías pensar bien por qué crees
haber dado con lo correcto, no vaya a ser que escondas algún miedo o indecisión
y lo disfraces de seguridad ante los demás. Dudar es lo que te convierte en
singular y no la decantación animal que trae de nacimiento una misión concreta.
Descartemos a los
genios que sí lo saben, los animales y a las personas aparentemente normales
pero ansiosas de genialidad que creen saberlo. ¿Quiénes quedan? Todos nosotros,
es decir, casi todos. Ahora bien, ¿por qué pasa? Pues por el recurrente mensaje
de fondo de mis artículos, la razonable duda que todo lo inunda para
bien. A pesar de sus bondades, cuando se nos presentan varios caminos u
opciones, la duda sólo nos mantiene inmóviles ante esas proposiciones del
destino. ¿Es lo que queremos? Claro que no, dudamos para ser mejores,
nunca para parar la máquina de nuestra vida. ¿Entonces? No ocurre nada
malo, sólo hay que saber cómo salir del vicioso círculo de la
indecisión.
¿Qué quieres ser?
¿Cómo quieres ser? Si eres un genio podrás responder, si eres normal, dirías
que no sabes concretamente, porque te gustan muchas cosas y querrías tener en
ti virtudes diversas. He ahí la cuestión, querido lector. La pregunta está
incompleta. ¿Cuál sería entonces la pregunta completa y correcta? Como casi
siempre en la vida y para todo: su antítesis. Es decir, ¿qué no quieres
ser? ¿Cómo no te gustaría ser?
La segunda parte de
la pregunta desencadena en ti respuestas concretas, pues de lo que sí estás
convencido es de lo que no quieres en tu vida. “Empieza por lo que no quieres”, así comencé este artículo y es
ahora cuando cobra sentido. Es justo en ese lugar donde la duda razonable viene
a rescatarnos, esa que siempre nos acompañará para bien. Ese talismán
en tu camino te sugiere que abandones todo aquello que te ofrece para bien y
mal la vida y que no quieres en la tuya. No quiero ser esto y
aquello, dirá tu interior,
descartando caminos pero conservando todos los que en su recorrido tienen algo
de tu agrado.
Si no sabes lo que
quieres, no te sientas afligido, tal y como quieren provocar en ti quienes sí eligieron y
no están satisfechos. Suelen tomar el analgésico de la “ley de vida” para aliviar un dolor de
cabeza con tendencia a migraña a lo largo de los años.
¿Hay que ser una
sola cosa? ¿Quién dijo que sí? Nadie razonable, sin duda. Quien lo sostenga es
alguien rígido e inmovilista, alguien estacionado en el camino de los tiempos o habitando
un hogar alumbrado por la luz de un candil. Muy romántico, pero el
romanticismo nunca estuvo casado con el atraso. Es un estado que no se puede
tocar, las cosas sí. Se podrá ser romántico dentro de 100 siglos en una nave
espacial, no me cabe la menor duda.
Tienes que
decidirte, sostienen.
Y tú, en tu razonable duda, indeciso con qué camino elegir. Fatal consejo
ofrecido y contra natura intento. La inteligencia es en sí
misma pluralidad de acción y por ello es siempre un barco que navega según
el viento de tu elección. Debes ser el pirata de todos tus mares y no
un simple grumete que transporta pasajeros entre las dos mismas orillas toda su
vida.
Si no sabes lo que
quieres recuerda que estás en lo correcto, que no te engañen. Si quieres mayor certidumbre en
ese viaje “empieza por lo que no quieres” y te dirigirás hacia un horizonte que sí ha
dejado a su espalda destinos no deseados. Ya no estarás perdido en un infinito
océano de direcciones. Eliminar esa parte será ya la correcta elección
que te llevará a miles de orillas.
Felices
días a todos
Empieza por lo que no quieres es un consejo de navegación que firma Miguel Ángel Blanco Martínez, capitán al timón de
la duda certera
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