EL “EMPUJE” MÁGICO
“Lo que flota está llamado a
navegar”. ¿Fácil no? Pues no
le fue tan sencillo a la humanidad comprender este principio que acabo de
“elucubrar”. Si flota puede viajar, si viaja llegará a algún lugar. Ocurre
tanto para las cosas como para lo intangible. Si hablamos del mar de los
deseos, anhelos o sueños sucede igual. Sólo debe cumplirse un requisito para
que este principio llegue a buen término: el empuje.
En
el mundo físico se tardaron miles de años para comprender que lo que aparentemente
no tenía la cualidad de flotar era capaz de hacerlo. De hecho, siempre había
podido “sostenerse” sobre el agua. Desde el mismísimo principio de los tiempos.
En seguida lo explico…
La historia nos ahonda en sus profundidades hasta 100.000 años atrás para
mostrarnos al hombre cumpliendo su sueño de transportarse por el agua. En aquel tiempo “un tronco
deliberadamente tallado” le permitió hacerlo. Desde entonces hasta hace apenas
200 años las embarcaciones surcaron los mares con este material de origen vegetal. Creían que únicamente la madera había
recibido el “regalo” de ser considerada como elemento con la cualidad de flotar.
Así lo pensaron durante siglos y siglos. Era mentira, como tantas otras “cosas”
de la historia. La cualidad que habilita la flotación no está nunca en
el material.
Fue en 1821 cuando el primer barco con casco de
metal a vapor surcó los mares. Para los “habitantes” del siglo XV
hubiera sido impensable, incluso digno de brujería. Ese barco llevaba por
nombre “Aaron Manby” y pesaba 120 toneladas. Pareció increíble para la gente de
ese tiempo que el metal en tanta cantidad y peso pudiera flotar, pero ocurrió,
como tantas otras “cosas” impensables hasta que ocurren. Tuvieron que pasar casi 98.000 años desde que
se “navegó” con un tronco de madera hasta que se desmitificara que el metal era
muy pesado para flotar.
La ley que explicaba
todo existía desde mucho tiempo atrás. Durante la Edad Media, en esa etapa tan
vanagloriada y tan atroz para casi todo, nadie la aplicó. Ese tiempo atrás en la
fundación de la ley nos lleva a su creador, Arquímedes, quien en el 200
A. C. estableció la ‘Ley de
Flotación’. La norma, simplificada, explica que “un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, recibe
un “empuje” (palabra clave) de abajo
hacia arriba igual al peso del volumen del fluido que desaloja”.
Ese principio no se
comprobó para el hierro hasta 1821 en el emblemático barco de vapor. El pesado
metal era digno de la magia de la flotación, aun siendo considerado durante
milenios un elemento incapaz de ello. El secreto no estaba en el metal, sino en una fuerza desvelada por
Arquímedes: el “empuje”.
Si regresamos al mar
de los deseos y anhelos, ocurre lo mismo. Un
sueño (tu barco), cuyo peso es tan elevado como para pensar que no es digno de
flotar y surcar los mares de la realidad, también puede hacerlo. Flotar no
es una cualidad de ese deseo, sino del líquido (tiempo, espacio y lugar) en el
que se instale. Su flotación vendrá determinada por el “empuje”, la capacidad
que tenga de desalojar ese líquido para salir a flote.
Nunca un sueño (por duro y pesado como el hierro que parezca) es capaz
o no de salir a la superficie. Esa no es su cualidad. Es el “empeño” o “empuje” el capaz
de hacerlo viajar. Tus sueños flotan si induces al líquido (tiempo,
espacio y lugar) a realizar el empuje necesario.
Bienvenido a bordo.
**Si decidiste sacar a flote tus deseos y navegarlos, aquí
tienes viento que empujará ese barco:, , , , , ,, , , y
El “empuje”
mágico es
la corriente de palabras que crea Miguel
Ángel Blanco Martínez,
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