LO INESPERADO
"Los deseos genuinos poseen una fuerza extraordinaria que se
convierten en imanes en la realidad, y tienen la propiedad de atraer sucesos
que favorecen su realización. Estamos acostumbrados a esperar que ocurra
siempre lo más probable y no nos atrevemos a pensar en lo imposible.
La semilla de una coincidencia nace en el seno de una necesidad del
alma. Esa extraordinaria fuerza inmaterial se convierte en una intención en el
mundo real de los significados; y si logramos no estar pendiente de los
resultados el poder organizador de la naturaleza realizará el milagro. Así es
como el significado de la coincidencia resuelve armoniosamente la inquietud
humana individual más profunda y a la vez le señala un nuevo camino.
El Universo está en constante evolución y puede detectar la fuerza del
alma y guiarla hacia la realización de su propósito, en armonía con el
propósito universal.
El Ego es la única barrera que impide el maravilloso mecanismo de los
milagros, porque existe una condición indispensable para la ocurrencia de una
coincidencia significativa: la entrega, la rendición, la aceptación de lo que
es".
Cuántas circunstancias "sorpresivas" suelen suceder tras lo inesperado?
Con el paso del tiempo, terminamos por admitir la gran sabiduría que
oculta la cadena sutil de acciones que nos conducen a un destino u otro, una
cadena que a veces se teje con sucesos imprevistos que escapan a nuestro
supuesto control, sucesos que animan el propósito del Gran Juego.
La Inteligencia Universal se manifiesta con toques de inesperado “a
pesar” de nuestros planes. En realidad lo que consideramos como previsible no
deja de ser una fotocopia mental construida por la memoria, es decir un
material conformado por clichés que se proyectan sobre un futuro nada creativo,
porque se trata de una apretada visión del devenir que a cambio de monotonía,
puede aportar una efímera sensación de seguridad. Tengamos en cuenta que los
seres más inseguros son los que ilusoriamente tratan de tener todo el devenir
lo más atado y colonizado posible, seres que ignorando sus potenciales tienen
serias dudas de disponer de recursos para hacer frente a lo que surja. Una vez
más aparece el juego de las carencias producidas por el recuerdo de viejos
dolores y el temor a repetirlos.
¿Sin embargo qué mejor estado de conciencia que el de la sorpresa? ¿Acaso
vamos a dejar que tal maravilla sea patrimonio emocional tan solo de los niños?
Ejercitemos nuestra “mirada de principiante” y percibamos todo como si
fuera la primera vez. Soltemos los prejuicios y las suposiciones, y
refresquemos nuestra percepción. Toda una invitación a recorrer la vida que nos
toca en un permanente “descubrir”. En realidad el descubrir es más
significativo que lo “descubierto”, y tan solo viviremos la maravilla del
descubrimiento si volvemos a “ser como niños”. Algo que no significa dejar de
discernir ni dejar de aplicar nuestra experiencia de la vida, sino más bien
resonar con un estado de inocencia que suspende el juicio acerca de todo lo que
se percibe, un estado por el que cesamos de realizar comparaciones y de
criticar de forma estéril lo que simplemente ES y sucede. Algo que se logra con
trabajo interior.
El sabio indio Sri Nisargadatta fue todavía más lejos cuando afirmó
que: “Tan solo lo inesperado es Real”.
Una reflexión que nos lleva a preguntar, ¿acaso entonces lo previsible
es tan solo un sucedáneo de la realidad? Una vez más la sabiduría responde
conduciéndonos suavemente hacia la vivencia del momento presente, una vivencia
que asimismo nos invita a evitar la anticipación y la expectativa.
¿Precisaremos del regalo de la comprensión para lograr abrazar el creativo
abismo del presente continuo? Parece evidente que el momento presente es la
llave que abre todas las puertas, incluidas las que hacen referencia a vivirnos
surfeando por entre los pliegues del sostenido descubrir, ¿hay mejor forma de
vivir que mantenernos enfocados en la atención creativa del ahora?
¿Qué nos pasará en las próximas 3 horas? ¿Quién puede asegurar que no
nos va a suceder algo significativo? Atención, abramos la puerta de lo
insospechado y dejemos espacio en el alma para que “pase un ángel”, un ángel
blanco o negro que, al igual que el amor y el odio, son casi lo mismo y laboran
por nuestro sostenido expandir. Convendrá dejar espacio en el corazón para que
de pronto se nos ocurra aquello que una vez más puede cambiar nuestra vida.
Vivamos abiertos a que de pronto suceda justo eso que meses o años atrás
anhelamos, y que ya habíamos olvidado como posible. ¿Quién es capaz de evitar
la insólita llegada de lo Nuevo?
Tomemos consciencia de que tan solo es la mente racional con sus
consabidas protecciones la que se resigna, la que se niega, la que se torna
escleróticamente escéptica y se aferra a lo conocido, la que trata de agarrotar
el devenir. En realidad, viendo el panorama emocional de las grandes urbes en
las que habitan gentes apretadas que han dejado de descubrir, soñar y
sorprenderse, uno se pregunta... ¿Acaso esta actitud de escepticismo y
cerrazón, tan presente en esta sociedad pragmática, no es un virus que algún
perverso hacker ha logrado colar en la mente humana? ¿Dónde se encuentra la tan
creativa espontaneidad?
Pues bien, dado que en la naturaleza todo veneno tiene su antídoto,
convendría crear un antivirus para descongelar el sistema vital de la
desesperanza. Y en este sentido, el mejor que conozco es un corto mantra que
merece la pena pronunciar varias veces al día. Se trata de hacerlo presente en
todo momento y lugar hasta instalarlo, por ejemplo, puede programarse en la
pantalla del móvil, en la del ordenador o con un imán en el frigorífico… En
realidad es un antivirus muy barato que ahora tengo el gusto de pasarte en tres
inolvidables palabras”:
“Todo es posible”
¿Acaso existe mejor oración que estar abiertos a que lo imprevisto
suceda?
Por José María Doria
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