MADURAR CON HUMOR Y ALEGRIA
"Maduramos
el día en que nos reímos francamente de nosotros mismos".
Nos pasamos media vida tratando de tomar en serio
nuestro papel en el mundo y, otra media, tratando de aligerar el peso que
tuvimos que cargar para salir adelante. Media vida poniendo un rostro grave
para que nos tomen en serio y, otra media, tratando de reírnos un poco de
nosotros mismos mientras compartimos el “tinglado” de la doble moral y las
corrupciones silenciosas. Un espacio lúdico y patético en el que todos “están
en el ajo”, incluida la propia persona.
Madurar es un objetivo que promete serenidad y
disminución del sufrimiento existencial. De hecho, el proceso de maduración
conlleva una permanente reducción de la importancia personal y de la
importancia que a su vez, parecen tener las cosas.
Conforme uno crece y se desarrolla, vive la cara y
la cruz de la moneda de casi todas las situaciones de la vida. Y dicha toma de
consciencia, de pronto, crea la liberación de ese miedo sutil que inspiraba la
solemne dramatización del camino de ida.