ADIÓS A LAS PREOCUPACIONES
Practica el “Carefree
Life”!
La palabra pre-ocupación, como su propio nombre indica,
significa ocuparse antes de tiempo.
Cuando
vivimos pre-ocupados por el mañana, somos incapaces de disfrutar el momento, el
hoy, el instante actual. Es decir, las preocupaciones paralizan el presente,
y lo que es más serio, inmovilizan el aquí y el ahora.
¿Cuántas
veces no nos dormimos dándole vueltas a algún problema? Este desgaste
energético, de valoración de infinidad de posibilidades, nos produce un agotamiento físico y mental, que precisamente
provocará en nosotros el efecto contrario que deseamos; a la hora de gestionar
y ocuparnos de la situación en el momento, estaremos exhaustos, y nuestra
capacidad de toma de decisiones puede estar mermada.
Y eso en el caso de que sea un problema
real y práctico, porque: ¿Cuántas veces nos regodeamos en un problema
imaginario?
Hay
gente que cae en un bucle infinito de preocupaciones,
creándose monstruos imaginarios, ideando mil y una fatalidades que les pueden
ocurrir en un plazo más o menos corto de tiempo.
Y
no viven el presente, el momento, puesto que están demasiado pre-ocupados en
solucionar unos problemas que en el 90% de los casos no van a suceder.
Qué interesantes somos los seres humanos, ¿Verdad? A mí me fascina como nos
encanta amargarnos la vida.
Y
no hay que confundir despreocupación con pereza o irresponsabilidad,
puesto que el despreocupado afrontará la ocupación o el problema en el momento
exacto, mientras que el perezoso o irresponsable lo evitará.
Así
que yo os animo a que seáis despreocupados. Practica el “carefree life” o vida sin preocupaciones:
Echa el freno
Cuando
nuestra cabecita se prepara para correr una maratón de 50 problemas
imaginarios, frena. Dale un respiro. Cuando vivimos atolondrados por el día a
día, nuestros pensamientos también van a 100 por hora, y esta velocidad hace que nuestra
mente vaya más allá de lo racional, llegando incluso a convertirnos en futurólogos. Hacemos
predicciones tan fatídicas e improbables como nuestro grado de preocupación.
Se racional. Trabaja el análisis reflexivo
Ante
una preocupación excesivamente recurrente, intenta caricaturizarla. Esto no
significa que te burles o no la tengas en cuenta, sino que la lleves hasta el
extremo, es decir, visualiza qué es lo peor de lo peor que podría ocurrirte, y
verás que no es tan malo. Reflexionando,
entenderás que las posibilidades de que ocurra todo eso son insignificantes.
Hay
cosas que escapan a nuestro control como son la vida y la muerte, los desastres
naturales o los accidentes. Y por mucho que te preocupes no te va a servir de
nada. Si aprendes
a vivir tu vida sin preocupaciones, estarás mucho más preparado para afrontar
estas situaciones en el caso de que ocurran. Tu mente no estará exhausta de
anticipaciones por lo que podrás ocuparte con pleno rendimiento de la
situación.
Delega en los demás
Por
mucho que te angustie, los problemas de tu pareja son eso, problemas de tu
pareja. Se empático e intenta ayudarle en lo que puedas, pero aprende a no
apropiarte de los dilemas de los demás. No te atormentes con problemas que no te conciernen,
que bastante tienes ya con los tuyos.
Deshazte de los “Ysis”
Los
“Y si…” son esos amigos imaginarios que tienen la bonita costumbre de irrumpir
en tus pensamientos, provocándote mil y una dudas. Y si… ¿no estoy tomando la decisión
correcta?Y si… ¿mañana me
despiden del trabajo?
Los
Ysis, lejos de ayudarte, te provocan un estrés innecesario. Si la decisión no es correcta, habrás
aprendido como hacerlo la próxima vez. Si mañana te despiden del trabajo… pues
no te preocupes porque podrás trabajar como adivinador de éxito gracias a tus
Ysis.
Porque
con la mayoría de las personas los Ysis se equivocan más del 90% de las veces,
por lo que calcula el tiempo que puedes dedicar semanalmente a valorar esa
serie de predicciones, y empieza
a pensar en formas más enriquecedoras de utilizarlo.
Céntrate en el momento presente
Rodeados
de tantas preocupaciones, no nos ocupamos del tiempo real. Vivimos en un mañana
ficticio que nos impide disfrutar de ese café con tu amigo, de ese libro que
tenías tantas ganas de leer, de esa conversación, o simplemente de la maravillosa sensación de relajarte y no pensar en nada.
Aprende
a despreocuparte. Sal a la calle, respira, observa, escucha, saborea y palpa
ese momento. Con todos tus sentidos. El tiempo vuela, y los momentos pasados no
vuelven más. Así que manda a paseo a
tus “Ysis”, que tú hoy tienes planes mucho más bellos por hacer.
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