SOLTAR LO QUE
NOS ATA
Universo,
dame serenidad para aceptar aquellas cosas que no puedo cambiar. Coraje para
cambiar aquellas que sí puedo. Y sabiduría para reconocer la diferencia.
Si una
parte de nuestra actual vida está tiranizada por alguna clase de dependencia y
no vemos todavía la forma de resolver tal atadura, recordemos que el universo
cuenta con depósitos de serenidad infinita para toda mente que lo precisa y
convoca.
Si una
parte de uno mismo se siente esclavizada por cualquier tipo de adicción, deberá
aprender a encajar la consiguiente frustración una y mil veces, aceptando la
desdicha pasajera. Y si uno cree “necesitar” una relación o sustancia que
intoxica o bien una determinada conducta que nos deteriora, no dudemos y
confiemos que un Principio de Orden Superior, proporcionará las circunstancias
idóneas para liberarnos de la cadena.
Mientras
tanto, indaguemos en la enseñanza de las luces y sombras que tales dependencias
conllevan. Poco a poco comprobaremos que estamos tapando otras cosas a través
de lo que nos ata.
Si uno
se pregunta, “¿por qué arrastro esta cadena?” Tal vez intuya que todavía no es
el tiempo de la respuesta. Tan sólo confiar y seguir adelante con esa “cruz a
cuestas”, mientras algo cambia día a día en lo más hondo de la conciencia.
Nada es
estéril, ni siquiera la conducta que uno critica y rechaza. El Universo se
expande a formidables velocidades. Nada va hacia atrás, ni tan siquiera las
aguas profundas de nuestro río, aunque, a veces, parezca que no avanzan. De
pronto, llega un día en el que suena un teléfono, sucede un imprevisto o
simplemente llaman a la puerta… Ha ocurrido algo extraordinario que altera el
viejo orden. Se trata de algo que, con apariencia de inocente, revoluciona
sutilmente todas las cosas. Ante estas circunstancias, uno siente llegado su
momento. Sabe que ha tocado fondo. Ahora en su vida se borran viejos dibujos
mientras algo nuevo nace y se reorienta.
De la
misma forma le pasa al joven Río cuando fluye por vez primera. Sus aguas
descienden de las montañas creando el cauce a su paso y buscando los senderos
de menor resistencia. Pasado un tiempo en el que el Río está más crecido, sucede
que tropieza con un pozo o simplemente llega hasta una hondonada de piedra. De
pronto, siente que su marcha se detiene y que su avance e ilusiones se pierden
y estancan. Pasan los días, mientras el Río aparentemente estancado, se vacía
de sueños y de anhelos aceptando su vulgar destino, su rutina y la frustración
de sentir que en su vida no pasa nada. Sin embargo, sin él saberlo, la fuerza
vital de la corriente aumenta cada minuto hasta llegar al borde de la muralla.
De pronto, amanece un día en el que, sin esfuerzo alguno, se supera el
obstáculo y fácil, muy fácilmente y sin esfuerzo, todo refluye chispeante hacia
nuevas tierras y experiencias.
Los
estancamientos son aparentes. La experiencia de esclavitud hacia sustancias,
personas o acciones que nos dañan y destruyen, a menudo, también aportan otros
beneficios ocultos de aprendizaje y consciencia.
Más
tarde, la vida llama al Gran Cambio y nos implica en una revolución silenciosa.
El recién nacido brota más lúcido ante la nueva vida que lo acoge y lo apoya.
Uno
bien sabe que la conquista de la sabiduría señala un fluir sutil por el filo de
la navaja. El que se levanta aún es más grande que el que no enfrentó la caída.
Se trata de despertar el coraje cuando así la situación lo demanda.
En
cualquier caso, somos totalmente inocentes de experimentar ataduras cuya razón
y oscuro sentido aún no se revelan. Finalmente, el poder de lo global, a través
de sus líneas sinuosas, conduce al discernimiento y al despertar de la
conciencia.
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