LA SABIDURÍA DEL AHORA
Está incrustada en la existencia misma. La ilusión de que
podemos existir sin ella debe ser descartada
Querer vivir en el presente es algo que muchas personas
encuentran frustrante. Se les dice que la vida se renueva en el momento
presente, que la carga del pasado disfraza la alegría que siempre está
disponible en el presente.
El problema es que estas hermosas promesas son difíciles de
traducir a la experiencia personal. Es preciso sondear un poco más profundo
para ver lo que realmente se necesita. Hay sabiduría en el ahora que no se revela a la mente.
Es la mente la que encuentra el momento presente tan esquivo. Constantemente ocupada con pensamientos, sentimientos y sensaciones, la mente da la impresión de que ya está presente. Esto es una ilusión.
Considera la luz que nos llega desde galaxias distantes.
Mirando el cielo nocturno, esta luz parece estar brillando aquí y ahora, pero,
de hecho, la luz de las estrellas tardó millones de años en llegar a la Tierra,
por lo que la luz que ves en realidad tiene millones de años.
Sorprendentemente, lo mismo es cierto de lo que ves en este
momento. En el brevísimo tiempo que tardan los fotones de luz en viajar desde
la retina hasta la corteza visual del cerebro, se produce un retraso.
En efecto, estás viendo el pasado, como cuando miras las estrellas. Lo mismo es
cierto para los otros sentidos también.
El auge y la caída de la percepción trae consigo un retraso
en el tiempo. Del mismo modo, el
ir y venir del pensamiento es en realidad solo una impresión de estar presente.
La gran mayoría de los pensamientos requiere una interpretación, lo que sitúa
el pensamiento aún más en el pasado. Considera cómo un pensamiento como “tengo
mucha hambre” puede persistir durante horas hasta que tenga la oportunidad de
comer.
Sin embargo, en realidad estás presente en tu mente, el lugar interior donde estás presente
escapa a tu atención. Este lugar es la
brecha silenciosa entre los pensamientos.
Un pensamiento es transitorio, sube y baja como una ola en
el océano. No obstante, el océano siempre está presente, al igual que el fondo
silencioso de la conciencia que vislumbras, por una fracción de segundo, entre
pensamientos.
Si te sumerges en esta brecha silenciosa, que es el
propósito de la meditación, la conciencia que experimentas está en
el momento presente. El silencio
no tiene malos recuerdos, heridas, traumas ni condicionamientos de tu pasado. Por
lo tanto, puede estar presente.
El silencio es continuo y nuevo al mismo tiempo. La novedad
proviene de las posibilidades creativas que contiene la conciencia humana. No
todas estas posibilidades son nuevas. Cuando tu mente entregue su próximo
pensamiento, con toda probabilidad repetirá o se parecerá a un pensamiento
pasado.
Los hábitos de pensamiento son la principal razón por la
que no experimentamos el momento presente.
Tu cuerpo no tiene ese problema. Las células siempre están
presentes, tienen que estarlo para sobrevivir. Tus células no almacenan un
suministro de oxígeno y nutrientes por más de unos pocos segundos. Dependen de
nutrirse sin preocuparse por el futuro. En otras palabras, confían en la sabiduría
del ahora. Si una célula pudiera expresar en qué consiste esta sabiduría,
diría que…
• es siempre nueva,
• sabe lo que se necesita en todo momento,
• refresca la experiencia de estar vivo,
• contiene energía vibrante,
• no se arrepiente del pasado ni tiene aprensión por el
futuro.
Estas son las mismas cualidades que la mente busca en el
momento presente. Sin embargo, en realidad no hay nada que buscar, porque el
ahora no ocupa espacio en el tiempo. No puede ser incautado o descrito.
Según los estándares de la mente pensante, que anhela
aferrarse a experiencias placenteras y desterrar las dolorosas, no
existe un “allí”. El ahora no se trata de placer o dolor.
Una vez que te das cuenta de esto, has dado el paso más
importante para estar en el momento presente: deja de creer que puedes llegar
allí pensando, sintiendo, creyendo, esperando o cualquier otro proceso mental.
La sabiduría del ahora, como tu cuerpo ya sabe en sus
trillones de células, está incrustada en la existencia misma. Sin esta
sabiduría, una célula no puede existir. La ilusión de que puedes existir sin la
sabiduría del ahora debe ser descartada.
Como se ve en la tradición védica de la India, la
vida cotidiana es pura ilusión cuando se vive sobre la base de los cinco
sentidos y la mente.
“Ilusión” es una palabra, realmente una acusación, de la que
la gente desconfía, porque todos nosotros estamos profundamente condicionados a
vivir al nivel del mundo material, el cual debe ser interpretado por los cinco
sentidos para que tenga sentido. Sin embargo, los cinco sentidos no
tienen nada que ver con percibir la realidad, ni siquiera el mundo físico.
Toda experiencia ocurre en la conciencia. Sin conciencia, el
mundo “allá afuera” no tiene imágenes, sonidos, texturas, olores ni sabores.
Esa parte no se puede cuestionar, porque a primera vista todos sabemos
que en el sueño profundo no hay mundo “allá afuera”, no para
nosotros como experimentadores. Aquí la sabiduría del ahora toma un giro
extraño.
En el sueño profundo, de acuerdo con los videntes védicos,
experimentas la conciencia pura, lo que hace que el sueño sea lo más
cercano a la ausencia total de ilusión.
Este razonamiento suena extraño y la respuesta automática es
que el sueño no contiene ninguna experiencia si no estás soñando. Pero esto se
debe a que la bruma de la mente condicionada se superpone desde las horas de
vigilia hasta las horas de sueño.
Con la claridad de la conciencia, percibirías el sueño como la paz tranquila de la
conciencia pura. De hecho, tienes que ir allí para que tu cerebro haga
borrón y cuenta nueva y se deshaga de las toxinas acumuladas, dos cosas que no
puede realizar mientras estás despierto y pensando.
Es probable que pocas personas busquen la claridad total
cuando están dormidas, pero la
sabiduría del ahora también se vislumbra en las horas de vigilia. Estos
vislumbres vienen cuando experimentas algo que la mente no puede crear y nunca
ha tenido.
Las experiencias más valiosas de la vida son el
amor, la compasión, la intuición, la empatía, la verdad, la belleza, la
inspiración, la alegría, el asombro, la creatividad y el crecimiento interior.
Nadie los inventó. De hecho, no se pueden inventar, pero son parte innata de la
conciencia humana. Son nuestra interpretación de la conciencia pura
manifestada.
La razón por la que no necesitas buscar el momento presente
es que ya te está encontrando a ti, en esos momentos en los que la brecha
silenciosa entre los pensamientos entrega estos regalos.
Si la brecha silenciosa estuviera vacía, la vida espiritual
sería tan vacía como la conciencia pura, un vacío. Pero en realidad existen
infinitas posibilidades en la conciencia pura, y la brecha entre los
pensamientos es el portal para activar estas posibilidades. Ser consciente de
esta realidad te saca de todas las ilusiones.
Ahora tienes una motivación de por vida para valorar los
regalos del ahora y hacer todo lo posible para vivir de acuerdo con ellos.
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