Seguramente muchas personas, aunque no se interesen
especialmente por los temas «espirituales», estarían de acuerdo con el
siguiente proverbio:
Vigila tus pensamientos, porque ellos se transformarán en
palabras. Vigila tus palabras, porque ellas se convertirán en actos. Vigila tus
actos, porque ellos se volverán tus hábitos. Vigila tus hábitos, porque ellos
constituirán tu carácter. Y vigila tu carácter, porque él forjará tu destino.
Una idea un poco más «audaz» acerca de cómo creamos
nuestra propia realidad es la que propone la Ley de Atracción: en todo
momento estamos atrayendo a nuestras vidas el tipo de situaciones que refuerzan
nuestros estados de ánimo. Si nos sentimos bien, atraemos situaciones que nos
hacen sentir bien; si nos sentimos mal, atraemos situaciones que nos hacen
sentir mal.
Por otro lado, Un
Curso de Milagros nos dice que el mundo que percibimos es una
construcción de nuestro ego, que hace los ajustes necesarios para que la idea
de la separación (de Dios y de nuestros hermanos) nos parezca real. A través
del perdón podemos cambiar este sueño, en el que nos mantiene el ego, por un
«sueño feliz» del que es fácil despertar y volvernos conscientes de cuál es
nuestra verdadera naturaleza.
Y por último, la técnica hawaiana de Ho’oponopono parece
desafiar nuestra capacidad de comprensión: toda circunstancia que pase a formar
parte de nuestra vida, aunque sea sólo una noticia acerca de algo que sucede en
un país lejano, es la proyección de una parte de nuestra mente. Somos
completamente responsables de todo lo que pasa en nuestro mundo…
Asumiendo que tenemos este infinito poder creador, te
propongo otra descripción de cómo es el proceso de creación de nuestra propia
realidad, pero en este caso enfocada en el tipo de relación que tenemos con
nosotros mismos:
Si no estamos conformes con quiénes somos, si tenemos una
opinión desfavorable acerca de nosotros mismos o si nos criticamos
permanentemente, es decir, si nos tratamos sin amor, esa acumulación de juicios
negativos nos conducirá inevitablemente a experimentar culpa. En el sistema de
creencias del ego, a la culpa le corresponde un castigo; y para que nuestra
vida se ajuste a esa percepción equivocada que tenemos de nosotros,
modificaremos nuestra realidad (de manera inconsciente) para recibir
efectivamente ese castigo, que nos llegará en la forma de conflictos, fracasos
o enfermedades.
Pero si nos sentimos a gusto tal como somos, si tenemos
una relación saludable con nosotros mismos, si somos capaces de vernos
amorosamente en cualquier circunstancia, es decir, si nos queremos sin
condiciones, entonces nos sentiremos naturalmente merecedores de todo lo bueno,
de cualquier cosa que anhelemos. Y ejerciendo nuestra milagrosa facultad de
crear, haremos que nuestra vida refleje la plenitud, el bienestar y el amor que
desarrollamos primero en nuestro mundo interior.
Finalmente un video muy inspirador (en realidad es una
publicidad), que nos recuerda a través de diferentes situaciones que aquello
que nos provoca temor y que puede llegar a paralizarnos, normalmente no tiene
una existencia real… es sólo una ilusión que deja de afectarnos cuando
conseguimos tomar la decisión de enfrentarla: «Atrévete. Cambia.»
Axel Piskulic
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