DÉJATE EN PAZ
Últimamente me doy permiso para equivocarme.
Alguien pensará ¿Qué más da eso? si te equivocas igual ¿no?
si tal vez lo que tendrías que hacer es intentar dejar de equivocarte ¿no va de
eso la vida?
Hace años le hubiera dicho que sí, que vivir era intentar
hacer las cosas siempre lo mejor posible. Yo lo intenté con todas mis fuerzas y
nunca lo conseguí, nunca estuve satisfecha. Y me sentía siempre mal, siempre
esclava de algo que no conseguía ni alcanzaba.
Ahora creo que es mejor aceptar tu error, observarte y observarlo y quitarle fuerza e intensidad. Mirarlo sin miedo, sin culpa, sin reproche y comprenderlo. Darte cuenta de que no pudiste hacerlo de otro modo. A pesar de saber hacerlo técnicamente, de tener la experiencia y la formación, muchas veces nos falla la actitud y el ánimo.
No somos máquinas, somos seres humanos y estamos totalmente condicionados por nuestras creencias y programas subconscientes. No siempre cumplimos expectativas. Nos falla el pulso, nos atenaza el miedo, nos faltan horas de sueño, necesitamos serenidad y calma e ideas claras que no siempre acariciamos.No es una excusa, es una explicación.
El caso es que desde hace un tiempo, me doy margen. He
dejado de mirarme con ojos de acosadora a mí misma. Me observo gestionando una
situación y me doy cuenta de que juzgo, que me dejo llevar por mis emociones
sin explorarlas, que no respiro hondo ni calculo bien, que tal vez tendría que
dar una vuelta a las cosas antes de darlas por hechas… Sin embargo, no me
acecho, no me reprocho. Es como si me diera cuenta de que en ese momento, a
pesar de tener el potencial para hacerlo mejor, no me echara en cara no haberlo
usado. Como si aceptara que justo en ese momento no puedo ser de otra forma y
lo hiciera mal pero sabiéndolo, observándolo. Es un error visto desde la
consciencia, desde la responsabilidad de la persona que asume que podría actuar
mejor pero acepta que no supo y no pudo, pero que elige verlo y comprenderlo
para la próxima vez poder recalcular. Es ver el error y no sentir culpa sino
capacidad para aprender de él y saber que no eres tú, que no tiene por qué
limitarte sino todo lo contrario, abrirte un mundo de posibilidades gracias a
él y a tu forma de contemplarlo.
Últimamente me permito el error y me siento bien. He
descubierto que algunas personas, entre las que me hallo, necesitan más
perdonarse por no cumplir del todo y equivocarse, que seguir intentado mejorar.
Porque en su caso la mejora es una espiral que les lleva a maltratarse y no
darse nunca tregua. He descubierto que cuando te permites fallar y te perdonas,
te quitas de encima tanto peso y presión que automáticamente todo sale mejor.
Que cuando miras tus errores y te miras a ti mismo sin rencor ni reproche por
no llegar a la meta o no conseguir el reto, el dolor se esfuma y te liberas. Y
te das cuenta de que lo que importa es disfrutar de lo que haces, de lo que
eres, valorarte y apreciarte llegues o no. Porque no eres tus resultados, eres
la transformación que experimentas mientras caminas hacia ellos, los consigas a
o no.
Últimamente, me miro con ojos de persona amable y compasiva.
Sin pena, por favor, al contrario. Hace falta ser valiente para mirarte a los
ojos después de cometer un error y decirte “no pasa, nada, te quiero y te
valoro igualmente”. Esa compasión, ese cariño que hay en ti a pesar del
resultado y el error te hace grande, hace que te des cuenta de la grandeza que
había en ti y que no veías ni valorabas… Del poder que tienes cuando decides
mirar de otro modo y cambiar tu realidad al reinterpretarla.
Cuando te das cuenta de que tu valor como ser humano tiene
que estar siempre fuera de duda y que no depende de tus errores sino de tu
capacidad para asumirlos y perdonarte, todo es relativo.
Últimamente, me permito fallar y eso me da una visión sobre
mí y sobre la vida que me trae paz. Y desde la paz encuentro otras respuestas
que no veía. Desde la calma de saber que me perdono y no me reprocho veo la
forma de compensar y volver a intentar con más ganas, con sentido…
Me he dado cuenta de que cuando te permites el error y lo
aceptas, abres la puerta a un conocimiento de ti mismo que lo cambia todo.
Que cuando te dejas margen para equivocarte y te perdonas
por ello puedes aprender de tus errores sin que el dolor los esconda. Que, a
veces, hacerlo mal y poner luz y consciencia te libera más que hacerlo bien,
porque sueltas carga y presión…
Últimamente, me dejo en paz y me permito hacer las cosas mal
cuando no sé hacerlas mejor y jamás había cosechado tantos aciertos. Aunque tal
vez sigo sin acertar pero me siento bien conmigo misma porque no soy tan dura,
tan cruel y exigente, porque llevo menos carga y eso me deja pensar, sentir,
notar. Quizás ha bajado ese listón que nunca debió estar tan alto y me siento
mejor. Será que para acertar es imprescindible antes aprender a perdonarse los
errores.
Lo sé, si haces esto, habrá quién dirá que eres débil, que
eres floja, que esto va de hacerlo siempre todo lo mejor posible y no fallar,
que es una competición sin tregua por la supervivencia y que con lo que hay ahí
afuera tienes que ser el mejor… Pero yo siento que lo que cuenta es estar bien
contigo, valorarte y no menospreciarte, que esto va de amarte no de tasarte ni
venderte, de dedicarte una mirada amable cuando no puedes más y darte tregua
para seguir adelante. Yo fui tan cruel conmigo mientras peleaba por mis sueños
que recuerdo ese tiempo como algo sumamente amargo que no pudo endulzarse ni
siquiera cuando los tocaba y conseguía. La vida no es una lucha, es un camino.
No vamos a conseguir todo lo que deseamos a veces, por más que nos empleemos en
ello, por eso vale la pena que el trayecto sea amable y nos permita ver la
belleza que nos rodea.
Cuando aceptas tu verdad y decides parar para sentir no
estás dejando nada sino asumiéndolo todo, no procrastinas nada sino que lo
aceptas todo y tomas las riendas de tu vida… Cuando te amas y valoras, ese amor
te da la fuerza para seguir adelante y superarte.
Perdonarse los errores no es de personas débiles, sino de
valientes. No es buscar excusas, es comprender por qué sucedieron para poder
empezar de nuevo. Dejarse en paz no es dejar de buscar la excelencia, es darte
un respiro para que surja sin forzar ni maltratarse. Para poder amar lo que
haces sin el yugo de la autoexigencia y el insoportable dolor que supone
culparse siempre a uno mismo.
A veces, para que todo esté bien, solo necesitas apoyarte a
ti mismo y estar de tu parte.
Además ¿Qué está bien y qué está mal? ¿Quién lo sabe? ¿Acaso
no hay cosas que parecen horribles y luego resulta que son experiencias
maravillosas?
Mercè Roura
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