TREMENDA SOLEDAD
Da miedo estar solo. ¿Lo has sentido? te cala dentro y te
grita cuando intentas buscar sentido al silencio… No es la soledad, eres tú que
no sabes mecerte en ti mismo y mirarte a los ojos… Eres tú que no tienes planes
contigo ni estás dispuesto a pasar el rato amándote.
No por la soledad en sí, que es placentera y te permite conectar con tu esencia, sino por si la compañía escasea. Por si la soledad no es el resultado de nuestro deseo de estar con nosotros mismos sino una sensación más intensa, una necesidad de sentirse amado, aceptado, integrado en algo o en alguien que nunca llega…
Por si el vacío que notas es la ausencia de ti mismo y te pasas la vida esperando recibir una señal de que vales la pena, que mereces, que eres aceptado por los demás y te dan el visto bueno. Por si esa soledad está dentro, tan dentro, que te habla de desamor y miedo, de vida sin vida esperando la oportunidad de vivirse y ser notada, asumida, amada…
La soledad entera, aquella que no es a trozos ni por partes,
la que te reverbera dentro y zarandea las entrañas, llega cuando la vida
quiere mostrarte lo alejado que estás de ti mismo, de amarte y reconocerte, de
verte y casi de saludarte, de encontrar tu camino y amar tu sombra…
No hay soledad más rotunda que la que llega cuando te miras
pero no te ves y la vida te aparta de todo y de todos para que te des cuenta de
que no necesitas ser amado por nadie más que por ti. No hay soledad más
profunda que la soledad del que está acompañado por alguien que no le ve y
sigue a su lado porque no espera que nunca le ame nadie más…
No hay soledad más gigante que la del que nunca se ama
suficiente como para permitir que la vida ponga en su camino personas que sepan
amar como merece, como la del que no se siente digno de estar acompañado y se
conforma con migajas y sucedáneos para paliar ese dolor que te descuaja por
dentro y te rompe sin más sentido que el de evidenciar lo roto que ya estás…
No hay soledad más eterna que la del que intenta llenar el
vacío a base de historias inventadas, máscaras inútiles, reinos falsos… Y
provoca que la vida le rechace una y otra vez intentando ser amado por todos,
ser aceptado por todos, ser reconocido por lo que no es realmente.
Nadie está más solo que el que no sabe estar consigo mismo…
El que no soporta verse, encontrarse con él mismo, intercambiar sueños y
recuerdos, topar con su sombra y reconocer sus miedos y fantasmas. El que
se queda quieto esperando el roce de un alma inquieta que le haga sentir que
todavía está vivo y es digno de esa caricia, a pesar de lo que insista día tras
día en decirle el espejo.
Nadie está más solo que el que se inventa un vida para
impresionar a otros y descubre que ni siquiera les importa, que ni siquiera le
miran, que por más que haga nunca podrá conseguir que nadie le vea porque es
incapaz de verse a sí mismo. Porque no aporta sino que aparenta, ostenta,
parece y se pierde en algún lugar del disfraz que lleva puesto esperando una
limosna de atención o una migaja de cariño.
Da miedo estar solo por si dura siempre, por si nunca acaba,
por si al cerrar la puerta nadie llama y pide que le abras nunca más… Y te
quedas contigo y te ves obligado a contarte esas historias pendientes y decirte
esas verdades que no soportas. No tienes más remedio que sentir todo lo
pendiente, lo atrasado, lo que suplicabas no reconocer ni aceptar, pero así es
como aprendes a cantarte nanas y escribirte versos de amor.
Da miedo estar solo por si descubres que no te amas
suficiente como para bailar contigo y reservarte los mejores bailes, los mejores
besos, las mejores palabras y los mejores momentos…
Da miedo estar solo porque nos pasamos la vida intentando
llenar ese vacío que llevamos dentro con miradas de aprobación ajena y likes en
las redes sociales. Y cuando no llegan y nadie dice nada parece que se te
pulveriza el alma y caes al abismo…
Y miras la noche y ves noche. Y miras el día que nace y
nunca pasa nada… Porque nunca pasa nada cuando esperas que pase, precisamente
porque necesitas tanto que pase que tu necesidad te aleja de la vida.
Porque esperas tanto el milagro que el milagro se
asusta y huye de ti… Y los besos rebotan y los abrazos chirrían, los amigos
tienen otros planes y los amantes se quedan fríos y se alejan… Porque te
olvidas tanto de ti que nadie es capaz de recordarte. Porque no te ves y
descubres que nadie te mira. Es como si fueras invisible a los ojos del amor y
tu esencia fuera transparente y se colara por los quicios de las puertas y las
rendijas. No eres una sustancia, eres un aroma. No eres tierra, eres viento,
eres fuego apagado que no arde pero sueña con despertar.
No hay soledad tan amarga como una vida sin ti… Como una
vida buscando fuera lo que jamás has sabido darte… Como creer que se pierde lo
que nunca se tuvo y esperar que sean otros los que te digan quién eres, cuando
sólo tú puedes ponerte nombre…
Da miedo estar solo por si esa soledad es eterna y de tanto
amargarte no consigues descubrir que nunca estás solo, porque estás contigo… Da
miedo estar solo por si no te acuerdas lo suficiente de amarte y darte lo que
mereces, por si al mirarte al espejo no reconoces quién eres y te pierdes… Da
miedo estar solo por si no encuentras el camino de vuelta a ti. Por si en algún
momento llegas a pensar que no existe el camino.
Mercè Roura
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