LOS SABIOS HABLAN... PERO
EL ESFUERZO ES LO QUE VALE
Si comprendes quién eres y
te respetas, las críticas no te supondrán ningún problema, sino que te
brindarán la oportunidad de volverte una persona mejor.
Cuando te sientes imperfecto o inseguro, la crítica
es como una amenaza y crees que debes defenderte. Cuando te sientes seguro --no
perfecto, sino seguro-- puedes escuchar las críticas y tener en cuenta su
valor. Puedes decir "lo siento" y "gracias por abrillantar mi
espejo". Y cuando sea conveniente, podrás aprender de las críticas y
mejorar tu conducta. Digo cuando sea apropiado, porque hay personas a las que
les encanta encontrar defectos en otros. Ese es su problema...
Recuerda que todos somos lienzos en blanco. Si
presentas un lienzo en blanco como tu obra de arte, no te pondrán buena nota.
Pero la creación empieza cuando comienzas a trabajar, sobre todo si consideras
el lienzo en blanco una oportunidad de expresar tu talento y no una posibilidad
de fracasar. Y recuerda que el lienzo no se termina mientras dura la vida.
Cuando nos encontramos fluyendo en la dirección
incorrecta, es más fácil pensar en quién tiene la culpa que cambiar de
dirección. Piensa en ello. Imagina que tomas un tren y tan pronto como sale de
la estación te das cuenta de que va en dirección equivocada. ¿Te enfadas y
echas la culpa al tren, o reconoces tu error, te bajas en la primera estación y
cambias de andén para tomar el correcto?
Culpar a los demás de nuestra pérdida de rumbo es
tentador. Recibimos mucha información sobre la vida, pero poca educación de la
vida por parte de nuestros padres, maestros y otras figuras de autoridad que,
por su experiencia, saben más de ella. La información se basa en los hechos, la
educación en la sabiduría y el conocimiento de cómo amar y cómo sobrevivir.
Pero, por más consejos que te den, eres tú quien decide qué tren tomar.
Mientras recorres la vida, presta atención a los indicadores y las
estaciones.
Si no te gusta lo que ves,
tira del freno de emergencia y bájate del tren. No hay otro interventor que lo
haga por ti ni tienes que pedir permiso a nadie para hacerlo. Es tu vida, tu
viaje, el que tú mismo conduces
Pero a
día de hoy hay una evidencia constatada, para conseguir todo aquello que
quieras lograr en tu vida no lo dudes… EL
ESFUERZO ES LO QUE VALE
En todo lo que emprendemos, sea cual sea el dominio,
material o espiritual, lo que cuenta son nuestros esfuerzos. El Cielo nunca
considera el éxito, sino solamente los esfuerzos. Sólo él decide sobre los
éxitos, porque todo lo que hacemos se inscribe en un conjunto y debe servir,
por tanto, a los planes del Creador, estar de acuerdo con ellos; y quizá no
esté previsto en absoluto que los proyectos en los que estamos trabajando se
realicen tal como nosotros deseamos.
Únicamente los esfuerzos nos pertenecen, no el
éxito.
Dejad pues que los seres de arriba decidan sobre el
momento en el que vuestros esfuerzos se vean coronados por el éxito. Y si
todavía no es el caso, decíos: «De momento, es verdad, mi trabajo todavía no ha
producido nada aparentemente, pero en realidad sé que desde hoy mismo ya
produce frutos.» Sí, porque los resultados aparecen primero en vuestro corazón
y vuestra alma, ¿acaso no lo sentís? Nada de lo que hacemos se queda inerte o
estancado.
Las palabras «renuncia» y «sacrificio» son
ciertamente de las que menos agradan a los humanos, porque las comprenden como
sinónimos de privación y dicen que si se privan, van a morir. Y es cierto que
van a morir: si no han comprendido que la renuncia sirve únicamente para
acceder a unas regiones más elevadas para obtener algo mejor, morirán.
En la práctica espiritual, renunciar, es transponer
una necesidad, una tendencia, un placer a un plano superior. Seguimos
alimentándonos, amando, teniendo diferentes actividades, pero con unos elementos
más puros, con un objetivo más desinteresado. La renuncia no es pues sinónimo
de muerte, por el contrario es sinónimo de vida. Aquél que no lo ha
comprendido, se estanca. Y es precisamente este estancamiento el que le conduce
hacia la muerte. Mientras que si acepta ciertas privaciones, transforma una
energía bruta en una energía más sutil, y no sólo no muere, sino que se
enriquece.
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