EL BUSCADOR
El buscador sabe que hay una chispa, un delirio, una
estrella, una mano amorosa que empuja y empuja desde adentro, algo que sostiene
a su cascarón para que siga gastando los zapatos, para que continúe la senda
que llega hacia uno mismo.
Y eso que lo motiva es tan fugaz, tan minúsculo y
cercano su terremoto silencioso, que cuando el cascarón bebe su copa se
sorprende, se pierde, desvaría, y se olvida de todo, hasta de aquello que un
segundo atrás creía importante.
Decidiste iniciar el viaje. Pusiste en la valija las
cosas necesarias abandonaste tu casa y te refugiaste en la búsqueda de aquello
que así lo crees justificará tu vida.
Recuerda siempre el motivo de la marcha lo harás a
cada paso y con despierto entusiasmo porque un camino consciente es libertad en
cambio un camino emotivo es esclavitud y un camino mecánico es sólo estupidez.
Has decidido buscar y debes estar atento: muchas
oportunidades de encontrar el camino se pierden por exceso de arrogancia por
falta de estima por falta de avidez o por indiferencia.
Además, buscar algo implica conocer aquello que
estás buscando y para ir hacia algún lugar debes tener algún lugar adonde ir.
Sé sincero: ¿Tú sabes a dónde vas?
Lo sepas o no recuerda que eres tú quien decidió
caminar no sea que mañana lamentes haber emprendido la marcha y acuses a la
vida por no encontrar la vida que buscabas. Fue la sospecha de otra realidad lo
que te alejó de tu viejo mundo.
Allí, en tu ilusión, tenías la certeza del refugio
seguro el techo y la comida pero también estaban la duda la ansiedad y el
sufrimiento. Tu espejismo se caía a pedazos y por eso elegiste caminar no digas
después que tu viejo mundo se derrumbó