EL ÚLTIMO EN SOÑAR QUE APAGUE LA LUNA
Pocas cosas definen tanto al ser humano
como es la capacidad de soñar, de ir más allá de su realidad más cercana para
fijar sus aspiraciones, sus anhelos.
Soñar es tocar la luna teniendo cada día los
pies en el suelo”
Y tú… ¿Has
dejado de soñar? Sabemos que no. Que no hay momento en que tu mirada se pierda en ese más allá donde la
mente guía tus aspiraciones personales, tus deseos callados pero siempre
soñados.
Los niños sueñan
y escenifican sus ideas y fantasías en cada uno de sus juegos. Nosotros, por
nuestra parte, obligados a mantener la entereza y la discreción, soñamos
en silencio y con la mirada abierta.
Compartirás sin
duda con nosotros la idea de que el ser humano está hecho de sueños. Es más, podríamos
decir con tranquilidad que nuestro día a día está habitado casi a cada instante
por recuerdos
y por anhelos.
¿Qué significa
esto? Que
nuestra mente, siempre inquieta y voraz, suele hacernos bailar entre los hechos
vividos del pasado para enfrentarlos a esos deseos del futuro en el cual, se
encierra también parte de nuestra felicidad.
De algún modo,
siempre aspiramos a conseguir determinadas cosas, a experimentar más emociones
positivas, esas que alojamos en nuestros sueños, a veces, por qué no decirlo, de forma idealizada.
¿Es
malo soñar? En absoluto, todos hemos nacido con alas, con
esos miembros invisibles que nos guían hacia nuestros proyectos, hacia
nuestros castillos en el aire donde debemos construir los
cimientos. Hablemos hoy sobre ello.
¿Soñar
para escapar de la realidad?
Todos lo hemos
hecho alguna vez, y no por ello hemos de definirlo como un comportamiento
inmaduro y aún menos patológico.
En esos
momentos de nuestro ciclo vital en que por ejemplo, nos vemos envueltos,
incluso asediados por determinados problemas, los
sueños actúan como vías catárticas. Como canales
de escape.
El vivir una
infancia difícil, ahí donde el vínculo con nuestra familia no
es muy estrecho y donde aparece el sufrimiento, los sueños actúan muchas veces
como islas de
paz en las cuales
sobrevivir.
No obstante, si hay algo positivo en el sencillo acto de
soñar, es que debe ayudarnos a comprender que en ocasiones, la
realidad que estamos viviendo no nos hace feliz.
Si soñamos para refugiarnos
significa que escapamos de algo, y por tanto, debemos concienciarnos para “reaccionar”.
Toda criatura que haya vivido una
infancia traumática habrá soñado con un futuro mejor, con un contexto más cálido y afectuoso. Con la felicidad.
Llegado el
momento, esos sueños deben servir como “motores vitales”, como poderosos engranajes para
reaccionar y construir su propio camino de acuerdo a esos anhelos, a esos
sueños…
Los sueños son refugios cotidianos, a la vez que maravillosas
puertas de escape.
Ahora bien, no debemos ser inquilinos eternos de
estas islas de paz, de estos paraísos perfectos. Deben ser como ventanas a las
cuales asomarnos
para ahondar en nosotros mismos. Una vez comprendamos qué es lo que necesitamos,
el
motor de cambio debe ejecutarse en nuestra realidad.
Sueños, aspiraciones que merece la pena alcanzar
La vida
es un sueño continuo que hay que ir construyendo en el día a día con felicidad,
optimismo y energía. En el momento en que “quedamos
encallados” por el sufrimiento, o por esos problemas que en ocasiones nos trae
la vida, la realidad se torna gris y la vida
deja de ser sueño para convertirse en pesadilla.
¿Qué podemos
hacer?, ¿recurrimos a los fármacos, a las pastillas para el dolor de la
vida?
Lo sabemos,
encontrar una solución única que nos sirva a todos por igual es imposible,
puesto que todos somos
únicos en nuestras tristezas, en
nuestros sufrimientos personales.
No obstante,
debes tenerlo claro: nunca
debes dejar de soñar. Es en tus sueños donde se esconden
tus aspiraciones personales, ésas que pueden construir tu auténtica felicidad,
así que… ¿Por qué avergonzarnos? ¿Por qué decir que los sueños son
castillos de humo que solo les pertenecen a los niños?
Toma nota de estos sencillos
consejos:
Hay
que soñar con las alas bien abiertas, con la mente despierta y los pies en el
suelo. ¿Qué significa esto? Que nuestros sueños deben ser factibles. No
se trata de anhelar lo inalcanzable: tener una relación con ese actor o actriz
de cine o vivir en un castillo junto a un lago.
Se
trata de soñar y aspirar a cosas que encajen con lo que necesitamos realmente y con lo que nos puede ayudar a crecer
interiormente, a ser feliz.
¿Sueñas con un
trabajo mejor? Alcánzalo poniendo todos los medios. ¿Sueñas con una pareja que te haga feliz? Empieza
siendo feliz tú mismo, después busca a la persona adecuada.
Nunca
pierdas tu inocencia, tus ganas por ilusionarte por la vida: quien deja de soñar, quien cierra el
torrente de sus sueños y anhelos, da paso a que aparezcan los miedos.
Soñar
es ilusionarse por el día a día, aguardando que ocurra lo mejor, que la
felicidad se esconda en cualquier rincón.
No
pierdas a ese niño interior que te permite ver siempre el lado
positivo, la luz del día, las sonrisas de las personas. Ilusiónate,
ábrete al mundo y deja que éste te lleve de la mano mostrándote lo mejor de la
vida.
Porque la luna nunca se apagará
mientras existan personas que sigan
soñando…
“Si has construido
castillos en el aire, tu trabajo no se pierde;
ahora coloca las bases
debajo de ellos”
(George Bernard Shaw)
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