EL DESTINO ESA GRAN INCÓGNITA
El destino existe. Hay un plan propio que cada uno trae, a
modo de mapa para transitar la vida y también existe ese plan, en los
encuentros predeterminados desde antes de tomar este cuerpo.
A veces, nos parecen imposibles las cosas que suceden. Sin
embargo, algo hay de posible en ello cuando notamos esa sensación de “conocer”,
sin conocer, a una persona. Cuando vemos nuestro reflejo en otro o cuando
parece que hemos vivido ya la misma situación en algún momento distinto que no
podemos determinar.
Puede ser que sea. Puede que incluso hayamos compartido
vidas con los más cercanos. Puede que estemos en el vórtice de un nuevo
recuerdo sensitivo o que incluso puede ser que quienes tenemos delante nos haya
acompañado tantas veces en nuestros pesares…
Lo que no podemos es definir ni trazar es, en la mayoría de
los casos el camino por recorrer que aún nos queda. Y así la vida nos va
poniendo delante situaciones, lecciones, decisiones y experiencias que son las
necesarias, para poder cumplir con el destino diseñado por nosotros mismos,
aunque no seamos conscientes de ello.
Lo define perfectamente esa frase de sabiduría milenaria que
dice: “La vida nunca nos da lo que pedimos, pero siempre nos da lo que
necesitamos para nuestra evolución correcta”.
Nos encontramos transitando el camino de nuestro interior
hacia lo que nos rodea en el exterior y a veces no queremos reconocernos. Uno
se niega, se resiste, se aparta. Pero lo que está definido por aquel plan
inicial que diseñamos, sucederá. Queramos o no, huyamos o no.
Hay que vivir lo que nos permita abrazar el reto de
superarnos.
Aun así, nos dan a elegir. Nada tiene de predeterminado
nuestra vida. Porque aunque hayamos trazado las líneas generales (proyecto de
vida) por donde discurrirá nuestra vida, nuestra libertad de elección es decir
nuestro libre albedrio, será quien en última instancia decida como actuaremos
con las personas y situaciones que vivamos.
El destino se deshilvana frente y sobre nosotros a cada
paso. Se aligera y ralentiza a cada tiempo. Se estira y encoge. Se dilata y
revierte.
A lo largo de nuestra vida nos llegaran señales,
intuiciones, sueños y pistas, que nos indiquen, que es cada cosa y quién es
quién para facilitarnos cómo hacer.
Una estela de incertidumbre se extiende a nuestro paso,
llena de sensaciones de otros momentos en otros tiempos.
¡Abramos los ojos del alma y sigámosla!…Lo que hemos de
hacer después no tendrá ni que ser pensado, solo sentido.
La clave caminar siguiendo los dictados de nuestro corazón.
De esa forma será fácil. Será sencillo. Será pleno.
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