¿Qué
hacemos con nuestro tiempo? ¿Lo disponemos realmente de una forma
inteligente? ¿Por cuánto estamos dispuestos a venderlo? Son
preguntas que respondemos a menudo con nuestra conducta, pero sobre
las que pocas veces reflexionamos.
En
la novela Ojalá
fuera cierto de
Marc Levy, el escritor nos plantea esta curiosa situación no
relacionada, en principio, con el tiempo: Imagina
que tienes una cuenta en el banco y cada
mañana al despertar tienes en ella un saldo a favor de 86.400 €. Tan
solo existen dos reglas que debes cumplir para recibir esta
oportunidad. No está permitido transferir el dinero de un día para
otro, es decir, todas las noches tu saldo volverá a ser cero, aunque
no hayas logrado gastarlo durante el día.
La
segunda de las reglas consiste en saber que llegará
un día en el que tu cuenta dejará de tener esta cifra cada mañana,
pero no podrás saber en qué momento ocurrirá esto, nada te
avisará. ¿Qué harías? ¿Crees
que gastarías ese dinero cada día que pasara? Estoy segura de que
todos aprovecharíamos esta maravillosa oportunidad.
Todos
disponemos de esta cuenta, todos nosotros somos clientes del mismo y
somos inscritos en él nada más nacer. Este
banco se llama vida y la cuenta de inversión se llama tiempo.
En el primer segundo de cada día se acreditan en tu cuenta 86.400
segundos, los cuales puedes gastar durante esas 24 horas. Todas las
noches, lo que te sobró volverá a ser cero.
No
está permitido acumular este saldo para el día siguiente. Todas las
mañanas, tu cuenta será reiniciada y todas las noches las sobras se
evaporan. No hay vuelta atrás. Cada uno puede invertir esta cifra en
lo que más feliz le hace: familia, éxito, amigos, aficiones, pero
recuerda, solo
tienes una vida (no
hay noticia, salvo fe, de otra).
Lo importante no es cuánto tiempo tienes, sino lo que haces con él.
¿Quién
es más feliz, quien tiene más tiempo o quien tiene más dinero?
¿Qué
opción crees que elegirías: disponer de una jornada laboral menos
extensa, la cual te permita dedicar más tiempo a tu familia,
a tus actividades personales, a tu pareja etc. o, por el contrario,
preferirías cobrar más dinero por la jornada aunque ello te impida
dedicar tiempo a lo anterior?
Esta
cuestión fue motivo de estudio y
los resultados fueron publicados en la revista Social Psychological
and Personality Science, preguntando a casi 4500 estadounidenses si
valoraban más el dinero o el tiempo para alcanzar la felicidad. El
64 % de las personas que participaron en el estudio declararon que
preferían tener más dinero; sin embargo, la investigación también
dejó ver que aquellos
que daban más importancia a disponer de tiempo, resultaron ser los
que más nivel de satisfacción con la vida tenían,
lo que se traduce en mayor nivel de felicidad.
Pasar
tiempo libre disfrutando de aquello que nos gusta, nos aporta mucho
más nivel de satisfacción a largo plazo, existen
datos que afirman que invertir en experiencias nos aporta mayor nivel
de felicidad que
cuando lo hacemos en cosas materiales.
Somos
seres sociales que vivimos y nos nutrimos de las relaciones, de la
vida social, de las risas con los amigos, del tiempo con nuestra
pareja, con nuestra familia y haciendo lo que más nos gusta. Se nos
olvida que este tiempo se acaba, que llega un día en el que
desaparece y que por desgracia, no somos capaces de saber cuándo
ocurrirá. Nos seguimos convenciendo de que somos seres eternos y
desaprovechamos la oportunidad de invertir segundos. El
tiempo pasa, la vida pasa, vamos a vivirla.
«Somos
el tiempo que nos queda».
-José Caballero Bonald-
Valoramos más el tiempo cuando mayores nos hacemos
Una investigación realizada
por la Universidad de British Columbia en Vancouver (Canadá) mostró
que valorar el tiempo sobre el dinero está asociado a mayores
niveles de felicidad, sobre todo cuando para conseguir ese dinero son
precisas amplias jornadas laborales. Según aumenta la edad, el
tiempo pasa a ocupar una posición más alta en la escala de
prioridades.
A
medida que pasa el tiempo somos más conscientes del valor del mismo,
y por el contrario, el valor del dinero va
perdiendo importancia. El tiempo es algo que no podemos recuperar,
nos pertenece y somos dueños de decidir cómo queremos invertirlo.
No permitas que otros decidan sobre tu ingreso en segundos, no
permitas que el tiempo se te escape entre los dedos. No permitas que
llegue un día en el que te arrepientas de no haber aprovechado bien
este tiempo.
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