ACABO
ESTE AÑO SOLTANDO
Acabo
este año soltando, dejando en el camino lo que ya no me sirve, lo
que me sobra, lo que me estorba para recordar quién soy y lo que me
impide notar como la vida fluye a través de mí. Dejo lo absurdo, lo
que no tiene ya sentido, lo que me ata a una forma de pensar y sentir
que me limita, lo que me retiene en un lado de la vida donde nunca
pasa nada y lo que pasa siempre duele, lo que me sujeta a una forma
de interpretar la vida que siempre hiere y ataca.
Quiero
empezar el nuevo año sin lastre, sin carga, sin culpa, sin tener que
mirar atrás por si me persigue alguno de los fantasmas a los que
durante años he estado alimentando y haciendo hueco en mi vida a lo
nuevo, a lo inesperado, a lo que tenga que venir.
Quiero
quedarme en mí y sentir que estoy presente en mi vida. Que el aire
pasa a través de los dedos de mis manos y que cada momento cuenta.
Notar que sube la marea y mis pies se mojan. Ver que el día se acaba
y cerrar mis ojos. Descansar cuando me canse y bailar cuando sienta
que necesito baile…
Sentir la lluvia cuando llueva y el sol cuando
amaine. Atreverme a mirar el reverso rugoso de las hojas y que no me
asuste. Quedarme dormida sin más planes que mis sueños… Borrar
todos los futuros posibles y acurrucarme en este instante que se me
escapa de las manos mientras intento comprender y encontrar las
palabras para expresar cómo me siento.
Acabo
este año observando mis pensamientos más lúgubres y crueles
conmigo misma, sin rechazarlos, dejándolos pasar y perdonándome por
pensarlos, por sentirlos, por habérmelos creído y darles valor por
encima de mi valor… Por haber puesto mis miedos por encima de mis
sueños y haberme sentido pequeña y limitada…
No
quiero mirar a ningún otro lugar que no sea mi lugar. No quiero
vivir en ningún otro momento que no sea este momento. Ni siquiera
quiero mirar al futuro. No existe. No está. No quiero imaginar otra
vida que no sea este pedazo de vida que ahora habito. No quiero pisar
ningún pedazo de tierra que no sea el que ahora piso. No quiero
desviar mi mente para evitar sentir lo que ahora siento ni escapar de
mi vida ahora…
Soñar
es maravilloso pero a veces es la forma más hermosa que usamos para
escapar del presente, para huir de una vida que nos aturde y agobia.
Para poner los ojos ahí afuera y evitar mirar dentro y sentir el
dolor y el llanto acumulados…
Esta
vez no voy a hacer una lista de sueños ni de objetivos… Ya no. No
porque no los tenga, sino porque durante mucho tiempo he acabado años
haciéndome promesas. Algunas las he cumplido y otras no. Algo que he
aprendido es que hay mil cosas que no dependen de mí y no puedo
ejercer ningún control sobre ellas, por tanto, es mejor soltar la
necesidad de que pasen como deseo y de gastar mi energía en ellas.
Prefiero centrarme en lo que sí depende de mí, de mis ganas de
seguir y ser cada día más libre.
En
lugar de llenar mi futuro de sueños pendientes, voy a vaciar mi
presente de pesadillas. Porque tal vez la clave sea dejar de apegarse
a las cosas que nos duelen y arañan, dejar de aferrarse a esos
pensamientos terribles que siempre te dicen que lo haces mal, que
tienes la culpa, que no vales, que no cuentas, que no mereces… Y
actuar en consecuencia. Tal vez, lo que necesito es sacar de mi vida
lo que sobra antes de llenarla de lo que deseo.
Demasiado
a menudo, nos prometemos cosas que no cumplimos porque seguimos
atados a esquemas de pensamiento antiguos. Lo hacemos sin darnos
cuenta que esas cosas nuevas que deseamos en nuestra vida llegarán
como fruto de otra forma de pensar…
Acabo
este año soltando… Dejando hueco para que pase el aire. Liberando
espacio para lo nuevo. Buscando el silencio para sentir y dejar que
me invada y me calme… Para que nuevos pensamientos lleguen a mi
vida y los pensamientos gastados se vayan por al desagüe. Respirando
hondo para que todo el aire posible entre en mí y se lleve el dolor
acumulado, para que desvanezca las cabañas que el miedo construyó
en mi mente y pueda construir yo algo hermoso…
Acabo
este año amando lo que soy, aunque a veces no me guste todavía
demasiado, aunque no sea perfecto, aunque me tiente la idea de
reprocharme y medirme otra vez.
Acabo
este año dando gracias a todo eso que suelto y libero porque ha sido
parte de mí. Porque durante años me ha permitido seguir adelante,
aunque a tientas y sin darme cuenta de lo mucho que me obligaba a no
sentir y lo mucho que me ataba a sufrir.
Bendigo
el lastre que suelto porque sin él ahora no me sentiría tan ligera
ni podría haber comprendido lo que busco, lo que realmente necesito,
lo que no era capaz de ver porque me sujetaba a una barandilla que no
existía. Porque sin esa oscuridad no habría encontrado esa luz que
me guía y me dice que ahora toca estar presente en mi vida.
Acabo
este año sin buscar excusas para evitar estar en mí. Sin coartadas
para huir de lo que siento aunque duela y así poder afrontar lo que
me asusta y lo que me conmueve…
Acabo
este año cerrando puertas usadas, puertas de muchos cerrojos y
contraseñas que sortear, puertas que dejan escapar la alegría, la
calma, las ganas, la inspiración…
Quiero
quedarme vacía de lo que no soy para poder ser lo que siento.
Acabo
este año sin más expectativas que dar el siguiente paso, respirar
la siguiente bocanada de aire, encontrar la siguiente mirada, doblar
la siguiente esquina, decir la siguiente palabra…
Acabo
este año soltando esa forma de pensar que me rompe y me lastra la
vida. Así puedo empezar el siguiente sin cargas ni condenas que me
impidan ser y sentir.
Mercè
Roura
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