LA NECESIDAD DE SENTIRSE VULNERABLE
Así eres, maravillosamente frágil. Y en asumir esa
fragilidad radica tu fortaleza. Al sentir esa ingravidez, esa indefensión y esa
incertidumbre es cuando florece tu fuerza. Cuando tienes la valentía de sentir
lo real, lo que está muy dentro y oculto, lo que otros esconden, justo en ese
momento, hay algo en ti invencible e inquebrantable que ya nunca se podrá
destruir ni violentar. Pase lo que pase.
Al despojarte de sueños que no son tus sueños y de palabras
que no son tus palabras…
Al escribir tus versos sin tomar prestados otros versos que
te alcancen cuando bajas la guardia… Cuando busques consuelo en ti y notes que
estás ausente… Cuando estando triste besas tu tristeza y no alcanzas a darte
cuenta de que también es necesaria.
Al ser esa persona que camina cuando no ve el camino.
Y despojarte de rezos que no son tus rezos y que te invitan
a mirarte sin amor y sentirte cada vez más cansada. Siempre necesitando
parar para tomar aliento…
Al decir no a los grillos ocultos en la maleza de tus días
que te cantan para que llores y te recuerdan todo lo que te falta. No tienes
que servir a nadie que te castigue cuando fallas… Tienes que fallar cuando
debas para poder aprender que no pasa nada… Y llorar cuando sientas que el llanto
te apremia la garganta.
Si no te atreves a sentirte digno ahora, no te sentirás
digno mañana. Porque no hay nada ahí afuera que venga a darnos lo que nos falta
si no nos damos permiso para ser lo que ya somos sin reprocharnos nada… Si no
nos permitimos sentir lo frágiles que somos, nunca podremos encontrar nuestra
solidez.
Despójate de las raíces si te anclan a una tierra que no es
tu tierra… Y si no te dejan mecer con el viento, despójate también de las
ramas… Suelta lo que te prende a una vida que no es tu vida y te deshoja día a
día exigiendo respuestas inmediatas… Suelta lo que te cuenta que todo está
escrito y no puedes hacer nada…
Sé esa persona que baila cuando nadie baila y deja de fingir
que no oye la música porque nadie más es capaz de admitir que lleva siglos
sonando.
Y despójate de amigos que no son amigos después de
comprender qué hacen en tu casa… Fracasa hasta decir basta si hace falta,
porque no pasa nada.
Cae al suelo frío de una de esas noches que parece que nunca
acaban si hace falta… No pasa nada. A veces huimos de caer y es en la caída
donde están las respuestas que buscamos y la calma necesaria para volver a
empezar.
Camina por la cuerda floja hasta sentirte las alas… Hasta
agarrarte a ti mismo y descubrir que nada te falta. Y si no las encuentras,
camina todavía más hasta que te des cuenta de que la incertidumbre siempre
acompaña y no pasa nada.
Sé esa persona que dejó de buscar y ahora encuentra.
Despójate de imposibles si te comprimen el sueño y la
garganta. Sueña sin permitir que tus sueños te rompan este momento y te dejen
sin ganas…
Si llueve, que llueva.
Si falta, que falte… Si hay calma, ama la calma.
Huimos tanto de la lluvia que nunca escuchamos qué viene a
contarnos y se pasa la vida persiguiéndonos para susurrarnos, para decirnos que
no pasa nada… Que somos tan grandes en la tormenta como en la calma… Que el
beso siempre es beso y la vida es vida incluso cuando todo se resquebraja…
Y al mirar atrás verás el dibujo del camino trazado y vivido
y descubrirás que te hacía falta. Que la nube era tu nube y el desencanto era
el primer peldaño de una escalera que jamás habrías subido sin cientos de
arañazos en el alma… Que los días sin sal son a veces necesarios para lanzarse
al mar a buscar y divisar tierra cuando todo lo que crees que necesitas al
acercarte se aparta.
No gusta. A nadie gusta el dolor ni la rabia… Pero a veces
sin tomar esa angustia, esa tristeza, esa oscuridad tan rotunda, jamás vamos a
buscar la luz y la magia… Ni el camino…
Sé esa persona que se siente a sí misma y ya no le molesta
esa sensación de ingravidez y de inseguridad a veces insoportable.
Despójate de abrigos que no te abrigan y de máscaras que te
tapan.
Despójate de la carga que arrastras. Permítete y no te
resistas más a lo inevitable porque es donde se encuentra el camino.
Siéntete vulnerable y desamparado por la vida y descubre que
eres tú quién te amparas… Qué lo que te hace sentir desnudo y frágil va a darte
la fuerza que buscabas… Que vivir tu miedo va a liberarte de vivir a medias
esquivando su llegada.
Que sentir tu debilidad te llevará a tu fortaleza… Que el
más grande siempre se arriesga a parecer el más pequeño y abraza
inconsistencia…
Que ya estás contigo, pero no te notas porque todavía no te
has despojado de tu vergüenza… De tu necesidad de protegerte de lo que
todavía no sabes, no comprendes, no conoces… De lo que temes que va a pasar… De
esos pensamientos que te hostigan y te anclan al dolor, a un sufrimiento que ya
pesa tanto que nada compensa…
Porque no te has dado cuenta de que sólo tienes que estar en
ti y dejar abiertas tus ventanas. No te resistas… Sé esa persona que se quita
la piel para sentir si la piel se le ha vuelto tan gruesa que le aísla de la
vida… Sé esa persona que se queda en soledad si sabe que ya lleva demasiado
tiempo huyendo de sí mismo y teme quedarse con sus pensamientos y tener que
notar cómo le queman…
Sé esa persona que confía que encontrará el camino cuando
mire donde mire no hay señales y un bosque inmenso crece a sus pies y habita en
sus entrañas.
Amar tu fragilidad te llevará a encontrar tu firmeza.
Abrazar tu vulnerabilidad te permitirá reconocer tu
consistencia… Será la herramienta más útil para encontrar tu fuerza interior,
tu paz, tu poder.
Comprender tu oscuridad te llevará, sin duda, a encontrar tu
luz.
Mercè Roura
https://mercerou.wordpress.com/2021/01/20/la-necesidad-de-sentirse-vulnerable/
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