BELLA EPOPEYA SOBRE EL AMBIENTALISMO
"Avatar, el sentido del agua" es toda una parábola sobre el medio ambiente para los humanos del siglo XXI. Más allá de la belleza de sus efectos especiales y de las críticas a su excesiva duración, hay un mensaje claro que todos deberíamos integrar...
James Cameron es, con toda seguridad, el Leonardo Da Vinci del cine. Pocos han llevado la innovación tecnológica y narrativa al cine de tal manera. Títulos como Alien, Terminator o Titanic son un claro ejemplo de ello. Tampoco podemos dejar de lado el hecho de que nadie ha manejado tan bien el fascinante universo del agua en todas sus formas.
En 1989 nos regaló Abyss, una película en la que
un equipo de buzos colabora con la Marina para encontrar un submarino nuclear
hundido. Allí, en las profundidades del océano, toman contacto con una
extraordinaria raza de alienígenas que tiene como propósito salvar a la raza
humana de sí misma. Un mensaje, una idea, a la que terminará de dar forma en la
primera parte de Avatar en el 2009.
Porque, si hay un concepto que siempre han definido a James
Cameron en sus películas es la importancia de transmitir la conciencia
medioambiental. Y, en efecto, hay quien lo tacha de sentimentalista, de
sermoneador y hasta de idealista. Sin embargo, nadie puede negar su maestría en
ese difícil oficio de entretener al gran público mientras se intenta transmitir
un mensaje…
“La Gente del Cielo nos ha enviado un mensaje: que pueden tomar lo que quieran. Que nadie puede detenerles. Pues bien, nosotros les enviaremos un mensaje: ¡que no pueden llevarse lo que quieran! Y que esta es nuestra tierra!”. -Jake Sully-
Avatar nos invita a amar al mundo tal y como es, sin alterarlo, conectando con la esencia de la Madre Tierra.
Avatar 2: viaje al mundo acuático de Pandora
Avatar, el sentido del agua es la primera
película que James Cameron dirige después de 13 años. Durante ese
periodo, las producciones con imágenes generadas por computadora han sido
una constante. Quizá, por ello, más de uno se preguntaba si el gran maestro de
los efectos especiales sería capaz de sorprender al gran público al traer, ni
más ni menos, que una secuela.
Y, en efecto, lo ha hecho. La película es todo un hito en la
evolución de la tecnología de efectos visuales en el medio acuático. Su éxito
en taquilla es innegable y cuenta con más de una papeleta para estar entre los
Óscar. Ahora bien, más allá de su fascinante puesta en escena, no han faltado
las voces críticas y hasta las campañas de boicot.
¿La razón? Lo analizamos.
“Nuestra gran madre no toma partido, Jake, ella protege el equilibrio de la vida”. -Neytiri-
La historia de siempre, pero más refrescante
Avatar 2 nos devuelve de nuevo a su anterior
protagonista, el infante de marina Jake Sully. El cuerpo que antes
manipulaba mentalmente es ahora su único vehículo físico. Vive feliz con su
pareja, Neytiri, criando a sus niños, algunos de los cuales son adoptados.
Es un Na’vi más y también uno de los mejores guerreros insurgentes en la lucha
contra los colonizadores.
La armonía no dura demasiado en el mundo idílico de
Pandora, porque la misión colonial de la humanidad surge de nuevo para minar la
paz. En su desesperado intento por sobrevivir, Jake y su familia deben
dejar los bosques para unirse a otro clan. Son unos Na’vi de un color azul más
claro, con aletas y que montan ictiosaurios alados. Son el pueblo del mar,
ellos quienes les enseñarán el camino del agua.
En ese viaje deberán aprender otras normas, otras
maneras de conectar con la naturaleza, como es establecer una relación
simbiótica con una extraordinaria ballena, Tulkum. De este modo, si los bosques de
Pandora ya nos parecieron una experiencia sensorial inolvidable, sumergirnos en
esos suntuosos universos marinos nos eleva a otra dimensión. El camino del agua
es otro Edén en el que nos encantaría vivir.
Pandora y unos colonizadores que nos sirven de espejo
En Avatar 2 nos quedamos aún más cautivados
por Pandora que en la primera parte. Sus bosques bioluminiscentes, sus
depredadores de seis patas, sus flores, sus criaturas marinas, la belleza de
los arrecifes… El espectáculo eriza la piel y emociona, pero si hay algo que
desea James Cameron con sus últimas películas es invitar a una obligada
concienciación.
Esta producción es toda una epopeya al mundo natural, a esa
Madre Naturaleza que en Pandora llaman Eywa. En cambio, nuestra
humanidad es la auténtica enemiga de sí misma y de todos sus ecosistemas. Si
hay algo que aprendemos de los Na’vi es cómo hallan siempre la conexión con la
energía de su planeta para restaurar el equilibrio y la armonía.
Dimensiones que nosotros hemos roto y vulnerado.
Es cierto que, de momento, aún no hemos colonizado un
planeta de alienígenas azules. Sin embargo, la carrera por encontrar
metales nuevos fuera de la Tierra ya está en marcha. No tenemos más
que pensar en figuras como Elon Musk, Jeff Bezos o Donald Trump, que en numerosas
ocasiones han hablado de la necesidad de inaugurar dicha carrera que nos
convertiría en nuevos colonizadores.
“Los Na’vi dicen, que cada persona nace dos veces. La segunda vez, es cuando te ganas tu lugar entre la gente… para siempre”. -Jake Sully-
El ambientalismo y los boicots a la película
Entendemos el ambientalismo como ese conjunto de prácticas
que nos permite conectar con un escenario o ecosistema sin alterarlo, velando
en todo momento de su equilibrio y conservación. Esto mismo es lo que
aprendemos en Avatar 2. Es más, James Cameron eleva el
ambientalismo a esa espiritualidad desde la que ver a un planeta como a una
deidad. Un ser superior que nos acoge y nos da la vida.
Al ver a los Na’vi es inevitable pensar en todos esos
pueblos que, debido al colonialismo e imperialismo, quedaron arrasados. Su
cultura, su forma de vida y hasta sus tierras fueron saqueadas hasta borrar
todo lo sagrado, todo lo que era auténtico y estaba también en armonía con la
propia tierra. América, África, Australia… Hay muchas Pandoras en nuestro
propio mundo.
Sin embargo, son varias las voces que se han alzado en
contra de Avatar 2. Se le recrimina a James Cameron su
arrogancia inconsciente y que esté, una vez más, contando la
historia de la colonización desde la mirada del hombre blanco.
Aunque la secuela comienza en los bosques de Pandora, la
acción se traslada a los arrecifes y al mundo del agua.
Un espectáculo con firmes valores
Que Avatar 2 es un espectáculo de la
tecnología nadie lo niega. Sin embargo, no tiene semejanza con las clásicas
producciones del universo Marvel, donde el efectismo lo domina todo. Los Na’vi
nos sirve de avatar y de espejo para ver el reflejo de nuestra propia humanidad
y aquello que, sin duda, no deberíamos perder de vista.
Más allá de recuperar nuestra conexión con la naturaleza y el respecto al medio ambiente, nos habla
también del amor y la familia. También del liderazgo, de la unión de
los pueblos y hasta de la fortaleza de la mujer. Ronal, la líder tribal
embarazada, y Neytiri son un ejemplo más de esos personajes creados por Cameron
que, como la teniente Ripley o Sarah Connor, son difíciles de olvidar.
En esencia, las tres horas de duración pueden resultar
excesivas para muchos. Para otros, es un viaje que se pasa en un suspiro y que
nos deja con ganas de volver nuevamente a Pandora. Aunque la producción de la
tercera parte de Avatar ya está en marcha.
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