¿ENAMORARSE… O FALL
IN LOVE?
Me gusta sentarme en
alguna terraza y tomarme un humeante café y leer o escribir un rato. Pero de vez en cuando, mientras lo
hago, miro las personas que hay a mi alrededor y trato de escuchar el tema de
sus conversaciones, sin importarme los detalles. Y asombrado escucho a menudo
charlas y risas frívolas un tanto etílicas e hiperhormonadas entre
jóvenes teenagers,
conversaciones reprochonas y
cómplices entre mujeres criticando ciertas actitudes de sus respectivas parejas
o simplemente lamentándose por sus relaciones amorosas fracasadas u observo el
silencio poco cómplice de algunas parejas rutinarias, poco comunicativas y
aburridas, que huyen del encuentro con sus respectivos smartphones y comparten su soledad en compañía…
Se diría que el
tiempo no ha pasado. Las mismas conversaciones frívolas de antes y ciertos
lamentos por lo pobres que son aún hoy las relaciones de pareja. Creía que el
tiempo sanaría las relaciones más libres, igualitarias y maduras, ahora que las
mujeres no tienen esa imperiosa necesidad de emparejarse a cualquier precio,
como nuestras madres y abuelas hicieron en su vida. Pero veo que su concepto
del amor de la mujer no ha cambiado apenas y muchas siguen aceptando que “estar
en pareja” es un mal menor, pero necesario en nuestra sociedad aún demasiado
machista. Lo que me sorprende, especialmente cuando también se da en
chicas teenagers muy
jóvenes que defienden su vida personal y su libertad de elegir, como sus tesoros
más preciados…
Supongo que la
educación es la culpable de que muchas mujeres de toda edad y condición aún se
resignen ante el primer hombre que aparece en su vida y las seduzca. Será
porque, como dicen algunos, el amor es ciego. Aunque a mí me gusta utilizar esa otra expresión anglosajona que
expresa lo que para muchas mujeres significa estar enamoradas: fall in love. Nunca mejor dicho, “caer en el amor“, sobre todo porque demasiadas veces la
mujer sacrifica su vida personal y supedita su propia felicidad para entregarse
incondicionalmente a su hombre,
presuntamente amado!
¿Será el amor el
culpable de la desdicha femenina, en vez de su salvación y el sentido auténtico
de nuestra vida como seres humanos?
Ni qué decir tiene
que ese presunto enamoramiento ciego dura
lo que dura, como todos los sueños, hasta el despertar. Posiblemente porque
muchas veces las mujeres aman más el amor, que al hombre que eligen para amar.
El amor es un ideal mayormente femenino, un sueño a ratos alcanzable, que yace
en el corazón de toda mujer. El hombre para ciertas mujeres no es más que un objeto o una víctima propiciatoria para
ejercitar el amor, no algo o alguien en sí mismo. La mujer necesita amar, hasta
que descubre que también necesita ser amada… y despierta!
Como hombre de una
cierta edad y madurez, reconozco que no fuimos educados para amar, quizás por
eso nos cuesta tanto expresar nuestros sentimientos y compartirlos con nuestras
compañeras de fatigas, las mujeres. Al hombre no se le educa para ser sensible
y manifestar lo que siente, sino para ser firme, fuerte y autosuficiente. En
fin, que durante demasiados años hicieron de nosotros unos castrados
emocionales, con perdón. Y para superar esa obvia limitación, no queda más
remedio que esforzarse en romper este karma perverso masculino, aprendiendo a
confiar en las mujeres y pidiéndoles que nos enseñen aquello que mejor hacen
ellas, que es manifestar sus sentimientos y compartirlos…
Pero estamos en un
mundo dual, que vive de confrontar a los opuestos, nunca de armonizarlos y/o
complementarlos. Guerra-paz, blanco-negro, rico-pobre, bueno-malo,
mujer-hombre… qué más da la confrontación que sea. Así, nuestra vida amorosa se
reduce a mantener ese complejo equilibrio entre el “tú” y el “yo”, o lo que es
lo mismo, “tu ó yo”, como si de una pugna se tratase. Y, cuando no hay amor,
así es, lamentablemente. Porque precisamente el amor verdadero propicia el “tú
y yo“, en el que los opuestos egos desaparecen -o se diluyen- para formar algo
mágico que suma más que dos personas singulares y diferentes, solo confrontadas
permanentemente.
Una pareja sin amor
es algo difícil o imposible de soportar, a no ser que estén enamorados… o sea,
que no sean capaces de ver que falta amor en sus vidas. Demasiadas veces
confundimos el amor con la entrega desmedida, incondicional y presuntamente
eterna, pero ciego, ingenuo e inconsciente. Y el amor de verdad es justamente
lo contrario, algo que se comparte desde la plena consciencia y a corazón
abierto, de ambos. Si hay ceguera o inconsciencia, temor o incomunicación, no
hay amor, sino necesidad del otro o de no estar solos, adicción al amor o solo
conveniencia mutua consensuada…
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