LIBERARSE, TRANSFORMARSE, CRECER…
Estas tres imágenes me encantan. Forman un conjunto,
se refuerzan entre sí. Describen las fantasías descontroladas de tres
personajes muy diferentes pero que sueñan despiertos con situaciones parecidas. Claro que estas fantasías no pueden hacerse
realidad, pero no solo porque son tan exageradas…
La Ley de Atracción asegura que podemos hacer
realidad todos nuestros deseos. En principio no hay limitaciones a lo que
podemos pedir y obtener. El problema con las fantasías que aquí se muestran es
que si se hicieran realidad habría otras personas que saldrían perjudicadas. Y
esto va en contra de la Ley de Atracción… y del sentido común.
Basta con pensarlo un poco. El mundo sería un lugar
muy peligroso para todos si cualquier persona pudiera afectar negativamente a
los demás con solo desearlo. Por ejemplo, a los malos políticos deberían
sucederles cosas terribles porque serían las víctimas preferidas de la gente
que los padece, pero en general nada especialmente malo les pasa a los
políticos. Esto simplemente no sucede, las cosas no funcionan así.
Tenemos un milagroso poder creador, pero solo
podemos modificar nuestra realidad personal, nuestras propias experiencias.
Claro que hay personas a nuestro alrededor a las que podemos beneficiar o
perjudicar, pero ellos están ejerciendo su propio poder creador y son
responsables ciento por ciento de lo que les pasa, incluso de hacernos formar parte
de sus vidas.
Podemos desear que los políticos que nos parecen
corruptos vayan ya mismo a la cárcel, que los compañeros de trabajo que
sentimos que nos tratan mal sean despedidos y que nuestra ex pareja, que tanto
dolor nos ha causado, se quede sola o solo para siempre. Pero en ninguno de
estos casos conseguiremos afectarlos realmente.
Pero acostumbrarnos a pensar de esta manera,
emitiendo juicios y condenando mentalmente cada falta de los demás, solo tendrá
una inesperada consecuencia: nos juzgaremos también a nosotros mismos por cada
error cometido, pero en nuestro caso el castigo sí puede concretarse, ya que
somos nosotros los que creamos nuestra realidad.
Si juzgar a los demás se convierte en un
hábito, no podremos evitar juzgarnos también a nosotros mismos y sentirnos
culpables. Y si tenemos la creencia de que a cada culpa le corresponde un
castigo, modificaremos nuestra realidad (de manera inconsciente) para recibir
efectivamente ese castigo, el que nos llegará en la forma de problemas,
conflictos o fracasos.
Esta es la película “Tú puedes sanar tu vida”, de
Louise L Hay.
En las primeras escenas podemos escuchar los “diálogos internos” de diferentes personas. Son solo tres minutos
Es necesario hacer las paces con esa parte crítica
que llevamos adentro. Puede mostrarse muy estricta, incluso cruel. Hasta es
posible que sintamos miedo de su desaprobación. Pero si es una parte de nuestro
propio mundo interno, no puede haber nada malo con ella. Solo es necesario
entenderla, comprender que detrás de esa actitud tan severa no puede haber más
que temor e inseguridad.
En las escenas de la película “El mago de
Oz” podemos ver cómo el terrible mago de voz atronadora, al que todos le tenían
más miedo que respeto, finalmente resulta ser un hombre común, incluso
inseguro… y además era bueno y generoso! Es descubierto de una manera muy
simple: descorriendo la cortina detrás de la que se ocultaba para representar
su papel.
Después de esta reconciliación los protagonistas
recibieron como recompensa los dones que tanto anhelaban… que en realidad
siempre habían tenido pero que aún no podían expresar plenamente.
La protagonista del siguiente vídeo tiene 54 años
(aunque no los represente!).
Canta muy bien, pero seguramente no tardó 54 años en aprender a cantar así. Aunque tal vez sí necesitó todo ese tiempo para conocerse, para reconciliarse consigo misma y para integrar armoniosamente diferentes aspectos de su mundo interno. Y cuando esa maravillosa integración le sucede a una persona siempre es un hecho hermoso, conmovedor…
Cómo llevar a cabo
este milagroso cambio
La oruga también experimenta una milagrosa
metamorfosis para llegar a convertirse en mariposa. Pero al igual que nosotros
no es capaz de planificar, conducir o provocar esa transformación… Sólo está
lista para acompañar el proceso.
Podemos intentar recorrer diferentes caminos, como
el psicoanálisis o la práctica de la meditación. Pero ya que nos gustaría
experimentar un cambio milagroso… pidamos simplemente un milagro. Podemos
repetir mentalmente una sencilla oración pidiendo que sea sanada nuestra mente,
que seamos liberados del hábito de emitir juicios, que aprendamos a apreciar
siempre lo positivo de nosotros, de cada persona y de cada situación, que sea
descorrida cualquier “cortina” que nos esté impidiendo vernos a nosotros mismos
tal como somos y así poder conocernos plenamente.
Si nos mostramos decididos a aprender más acerca de
nosotros y de cómo funciona nuestra mente, si nos conectamos con ese Poder
Superior, del cual siempre formamos parte, y le pedimos ser transformados en lo
que es nuestro destino llegar a ser, entonces seguramente todas las
experiencias y todos los recursos necesarios para nuestra evolución simplemente
vendrán a nuestro encuentro.
Axel Piskulic
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