EL CORAZÓN NO
TIENE EDAD
El corazón no sabe de cronologías, ni del paso del tiempo,
ni de sexos, ni de colores, estatus o posiciones. Él late, se impulsa y genera
su vibración en sí mismo en un ejercicio de amor expansión en el cual ignora
todo lo demás porque sólo le importa su propia energía al son del amor que
emite.
A medida que pasa el tiempo uno va entendiendo que todo lo
demás puede deteriorarse menos el propio corazón. Incluso aunque estuviese
afectado de una dolencia física, ésta no puede penetrar, ni afectará nunca, a
su esencia pura y a lo que ésta proyecta en la persona de forma integral.
Podemos ir dejando de ver, escuchar peor, caminar
dificultosamente incluso ir abandonando todos los placeres que en otros tiempos
parecían la razón de la existencia. Podemos alejarnos de la vida y hacerlo,
irremediablemente, perdiendo las facultades que brillaron en nuestro cuerpo
cuando se encontraba en plenitud, pero tendremos, al menos, la tranquilidad de
que nuestro corazón no abandona el barco y sigue fiel a sí mismo, sin hundirse,
dando todo el amor de que es capaz en cada momento de nuestra existencia.
Es maravilloso advertir cómo a pesar de lo que nos pueda
suceder, hay algo en nosotros que no cambia nunca, que nació con una inmensa
capacidad de dar y recibir que solamente se ha engrandecido a lo largo de la
vida y que nunca muere. Algo que inició la existencia, que impulsó el aliento
divino que se instaló en nosotros antes de ser nosotros y que seguirá latiendo
en energía cuando ya no lo seamos.
Es muy gratificante pensar que no hay barreras para el
corazón, que puede estar aquí y ahí, en mí y en ti. Que es capaz de seguir
sintiendo, de emocionarse, de generar su energía amorosa, una y otra vez en su
centro como si nada pasase. Es delicioso sentirlo palpitar en el interior y
saber que en cada latido ha ido sumando afectos desde nuestras emociones y
sentimientos.
Un corazón que rechaza, sufre. El rechazo siempre trae
sufrimiento. Un corazón que logra expandirse para incluir, también aquello que
parece difícil, gana fuerza, alegría y sintonía con la vida.
Nos da una tranquilidad espiritual inigualable saber que
pase lo que pase, en cualquier momento o situación, podemos traer a las
personas que deseemos y, en silencio, desde este templo de luz y amor seguir
vibrando con ellas con todo el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario