TÚ
DECIDES SI VIVES O SOLO SOBREVIVES
Si te dejas llevar, pasando
por el mundo de puntillas llena de preocupación por sus muchos peligros, o si
te arriesgas y disfrutas pase lo que pase. Porque el que no arriesga no gana y
en esta vida, por desgracia, por mucho que queramos, no podemos controlar todo
lo que sucede a nuestro alrededor.
Tú decides si vives acosada por las preocupaciones de las miles de desgracias que pueden
sucederte a ti y a los que quieres, o aceptas la incertidumbre como una parte
más de la vida. Al
fin y al cabo, ahogarse en un vaso de agua es una opción más entre todas las
disponibles en tu día a día.
Sin embargo, si a pesar de todo, no puedes
evitar sentir que la preocupación excesiva por múltiples circunstancias de la
vida cotidiana te sobrepasa, entonces igual padeces lo que se llama, según las
diferentes clasificaciones diagnósticas actuales, el DSM-5 y la CIE-10,
un Trastorno de Ansiedad Generalizada, más conocido como TAG.
“Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo:
unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no
duermen por el pánico de perder las cosas que tienen”
-Eduardo Galeano-
Si vives sin vivir sufres más
Si vives sin vivir, tratando de evitar
todo lo malo, al final lo sufres sin que aquello que tratas de evitar que
ocurra, en realidad, llegue a ocurrir. Anticipar un posible sufrimiento, un accidente, una catástrofe, solo hace que
sufras por algo que no ha llegado a pasar y que es muy probable que nunca pase.
Esta preocupación constante hace que
tengas problemas de concentración y dificultades para dormir, porque continuamente te centras en un
futuro dramático en el que se ven afectadas las situaciones más cotidianas.
Piensas que la razón por la que tu hijo tarda en llamarte es porque ha sufrido
un accidente o que serás incapaz de realizar los futuros trabajo que tu jefe te
mande.
Y esto hace que rindas menos, lo que
supone, en parte, confirmar tus preocupaciones y reafirmar así el sentido que
para ti tiene el estar constantemente preocupada. Lo que produce
un círculo vicioso que se retroalimenta de tu propio malestar
y de la ansiedad misma, ya que si sientes ansiedad rindes peor.
La causa de esto no es otra
que la ansiedad, que no te deja hacer las cosas de la forma más adecuada
posible, y por ello te sientes más irritable que de costumbre.
Además, esto se complementa
con las alteraciones físicas que la ansiedad produce en nuestro cuerpo, que en
el caso del Trastorno de Ansiedad Generalizada suelen manifestarse con tensión
muscular y fatigabilidad. Así que si tienes continuos dolores musculares, sin
que nada los justifique, o no eres capaz de hacer tanto deporte cómo solías,
puede ser porque la ansiedad esté haciendo mella en tu cuerpo.
Tú decides cómo vives tu vida
Tú sigues decidiendo cómo
vives tu propia vida. Si aceptas que todos, sin excepción, vamos a sufrir en algún
momento y que, además, el que te preocupes por ello no hace que puedas
evitarlo, puedes romper este círculo vicioso.
Son muchas las personas que no viven sus
sueños porque están muy ocupados viviendo sus miedos. Tú puedes decidir que tipo de
persona vas a ser, de las que viven y disfrutan cada segundo o de las que no
viven porque temen sufrir a cada paso que dan. Puedes empezar a vivir de manera
que comiences a centrarte en todas esas maravillosas oportunidades que la vida
te está dando y que ahora pasas por alto, solo por estar paralizada por el
miedo a perderlas. Disfruta de todo, incluidas las pequeñas cosas,
porque no sabemos qué va a suceder mañana. Piensa que pase lo que pase,
vida solo hay una, !haz que cuente!
Lorena Vara González
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