PARA QUE APRENDAS A VOLAR
Eres
una niña aún y no lo sabes, pero lo que te hace diferente y te
asusta ahora, es lo que te ayudará a volar… Lo que te empujará a
crecer y te impulsará a cambiar el mundo…
Suena
lejos, lo sé, pero no creas que para cambiar el mundo hay que hacer
cosas muy complicadas. Las cosas sencillas también son
extraordinarias y están al alcance de todos y de ti también.
Lo
sé, defender tu forma de ver la vida es difícil, a veces. Lo
he vivido y lo veo en tu cara desconcertada por no entender cómo
funciona este mundo que parece que hoy te pida lo contrario de lo que
te pedirá mañana.
Hay
tantas normas impuestas y no escritas sobre cómo debe de ser todo y
sin darte cuenta llevas incrustadas en la memoria mil formas de vivir
que no son la tuya… Yo aún las noto, muy a menudo, no te creas.
Ser mayor no te evita las dudas. A veces, me invaden algunos
pensamientos tristes que ya no forman parte de mí y que parece que
quieran que me quede quieta, que me sienta cansada y me rinda… ¡Es
tan difícil echarlos de tu cabeza!
Aunque, si en ese momento
recuerdas qué sueñas, se te pasan… Tal vez no entonces, pero al
final, desisten. Tú también lo conseguirás.
A
menudo, para ser tú mismo parece que tengas que librar una batalla
contra el mundo, aunque en realidad, sólo debes responder ante ti.
Es
contigo con quién vas convivir siempre. La piel que habitas es la
tuya. Las palabras que dices son para ti… Si huyes de eso, te
seguirá siempre… Ahora tal vez sientas que es necesario encajar o
pertenecer a algo… Que resistirte a llevar una etiqueta en un mundo
en el que todo se etiqueta es complicado, pero con el tiempo, el
trabajo hecho para seguir siendo tú misma a pesar de todo, te hará
sentir libre… En el fondo, todos aquellos que hoy parece que todo
lo tengan muy claro, están tan perdidos como tú. Sólo disimulan,
porque temen mostrar sus incoherencias, porque no soportan reconocer
que no saben aún quiénes son.
No te preocupes… Todos somos diferentes, pero sólo los valientes se atreven a mostrar esas diferencias… A enamorarse de ellas. A convertirlas en su impulso y, si hace falta, en parte de su identidad.
Lo
fácil es ceder y avergonzarse de uno mismo por no seguir la norma,
por no parecer, por no encajar en el molde. No pasa nada, no hay
moldes, no hay que parecerse a nada ni a nadie.
Parece
que sería mejor ponerse la etiqueta que otros quieren que te pongas
y vivir dándoles la razón, sin imaginar otros mundos posibles,
otras personas posibles en ti. Sólo lo parece…
Todos
tenemos miedo, pero sólo los que lo abrazan y lo entienden son
capaces de superarlo.
Los
demás se aferran a salvavidas de plomo y se encierran en un búnquer
para protegerse de lo que les asusta sin darse cuenta de que eso les
aísla para siempre… Sin ver que la única forma de vencer es
afrontar… Que lo que no queremos asumir, insistirá llamando a
nuestra puerta eternamente… Estemos donde estemos, aunque huyamos
lejos y cerremos los ojos y nos pongamos las palmas de las manos en
los oídos para no oír sus pasos acercándose.
Lo
sencillo es esconderse y creer que así todo cambia, esperar el
milagro sin hacer nada para que suceda… Mirar por la ventana y
saludar al mundo sin meterse en él.
No
te culpes, no hay culpas… No uses ni siquiera esa palabras, es
terrible, sólo trae dolor y angustia… Las personas que asumen sus
actos son responsables de ellos. Las personas responsables tienen el
poder de cambiar las cosas porque deciden, porque rectifican y saben
perdonarse.
Todos
tenemos fantasmas, pero sólo los que se atreven a mirarles a los
ojos consiguen que se vayan de sus vidas. Sólo cuando te das cuenta
de que los monstruos que te persiguen están dentro de ti y dejas de
buscarlos debajo de la cama, dejan de molestarte.
Lo
habitual es ceder al chantaje y convertirse en uno más. Ahogar a tu
yo verdadero hacer que esa etiqueta que llevas colgada se meta dentro
de ti. Perder el brillo en la mirada, perder el gesto que te hace
auténtico y te hace sentir que puedes… Cambiar tu rostro por una
máscara gris… Conformarse con soñar sin tocar, con subsistir sin
vivir…
No
dejes que nadie te defina ni te diga qué debes hacer, escucha
siempre a las personas en las que confíes pero las riendas las
deberás llevar tú.
Todos
necesitamos amor, pero sólo los que se conocen se quieren a sí
mismos. Se aceptan, se aman, se respetan.
Hay
tantas personas que no se aman a sí mismas y buscan en otros brazos
el cariño que no se dan. Tantas personas que dependen del amor ajeno
y aceptan chantaje, regatean con su dignidad porque no se han dado
cuenta de que merecen un amor de verdad…
Y
las personas nos tratan como nos tratamos a nosotros mismos, como
dejamos que nos traten… Nos las encontramos por aquí porque
tenemos algo que aprender de ellas… A veces es para que nos enseñen
cómo hacer las cosas bien, qué camino tomar… Para que nos
inspiren y motiven. Otras veces, es para que sepamos qué tipo de
persona no queremos ser, qué no queremos pisotear, qué opción no
deseamos elegir…
Se
aprende tanto de los héroes como de los villanos. Lo sé, parece
mentira ¿verdad? a veces, incluso más. Se aprende tanto de lo que
parece que nos frena como de lo que nos da impulso.
Cada
obstáculo es una lección por aprender. Cada error es un ensayo
general de una función a la que cada vez vas más preparado…
No
lo veas como un problema, piensa en ello como un desafío, un reto,
como algo nuevo que empezar. Y si no tienes ganas, las inventas, las
imaginas… Sonríes y piensas que seguro que le encontrarás el lado
maravilloso.
Lo
único que importa es estar cómodo en tus zapatos y ser leal a lo
que te conmueve, a lo que te habita, a lo que sueñas que sea tu
destino.
A
veces, pasamos largas temporadas ausentes de nosotros mismos. Estamos
cansados y desesperanzados y dejamos que nuestro cuerpo lleve las
riendas para no pensar, para no sentir más allá del frío o el
calor, para no saber lo que nos duele saber. Y somos como aviones de
papel que parece siempre que volarán pero solo se elevan por inercia
y caen en picado porque pesan demasiado, porque no baten sus alas
como los pájaros…
Vivimos
ahogados en nuestras lágrimas y no queremos darnos cuenta de que si
dejásemos de llorar tendríamos tiempo para construir… Si
dejásemos de almacenar rabia, nos quedaría espacio para almacenar
sabiduría y experiencias…
Y
cuando no sientes, no duele, claro, pero tampoco vibras ni te
emocionas… No dejas volar la mente y te metes en todas y cada una
de las infinitas posibilidades de ser tú… Por eso, merece siempre
la pena soltarte, volar, saltar… Cruzar por la cuerda floja, hacer
equilibrios, patinar… Merece la pena ser tú aunque cueste, aunque
algunas miradas te arañen… Aunque en algunas ocasiones todo
parezca no tener sentido. Aunque no veas por qué ni para qué y te
asuste quedarte sola o perdida.
Es
como jugar, hay que usar esa emoción que tienes cuando juegas o
cuando corres esperando llegar a la meta o la sensación maravillosa
que tienes cuando te columpias y por un momento crees que vuelas y
tocas el cielo… Cuando eso pasa, la felicidad inmensa se refleja en
tu cara… No hay cara más hermosa que la de alguien que descubre
que puede volar… Yo te he visto volar muchas veces y en esos
momentos tu belleza es desbordante… Y se contagia.
¿Sabes?
las personas hermosas de verdad son las que van por ahí contagiando
su belleza, las que hermosean lo que tienen cerca. Tú lo haces, lo
sabes, no lo pierdas…
Se
trata de confiar en ti y estar de tu parte… Decirte cosas bonitas,
usar palabras hermosas para hablarte, encontrar personas que te hagan
sentir viva y corresponderles… Recordar qué sueñas siempre y
creer que está en tu mano. No rendirte aunque sea difícil y amar tu
soledad.
Recuerdas,
el sombrerero loco le pide a Alicia que vuelva a ser ella misma,
le dice “antes eras mucho más muchísimo…” y le insiste
con “creo que ahora has perdido tu muchedad” se refiere a su
grandeza, su saber estar consigo misma, su capacidad de volar… Eso
es lo que nos ayuda seguir, pase lo que pase, diga lo que diga
el mundo, no pierdas tu muchedad.
Eres
mucho más, muchísimo…
https://mercerou.wordpress.com/2016/12/09/para-que-aprendas-a-volar/
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