Existen
 momentos en nuestras vidas, en los que aparecen delante de nuestro
 caminar, situaciones que nos parecen muros infranqueables,
 normalmente en forma de toma de decisiones trascendentales, donde no
 vale esconder la cabeza como el avestruz, en las que queramos o no
 hay que actuar.
 Las
 encrucijadas pueden presentarse en el mundo de los sentimientos, de
 las relaciones, de los negocios, del alma, del trabajo… ¡en todas
 partes!
 Normalmente
 en estos cruces de caminos, suele no haber vuelta atrás en la
 inmensa mayoría de los casos, empezamos a llegar al punto donde el
 retorno es un camino imposible de seguir y ¡zas! el corazón se nos
 acelera, nos paralizamos por el miedo a equivocarnos… no podemos
 seguir, somos incapaces de seguir en una u otra dirección, es
 superior a nuestras fuerzas.
 Aquí
 es donde imploramos ayuda al Universo, al Altísimo, o sencillamente
 cogemos el móvil y llamamos a nuestro amigo del alma e imploramos
 ¡¡¡qué hago!!! Nuestro amigo puede representar para nosotros la
 figura de psicólogo, director general, asesor espiritual,
 representante artístico o inclusive le podemos poner la túnica de
 un falso vidente.
 
 
 Claramente
 necesitamos a alguien que con su varita mágica nos indique la senda
 a seguir… ¡Todo con tal de no tomar una decisión! ¿Cuál es el
 camino que debo elegir?
 El
 miedo a perder lo que tenemos, provoca que muchas veces no veamos
 los tesoros que se adivinan detrás de esos cruces de caminos, no
 nos damos cuenta que puede ser mucho más doloroso permanecer en una
 confortable estación, que coger el tren hacia una nueva estación,
 la vida es un viaje en tren con diversos andenes y multitud de
 subidas y bajadas de los vagones ¡aprovechemos el viaje!
 Ese
 mismo miedo provoca que a veces, coger una simple senda que va en
 paralelo y en la misma dirección que teníamos marcada, nos aterre,
 no nos permita disfrutar de alguna variante de nuestro camino.
 La
 vida es por definición una travesía, y muchas veces nosotros,
 provocamos que esas maravillosas oportunidades de desarrollarnos no
 sean aprovechadas en su justa medida. Cuando se presenta una de
 estas disyuntivas, debemos ser valientes, debemos decidir nosotros,
 no son otros los que lo deben hacer por nosotros. Es nuestra vida, y
 la gobernamos nosotros…
 La
 cobardía no es buen aliado para nuestra aventura en la búsqueda
 del éxito, debemos buscar otros socios, que colaboren, que aporten,
 no que resten… y cuando hablamos de valentía, no debemos
 confundirlo con la imprudencia, la cual es separada por un fino
 trazo de esta. Debemos ser valientes para ejercitar nuestra facultad
 de elegir, sea rompiendo con el camino por el que vamos, o
 permaneciendo en el por un tiempo, decir para siempre sería un
 error, dado que nuestro éxito depende de nuestra flexibilidad para
 el cambio, para elegir rutas alternativas. El que un camino sea para
 siempre, lo irá diciendo el tiempo, definirlo a priori, una osadía.
 Alguien
 dijo:  “La
 mente es como un paracaídas, solo funciona cuando se abre”,
 pues bien eso es exactamente así, debes abrir tu mente, tus
 sentidos, tus intuiciones… tú sabes, que si miras con paciencia
 dentro de ti, puedes resolver cualquier encrucijada…
 ¡Que
 tengas un buen día!

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