Voy
a amar mis pecas y mis imperfecciones.
Voy a
darme permiso para no preocuparme por si se notan mis pequeñas
arrugas y mis grandes errores.
Y sólo
yo tendré la llave que abre mi puerta, porque está cansada de estar
siempre abierta y dejar pasar miedos y fantasmas. Y ver como se me
escapan las ganas cuando no soy capaz de mantener el ánimo…
Voy
a soltar mi culpa por no haber llegado a la meta,
convencida de que tiene un sentido cada minuto invertido en soñarla
y cada segundo intentando aceptar que todavía no la he alcanzado.
Voy
a darle a mi ego un respiro y le pediré que pierda,
que se quede a un paso, que ceda el asiento y deje de marcar
territorio. Le ordenaré que baje del pedestal y se mezcle con otros
egos y espere su turno, si llega…
A veces,
me hace sentir presa del mundo, porque quiere que me pelee con él
para tenerme controlada y entretenida…
Voy a
cerrar la puerta al pasado, renunciaré a todo lo que hay en él que
me quema y me duele… Así ya no podré recordarlo y compadecerme y
sentirme rota e hinchada de desgracia… Así no me quedará tragedia
que desgranar en cómodas quejas y lamentos ni pena que llorar en
lugar de salir a la calle a pasear un rato.
Tanto
buscar tragedias para quejarse y hacerse la estrella de los desatinos
consume mucha energía y cuando quieres parar un rato te das cuenta
que has cogido demasiada inercia.
Voy a
repartir lo que pensaba era imprescindible y a quedarme lo que no me
asusta perder, porque así sabré que nada es del todo mío y
valoraré cada momento… Porque abriré mis ventanas a que entre lo
nuevo echando lo viejo y donde reparten sabrán que tengo espacio
libre…
Nada como
tirar los muros de mis pensamientos para darme cuenta que aquello que
pensaba que eran paredes maestras en realidad eran tabiques
prescindibles que me alejaban de la luz…
Y lo
mismo haré en mi alma y en mi cabeza.
Soltaré
penas rancias y acumuladas para dejar paso a toda clase de amores
maravillosos, empezando por mí… Y vaciaré mi cabeza cansada de
pensamientos corruptos y hacinados para que esos pensamientos que te
llenan de alegría y esperanza hagan nido en mi mente sedienta de
felicidad.
Ay,
lo tengo decidido… Voy
a amarme bien porque me traiciono mucho.
Voy a pensar en mí también cuando reparta y dejaré de hacer
aquello que más que llenarme me vacía. Me quedaré sin argumentos
para soltar mi ira ante otros porque no podré reprocharles nada
porque no haré nada desde ese ser hambriento de recompensa, porque
daré desde el amor infinito y no desde ese mendigo de amor que llevo
dentro y que haría cualquier cosa por una migaja de cariño…
Tengo
mucho trabajo pendiente, mucho…
Voy a
dejar de tragarme palabras y escribirlas todas…. Voy a llorar cada
una de mis heridas por última vez y les diré adiós con la mano
cuando se marchen a la nada, donde ninguna quema ni rabia, donde
ninguna es ya útil para culpar a nadie, ni tan sólo a mí.
Tal vez
algunas de ellas le sirvan a otros para soltar las suyas, para
arrancarse las etiquetas que llevan pegadas y que llevan escritos
unos nombres que no les pertenecen. Que les reclaman que sean como no
son y que sientan lo que no sienten…
Voy
a pedir lo que quiero y aceptar lo que viene como un regalo
maravilloso. Voy
a amar a mi miedo tanto que se convertirá en mi estandarte para
librar esta batalla sin batalla… Sin más lucha que mi paz interior
y una calma dulce que invada mis sentidos.
Voy a
permitirme recibir lo que merezco y a dejarme de «no hacía falta»
y «no quiero nada» y esas chorradas que decimos para
menospreciarnos y que dibujan caminos para que otros nos menosprecien
y no nos tengan en cuenta.
Voy a
quedarme sentada cuando quiera estar sentada y correr como una loba
cuando haya luna llena…
Basta de
pedir permisos y excusas por culpas imaginarias y de sentarse en el
borde de la silla, en una esquina para molestar menos…
Voy
a soltar mi necesidad de controlar y comprender con la razón lo que
sólo se entiende desde el alma.
Voy
a cambiar todo esto si me apetece porque ya no me sujeto a nada. No
me he vuelto loca, cada día estoy más cuerda, más suelta y más
equilibrada.
Voy a
sucumbir a mis deseos sabiendo que puedo prescindir de ellos pero que
no tengo que privarme de nada porque como todo ser merezco lo mejor…
Nada me
aleja tanto de mí como yo misma… Nada me hace sentir tan pequeña
como no aceptar mi grandeza y ocupar mi lugar.
Voy
a amarme bien porque me tengo abandonada… ¿Y tú?
Mercè
Roura
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