LA MAGIA DEL ORDEN
Hoy
hablaremos de uno de los libros que más me ha impactado
recientemente: “La Magia del Orden”, de Marie Kondo.
Si
lo miramos superficialmente, habla de temas prácticos relacionados
con el orden de la casa: cómo plegar la ropa, cómo ordenar los
armarios, cómo seleccionar los libros, etc.
Pero
en realidad no va de esto. El mensaje de Marie Kondo es mucho más
profundo. Es un mensaje con un gran poder transformador.
Y
cuando lo comprendemos en toda su magnitud, se produce un gran
cambio no solo en nuestro hogar, sino también en nuestro interior.
El Mensaje de Marie Kondo y la Magia del Orden
Si
has leído “La Magia del Orden” o si has visto alguno de los
videos que hay en Internet, habrás visto que Marie Kondo da
consejos muy concretos sobre cómo ordenar la ropa, los libros y los
demás objetos de la casa.
Y
muchas personas se quedan con estos consejos y ya está.
Pero
Marie Kondo insiste mucho en que esto no es lo más importante. Su
objetivo no es tener una casa ordenada y nada más, sino utilizar el
orden de la casa como un trampolín hacia una vida más plena y
luminosa.
En
realidad da igual cómo ordenemos las cosas. Lo que realmente
importa es comprender la filosofía de una casa equilibrada.
Y
esta filosofía se puede resumir en tres puntos:
-
Ten únicamente cosas que te hagan feliz.
-
Sé plenamente consciente de cada cosa que tienes.
-
Ordena tu casa de manera que cada rincón te haga feliz.
La
manera concreta de ordenar las cosas son simplemente sugerencias que
Marie Kondo da a partir de su experiencia, pero no son normas
cerradas ni mucho menos. Lo importante es comprender estos
tres puntos.
La Primera Regla: Ten Únicamente Cosas que Te Hagan Feliz
Cuando
pensamos en ordenar nuestra casa, normalmente pensamos en cómo
colocar nuestras cosas: dónde ponerlas y cómo ponerlas. Pero en
realidad hay un paso previo que casi siempre nos saltamos: decidir
qué cosas tener.
El
acto de ordenar está directamente relacionado con el acto de
poseer, porque solo tenemos que ordenar aquello que poseemos. Así
que antes de ordenar, primero hay que decidir qué poseer.
Y
respecto a esto, Marie Kondo tiene una regla muy simple: quédate
solo con las cosas que te hagan feliz.
Esta
regla es absolutamente maravillosa, porque pone la felicidad en el
centro del proceso, que es donde debe estar.
Desde
hace mucho tiempo, las personas regimos nuestros pasos por muchos
factores que poco tienen que ver con la felicidad. Tomamos nuestras
decisiones por temas prácticos, por dinero, por miedo, por el qué
dirán… pero pocas veces pensando en la felicidad. Y por esto
sufrimos tanto.
Hemos
olvidado que la felicidad es lo que realmente importa en la vida.
Nos hemos enredado en un círculo de responsabilidades y presiones
sociales, y hemos perdido de vista que lo que le da verdadero
sentido a la vida es la felicidad.
Lo
que determina si nuestra vida va bien o no es la cantidad de
felicidad que sentimos (puedes
profundizar en este tema aquí).
Es
posible que, al oír esto pienses: sí,
esto es muy bonito, pero es muy poco realista. Sería maravilloso
centrar nuestra vida en la búsqueda de la felicidad, pero es
imposible. Todos tenemos facturas que pagar y responsabilidades que
atender, y si lo dejamos todo y nos preocupamos solo por la
felicidad, podemos tener bastantes problemas.
Y
es verdad. No es fácil hacer este cambio de un día para otro.
Pero
podemos intentar hacerlo lentamente. Podemos empezar a escuchar a
nuestro corazón con más atención, e ir haciéndole caso poco a
poco.
Y
un buen lugar para empezar este proceso es nuestra casa, porque aquí
no hay ningún peligro. Dejar un trabajo que no te hace feliz puede
ser arriesgado, pero deshacerte de un objeto que no te da felicidad
no lo es en absoluto. Así que puedes usar tu casa como espacio de
prácticas para mejorar tu capacidad de conectar con tu propia
felicidad.
El
proceso es simple: saca todos tus objetos del lugar donde los
guardas, míralos bien y quédate solo con los que te aporten
felicidad. No te quedes nada solo porque te da pena tirarlo, porque
quizás lo necesitas dentro de diez años, o por cualquier otro
motivo no relacionado con la felicidad. Quédatelo solo si te hace
feliz tenerlo.
Marie
Kondo propone un método concreto para hacer esta elección, y te
recomiendo leer el libro para más detalles, pero la base es
simplemente esta: repasa una por una todas tus posesiones y quédate
solo las que te hagan feliz.
Es
una muy buena manera de volver a situar la felicidad en el lugar del
que nunca debería haber salido: el centro de nuestra vida.
Segunda Regla: Sé Consciente de Cada Cosa que Tienes
La
segunda regla se deriva automáticamente de la primera, pues para
poder quedarte solo con las cosas que te hacen feliz, primer tienes
que ser muy consciente de todas las cosas que tienes. Pero es una
regla tan importante que merece ser comentada por sí sola.
La
gran mayoría de nosotros tenemos varias cosas en casa que ni
siquiera recordamos que tenemos. Las guardamos en su momento en el
fondo de un armario, y ya no recordamos que están allí.
De
entrada, esto puede parecer un hecho sin importancia. En general
creemos que los objetos no tienen ningún tipo de conciencia, así
que pensamos que no pasa nada por olvidarnos de ellos.
Pero
no es así. En este universo todo tiene un cierto grado de
conciencia; los objetos también. Y también sufren a su manera.
¿Alguna
vez has estado en una reunión sin que nadie te hiciera caso?
Estabas solo en un rincón, sin que nadie te prestara atención…
Si
has vivido esta situación, ya sabrás que es muy dolorosa. Sentirse
solo e ignorado es una de las sensaciones más dolorosas que
existen.
Pues
así es cómo se sienten los objetos que no recordamos que tenemos.
Y esto hace que la energía de la casa sea mucho menos luminosa.
Así
que, si quieres mejorar la energía de tu hogar, sé muy consciente
en todo momento de todo lo que tienes.
Cada
una de tus posesiones es un compañero que vive contigo. Y vive
contigo porque tú lo decidiste. Se merece un reconocimiento. Se
merece que siempre tengas en cuenta que está allí.
Tercera Regla: que Cada Rincón de Tu Casa Te Haga Feliz
Por
último, una vez ya somos plenamente conscientes de todo lo que
tenemos en casa, y decidimos quedarnos únicamente con lo que nos
hace feliz, el paso final es ordenarlo todo de manera que cada
rincón de la casa nos despierte alegría y felicidad.
Personalmente,
este es el punto que más me impactó del libro: ¿cada
rincón? Parece lógico ordenar la casa de una manera que nos guste
y nos haga felices, ¿pero es necesario que cada rincón cumpla este
criterio? ¿No es demasiado exagerado?
Pues
no, no lo es.
La
gran mayoría de nosotros tenemos la parte principal de la casa
bastante bonita y ordenada: el comedor, las habitaciones, la
entrada… Pero casi siempre hay alguna zona olvidada: un trastero,
el garaje, el cuarto de la lavadora, un armario… A nivel mental,
creemos que no puede ser que todo sea bonito, y necesitamos algún
espacio donde podernos despreocupar y tenerlo más descuidado.
Y
esta visión tiene profundas implicaciones en nuestra vida.
Si
te fijas, esto que pasa en casi todas las casas, pasa también a
nivel global en la sociedad. Vivimos en un mundo bastante bonito y
ordenado, pero hay muchas zonas que no lo son en absoluto. Tenemos
parques y jardines en los pueblos, pero en las afueras hay
vertederos y fábricas llenas de humo. Tenemos ciudades más o menos
prósperas y abundantes, rodeadas de barrios marginados y pobres.
Tenemos países con un nivel de vida bastante alto, al lado de otros
que están en guerra y pasan hambre.
Todo
esto es fruto de la misma creencia: no puede ser que todo sea
bonito. No puede ser que todo esté bien. No puede ser que todo el
mundo sea feliz.
Creemos
que para que algo esté bien, otra cosa debe estar mal en otro
lugar.
Creemos
que para que unos ganen, otros tienen que perder.
Este
es el mundo en el que creemos, y por lo tanto es el mundo que
tenemos.
Por
supuesto, es una creencia errónea. El universo donde vivimos no
tiene ningún límite, y puede darnos todo lo que necesitamos y más.
Pero
tenemos que abrirnos a ello. Nada puede llegar a nuestra vida si no
lo creemos posible.
Y
el cambio empieza en cada uno de nosotros, en nuestra propia casa.
Nuestra
casa es un muy buen lugar para empezar a cambiar esta dinámica, y
demostrarnos a nosotros mismos que sí es posible conseguir que cada
rincón esté lleno de luz. Sí es posible que cada lugar sea
hermoso y abundante, y que todo el mundo esté bien.
Y
la mejor manera de ver que es posible es hacerlo: ponernos a
trabajar y llenar de alegría cada cajón, cada armario y cada
rincón de la casa.
Una
vez nos demos cuenta de que realmente podemos crear una casa donde
cada lugar sea hermoso, empezaremos a creer que podemos ir más
allá, y crear un mundo donde cada lugar sea hermoso.
Y
cuando creamos firmemente en un mundo así, lo veremos florecer
delante de nuestros ojos.
Un
gran abrazo.
Jan
Anguita
No hay comentarios:
Publicar un comentario