FASCINANTES MICRORRELATOS PARA IMAGINAR Y SOÑAR
Existen muchos microrrelatos
para imaginar y soñar. Lo más
fascinante es que una buena parte de ellos son cuentos en el sentido
estricto de la palabra. Tienen
introducción, nudo y desenlace. Personajes, espacio y tiempo. Todo
condensado en unas pocas frases.
Son muchos los grandes
escritores
que han hecho microrrelatos para imaginar y soñar.
En un abrir y cerrar de ojos nos transportan a un mundo de ficción
para dejarnos asombrados con finales ingeniosos y desconcertantes.
Son unos verdaderos magos de la palabra.
Los microrrelatos para
imaginar y soñar son un bálsamo para la mente y para el corazón.
Nos invitan a mirar desde otro punto de vista. Cumplen con esa
función que tiene el arte de dar una óptica nueva a situaciones
conocidas. Te presentamos una breve colección de esas pequeñas
joyas de la literatura.
“Dios todavía no ha creado el mundo; sólo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso”.
-Juan
José Arreola-
1. ¿Quién sueña a quién?
El siguiente es un maravilloso
microrrelato de Ana
María Shua. Dice
así: “Despiértese, que es tarde, me
grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese
usted, que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado
me sigue soñando”.
Esta historia nos ubica en el
umbral de lo real. Hace que
desaparezca la delgada línea que hay entre estar dormido y
despertar.
Es uno de los relatos para imaginar y soñar, precisamente porque
abre de hermosa manera el mundo de lo onírico.
2. Uno de los mejores microrrelatos para imaginar y soñar
Hay una tesis de doctorado en
literatura dedicada a este pequeño cuento de Jorge
Luis Borges. Es, de
verdad, extraordinario. Dice: “En
Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le
pregunta si será reprobado o si pasará. El candidato responde que
será reprobado…”
Lo que hace Borges aquí es
jugar con la lógica y crear una paradoja con enorme ingenio. La
propuesta es fascinante, porque pone a los personajes y a los
lectores en una encrucijada. No
se sabe cuál de los dos involucrados en la historia está jugando
con cuál.
3. El problema del ciego
El siguiente es uno de los
muchos microrrelatos para imaginar y soñar que nos ha regalado
Alejandro Jodorowsky. Dice lo siguiente: “Un
ciego, con su bastón blanco, en medio del desierto llora sin poder
encontrar su camino porque no hay obstáculos”.
En este caso también se nos
plantea una paradoja. El ciego debe esquivar los obstáculos para
poder avanzar. Son una barrera
para él, pero también constituyen un punto de referencia.
Descubre esto solo cuando desaparecen.
4.
El desamor, un tema eterno
Los cuentos de amor
siempre tienen desenlaces inesperados. Al menos, los buenos. En este
microrrelato de Gaspar Camerarius, que está a medio camino entre la
poesía y la narración, aparece muy bien dibujada la marca del
desamor. Dice: “Yo, que tantos
hombres he sido, no he sido nunca aquel en cuyo abrazo desfallecía
Matilde Urbach”.
Se podría decir que resume
toda una vida en un par de frases. Sintetiza la idea de los
múltiples cambios que hay en la existencia. Somos uno y somos
muchos: todos los que hemos sido. A la vez, introduce una falta, una
carencia determinante. Se ha
estado en muchas pieles, menos en aquella del que ha sido amado
por alguien en especial.
5. El huérfano y su pedido
Lo más extraordinario de
todos estos microrrelatos para imaginar y soñar
es la forma de introducir un quiebre en la lógica cotidiana. Con
enorme gracia nos muestran que hay aristas de la realidad que la
relativizan.
Esto se aprecia en esta
simpática mini historia de Carlos Monsivais: “Y
luego, había el niño de nueve años que mató a sus padres y pidió
al juez clemencia porque él era huérfano”.
En este relato se entrecruzan dos realidades que son coherentes en
un plano y contradictorias en otro. El asesino se presenta como
víctima. Y lo es. Sin embargo, principalmente es víctima de su
propio acto.
Los microrrelatos para
imaginar y soñar están ahí para que los disfrutemos. Son
como puertas que se abren a otras dimensiones del pensamiento.
Su principal valor está en que nos llevan a mirar todo con otros
ojos. Un bello fruto de la inteligencia, la sabiduría y la
sensibilidad.
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