ROMPAMOS
EL MOLDE
Sólo
es ahora y nada más. Lo demás no está, no existe. Dejó de tener
sentido o todavía no lo tiene. No podemos controlarlo, no
controlamos nada… Sólo podemos sentirnos bien, a pesar de los
alambres de espino que hemos dibujado en nuestros tobillos y los
muros que hemos construido mientras intentábamos encajar en una
sociedad hambrienta de verdades a medias que la ayuden a seguir
jugando sin romper la baraja…
Sólo
tenemos este momento.
El anterior es historia y el siguiente es puro misterio. Podría no
ser, no dibujarse, no empezar. Hacerse líquido y derramarse, ser
arena y escurrirse entre nuestras manos… O ser tan sólido y duro
que nos golpeemos contra él buscando un porqué que sólo se
descubre cuando te separas de todo y miras dentro de ti.
Sólo
nos queda hoy y nos lo perdemos buscando el vestido perfecto y la
coartada perfecta para cuando nos miren otros ojos y no nos vean
perfectos… Hurgando en nuestro armario repleto de máscaras grises
para que las miradas grises no descubran que en realidad somos de
colores… Poniéndonos el traje triste para que nuestra felicidad
incipiente no ofenda a los que regalaron su voluntad a cambio de una
seguridad ficticia… Para que los que han decidido permanecer
dormidos no sepan que estamos despiertos y planeamos escaparnos a una
realidad paralela que estamos construyendo desde la nada…
Nos
queda un suspiro y no queremos gastarlo con aire viciado, pero
nos vemos tan obligados a disimular que llevamos puesta debajo la
ropa de personas libres que los ojos nos brillan y cuando hablamos
nos salen por la boca palabras preciosas e imposibles de ocultar…
Si
tardamos mucho en salir del país de las no maravillas que nos habita
por dentro a veces volveremos a usar esos pensamientos viejos y
rancios que antes nos hicieron creer que todo era imposible y no
había más opción que seguir en la fila… Si no nos vamos ahora
por miedo que tengamos y frío que nos digan que hace fuera de este
lugar hermético y calculado, los pies se nos convertirán en raíces
y nos volverá a entristecer la lluvia como nos entristecía antes
cuando no sabíamos de su belleza ni llevábamos todavía el sol a
cuestas… Si
nos demoramos, nos dejaremos convencer por un montón de almas
cándidas y cobardes que nos dirán que no podemos y no merecemos más
de lo que nos cabe en la cuchara o en la libreta diminuta que nos
dieron para apuntar sueños sin espinas…
Si esperamos una hora, un minuto, un segundo, una ola gigante en
forma de rutina pegajosa nos devorará las ganas e inundará nuestros
sueños con fotografías de objetos prácticos y metas asequibles y
nos dejará nadando en mediocridad…
Si
no nos vamos ya, los que siempre tienen respuestas para todo, nos
recordarán que nosotros sólo tenemos preguntas y nos convencerán
de que es más fácil caminar en línea recta.
No
nos dejarán volver a intentarlo porque les asusta que aprendamos a
bailar y luego volvamos y contagiemos a todo el mundo y les invada la
risa descontrolada y gratuita.
Si
nos quedamos, despareceremos y nuestro ahora será nunca y nuestro
vacío en el pecho será siempre.
Nunca
y siempre… Las dos palabras que más agujerean el alma y desesperan
al que busca alternativas y dibuja mundos.
El
pasado es una noche pensando que lo que sueñas no llega. El futuro
es un gato que regresa a casa después de pisar mil tejados. Este
momento eres tú mirándote al espejo y descubriendo que lo que te
asusta va a hacerte libre… Vamos a hacerlo, saltar la valla
imaginaria de nuestros límites y asumir el riesgo de nuestra
autenticidad, de nuestra necesidad de sentir.
Vamos
a descubrir si más a allá de la monotonía hay un mundo mágico o
un acantilado sin ramas a las que sujetarnos para frenar la caída…
Vamos
a ser auténticos y dejarnos de excusas para no ser nosotros mismos
porque al final de la vida no nos lo perdonaríamos. Asumamos ya lo
que somos y amemos tanto nuestras diferencias que ya no nos duela que
no nos dejen entrar en el bar de los tristes, los cansados y los que
no se atreven…
Que
no nos importe si nos juzgan y nos señalan con el dedo, que no nos
moleste mirarnos al espejo de la vida y ver que no hay nadie más
como nosotros… Saltemos del tren si nos está llevando a una
decisión que nos aturde… Dejemos la fiesta de la indiferencia y
busquemos un lugar donde se celebre con ganas la incertidumbre y se
busquen cómplices en lugar de competidores y amigos en lugar de
palmeros…
Un
lugar donde no importe la noche ni el día porque los segundos sean
oportunidades por llenar de risa y emociones verdaderas.
Donde no asuste lo nuevo, lo desconocido, lo raro y lo que no encaja
y donde el final de los libros podamos escribirlo nosotros mismos.
Seamos capaces de ver más allá de nuestras creencias más
arraigadas y cuestionarnos lo que jamás pensamos que podríamos
cuestionar. Da igual si eso nos hace flojos o absurdos a ojos de los
que nunca dudan ni se plantean nada que pueda romper sus dogmas y
salpicar a sus dioses diminutos que conducen coches rápidos para
llegar a la esquina… Quitémonos el uniforme de guerrero absurdo y
dejemos de pelear por batallas que no son nuestras. Lancemos al
abismo el insoportable manual sobre cómo vivir vidas anodinas y
quitémonos el disfraz de personas normales.
Nos
queda sólo este momento. La vida es ahora. Mañana es nunca. Ayer es
siempre.
Seamos como realmente deseamos ahora, sin esperar a que la placidez
de lo cómodo nos agarre por el cogote y la monotonía se nos pegue a
los zapatos. Soltemos el control ficticio de lo que creemos que
debemos ser para convertirnos en lo que realmente nos hace vibrar…
Seamos nosotros aunque a otros al mirarnos les moleste vernos que
reflejamos todas sus deliciosas imperfecciones y se asuste al darse
cuenta que hemos roto el molde…
De
que lo que pensaban que no era posible es una realidad.
Mercè
Roura
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