ÉRASE UNA VEZ LA VIDA…
Érase una vez la vida que te dio la vuelta, te puso del
revés y se cargó tus planes… Y no tuviste más remedio que aceptarla. No
te quedó otra que mover ficha y abrir la mente para sacar de ella tus ideas
anticuadas. No pudiste más que cuestionarte lo nunca antes cuestionado y
montarte en tus ganas para cabalgar hasta tu miedo más próximo.
La vida es cambio. Sin paliativos, sin prórrogas. Se mueve
siempre incluso cuando está parada, porque todo lo que pasa te lleva al
siguiente escenario… Incluso cuando parece que no pasa nada, la vida se mueve
por dentro en remolino y está caminando, está gestando su siguiente momento,
como si planificara una travesura, como si ensayara un baile que te va tocar
bailar muy pronto aunque no lo sepas.
La vida es una sacudida y un abrazo. Un viaje corto y un vaivén
largo. Un adiós, un buenos días, una mirada larga durante un café y un mensaje
sin sentido que luego parece una sentencia.
La vida te zarandea mientras intentas comprenderla. Mientras
lees la primera página, la vida ya va por el epílogo. Cuando te subes al tren,
la vida ya está llegando a la estación y buscando morada. Cuando lloras tu amor
perdido, la vida ya está poniendo en tu camino a quién volverá a romperte en
pedazos…
Cuando pones la tirita en tu herida, la vida ya sabe en que
pedazo de tu piel dibujará la siguiente herida… Siempre, siempre la vida va
tres pasos por delante. Siempre sabe donde apuntar para que duela y escueza,
para que te toque o te obligue a modificar tu marcha. Y justo cuando todo se
acaba que empieza de nuevo… Justo cuando termina y tocas fondo que te das
cuenta de lo que realmente te importa… Que todo vuelve a empezar.
A veces caes y es justo en plena caída cuando descubres a lo que
tenías que agarrarte. Lo mucho que te perdiste de la vida preocupado por no
llegar a este momento y lo inevitable que era acabar tropezando contigo mismo
cuando no eres coherente y sincero. Cuando no te tomas en serio y te pones la
zancadilla… Cuando te conviertes en tu enemigo al menospreciarte e
infravalorarte.
Hay cosas que solo sabes con certeza cuando te das cuenta que lo
contrario de eso no eres tú.., Cuando puedes perderlas o ves que se desvanecen.
Justo cuando al besar tu miedo y tocar el suelo, notas lo que
verdaderamente te importa y te mueve, las razones por las que despiertas cada
día… Lo que te ayuda a seguir vivo cuando sólo con imaginar el futuro sientes
que algo se rompe porque no soportas que todo sea tan incierto.
La vida es remolona cuando tienes prisa e inmediata cuando pides
pausa… Es frenética y caóticamente organizada. A veces es la música que
escuchas cuando pides silencio y el silencio que te invade cuando necesitas
palabras…
Porque es cuando te rompes, que descubres tu propio pegamento.
Tus ganas de salir indemne, tu firmeza para seguir. Es cuando te caes que
encuentras tu fuerza para levantarte y volver a empezar o cambiar de rumbo.
Cuando puedes darte cuenta de que a veces entre perseverar y obcecarse han una línea
fina que se cruza fácil y te nubla la percepción, te lleva a ver sólo una parte
de la realidad y a no poder enfocarte en lo que realmente necesitas.
A veces, sueltas y cuando abres tu mano para que se vaya, sabes
si deseas que vuelva. Justo entonces, ni antes ni tal vez después. Amas lo que
pierdes justamente porque lo pierdes y crees que lo necesitas, cuando lo
cotidiano al alejarse se cubre de un halo de imprescindible, de maravilloso, de
mágico… Cuando lo hasta ahora invisible pasa a ser sueño y el sueño se va por
el sumidero a la espera de momentos de menos pánico… El miedo nos vuelve
esclavos de un futuro inaccesible y herederos de un pasado injusto.
A veces, decides, y justo en ese momento te das cuenta de si el
camino escogido es el tuyo. En ese momento y no antes es cuando sientes esa paz
o ese rechinar de dientes, esa sensación de estar en ti o de estar en otro, en
otra persona, en otra vida que no es tu vida, en otro momento que no es tu
momento.
La vida es cambio constante. Como un tiovivo que nunca para, una
noria eterna que no sabes a dónde te lleva pero tienes claro que no va a
detenerse.
La vida es el grito y el arañazo y al mismo tiempo el beso y la
calma. Es ese romperse para saber por dónde entra la luz en tu sombra y
encontrar los agujeros para saber dónde poner los parches. Es ese caminar sin
rumbo y perderse para descubrir que eras tú quién dibujaba el camino. Ese
perder para poder darse cuenta que estabas luchando por algo que realmente no
te importaba… Ese momento en el que te quedas solo y no tienes más remedio que
abrazarte y amarte y sabes que nunca has estado tan bien acompañado.
Como lanzar una moneda no por saber si sale cara o cruz sino
para darte cuenta de qué deseas que salga justo antes de que toque el suelo…
Érase una vez la vida que te cerró el paso para que no tuvieras
más alternativa que abrir nuevos caminos… Que te hundió en lo más profundo de
un valle para que no quedara otra que tomar impulso… Que te hizo temblar el
suelo para que te acostumbraras a sujetarte en ti mismo… Que te dio un zarpazo
para que tuvieras que cuidarte.
Una vez la vida que se puso dura y echó por tierra tus sueños
para que no tuvieras más remedio que reinventarte. Que te encerró contigo mismo
para que no pudieras evitar ya más hacer las paces.
Érase una vez la vida que puso el mundo al revés para pudieras
darte cuenta que el que llevaba tiempo del revés eras tú.
Mercè Roura
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