DESAPRENDIZAJE
A lo largo de la vida nos pasan todo tipo de sucesos y vivimos diferentes tipos de experiencias. La vida es un continuo aprendizaje. Pasamos de estar en la felicidad más grande a sentirnos totalmente desdichados y en ese ir y venir por ambos extremos nos pasamos la vida.
El ser humano tiene
la extraña habilidad de hacer complicado lo sencillo. Reconozcámoslo, nos
complicamos mucho nuestra existencia. Pensamos, damos vueltas en círculo, nos
agobiamos, nos enredamos en pensamientos absurdos, hacemos gigantes a los
enanos, hacemos de un grano una montaña y de todo ello, no sacamos nada
positivo, en el mejor de los casos… dolor de cabeza.
Uno tiene que pararse. Respirar profundo y pensar que “todo está bien”, que la vida, en su evolución constante sigue unas fases que son inexorables y que ante ellas no podemos hacer más que aceptar y fluir con ellas, para realizar correctamente nuestro aprendizaje.
Debemos aprender a
desaprender creencias que no son nuestras, que pertenecen al lugar donde hemos
nacido, al clan familiar y la sociedad donde nos ha tocado vivir, creencias que
nos impusieron y que en la mayoría de los casos nada tienen que ver con
nuestras propias creencias.
Hay que aprender a
desaprender rutinas que no sirven, excusas que están caducadas, razones que han
prescrito y, sobre todo, las justificaciones que nos mantienen en un estado de
auto-engaño en la certeza de que estamos en el buen camino.
Y no, en la mayoría
de ocasiones no lo estamos. El camino correcto es el de la sencillez porque al
final, casi nada es importante.
Nos creamos
expectativas que no van a cumplirse, aspiramos a lo imposible, nos resistimos a
lo ineludible y generalmente terminamos por perder la batalla antes de
empezarla.
Una de las prácticas
más saludables es abrazarte a ti mismo y cuando hablo de abrazarnos me refiero
a ser bondadoso con uno mismo, a ser permisivo, aceptarse como uno es, a
dejarse llevar por las circunstancias y a no pelear contra ellas.
Cuando nos queremos
y respetamos de verdad, de corazón, todo fluye con mucha más naturalidad y
sencillez en nuestra vida.
Si estás en un
momento dulce, gózalo, pero con suavidad. Saboréalo poco a poco. Degústalo
despacio. Vuelve sobre su aroma otra vez. Empápate de ello delicadamente.
Si estás en un
momento difícil hazlo de igual forma. Vete lento. Despacito sobre sus aguas.
Poco a poco. De vez en vez. Pásalo por encima, no te sumerjas. Bordéalo suave y
delicadamente.
Solamente en la
sencillez de una vida suave podemos darnos ese abrazo a nosotros mismos donde
sintamos, que sea como sea, “todo está bien”.
REFLEXIÓN FINAL
Sólo por pensar en la lámpara no se
enciende la luz, para que eso ocurra, la motivación
interior debe ser real y acompañarla de la práctica diaria.
http://lacienciadelespiritu.blogspot.com/2022/08/desaprendizaje-esa-asignatura-pendiente.html
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